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Descartes - El Discurso Del método


Enviado por   •  13 de Octubre de 2013  •  2.694 Palabras (11 Páginas)  •  438 Visitas

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Introducción:

René Descartes, también conocido como Cartesius, que era la forma latinizada en la cual escribía su nombre, nombre del que deriva la palabra cartesiano, formuló el célebre principio cogito ergo sum (pienso, luego existo), elemento esencial del racionalismo occidental. Escribió una parte de sus obras en latín, que era la lengua internacional del conocimiento y la otra en francés. En física está considerado como el creador del mecanicismo, y en matemática, de la geometría analítica. Se lo asocia con los ejes cartesianos en geometría, con la iatromecánica y la fisiología mecanicista en medicina, con el principio de inercia en física, con el dualismo filosófico mente/cuerpo y el dualismo metafísico materia/espíritu. No obstante parte de sus teorías han sido rebatidas, como la teoría del animal-máquina, o incluso abandonadas, como la teoría de los vórtices.

Su método filosófico y científico, que expone en Reglas para la dirección de la mente (1628) y más explícitamente en su Discurso del método (1637), establece una clara ruptura con la escolástica que se enseñaba en las universidades. Está caracterizado por su simplicidad —en su Discurso del método únicamente propone cuatro normas— y pretende romper con los interminables razonamientos escolásticos. Toma como modelo el método matemático, en un intento de acabar con el silogismo aristotélico empleado durante toda la Edad Media.

Dentro de este trabajo se desarrollarán los primeros tres capítulos de la obra El discurso del método. Éste fue publicado en 1637 anónimamente en Leiden, Holanda, y constituía en realidad el prólogo a tres ensayos: Dióptrica, Meteoros y Geometría; agrupados bajo el título conjunto de Ensayos filosóficos.

Descartes tituló a esta obra con el nombre de Discurso del método con una finalidad específica: en sus propias palabras, dice que le tituló Discurso y no Tratado para dar a entender con esto él no tenía la finalidad de enseñar, sino que sólo de hablar. Es de esta forma que Descartes intenta alejarse de cualquier tipo de problema o confrontación con sus contemporáneos a causa de las ideas expuestas dentro de esta obra y además así librarse de cualquier posible condena eclesiástica, como había sucedido poco tiempo antes con Galileo, cuyas ideas Descartes no consideraba desacertadas.

El contenido de la obra antes mencionada se divide dentro de seis partes: en la primera se sientan las bases del método cartesiano y se habla acerca de una nueva teoría del conocimiento; en la segunda Descartes habla acerca de su método, el cual es capaz de perfeccionar el conocimiento teniendo como base la duda; en la tercera Descartes habla acerca de su "moral provisional", la cual le ayudaría a no extraviarse en la búsqueda de la verdad mientras reestructuraba su razón con ayuda del método que había descubierto; en la cuarta se pretende demostrar la existencia de Dios como garantía de todo conocimiento perfecto; en la quinta Descartes expone sus teorías acerca de la tierra y el universo, aunque no concuerda abiertamente con Galileo por temor a ser perseguido por la iglesia; por último, en la sexta habla acerca de la utilidad de la ciencia, cómo puede beneficiar al hombre y qué debe y qué no debe ser divulgado.

Desarrollo:

En la primera parte de esta obra, René Descartes parte hablando acerca de que todas las personas son poseedoras de la razón y que por lo tanto son todas capaces de emitir juicios, aunque estos no sean correctos. Dice que no todos los juicios emitidos por el hombre son correctos, ya que cada uno requiere seguir un camino concreto para razonar. Es a causa de esto que el autor decide mostrar el método que él ha logrado desarrollar para poder elevar sus conocimientos de forma gradual y llevar la razón por el camino correcto y así emitir juicios verdaderos, pero no necesariamente enseñarlo. Más bien, Descartes dice que el lector no debe tomar este método como uno absoluto y debe ser objetivo frente a él y juzgarlo e incluso modificarlo para mejor si le es posible.

Luego Descartes habla acerca de su niñez y adolescencia, en la que fue educado como hombre del saber, lo que le aseguraba que iba a adquirir un conocimiento claro y seguro de todo lo que es útil para la vida. Sin embargo, se dio cuenta que estos conocimientos le trajeron tantas dudas y errores que sólo le conseguían darse cuenta cada vez más de su ignorancia. Comenzó a leer libros y a juzgar a los demás por sí mismo, llegando a la idea de que no existía en el mundo una doctrina como la que se le había prometido. A pesar de esto, rescata algunas enseñanzas, como que es necesario conocer las lenguas, la poesía, las matemáticas, la teología, la filosofía, e incluso las más erradas y supersticiosas, con el fin de conocer su justo valor y no dejarse engañar por ellas.

Acerca de la filosofía, dice que no espera acertar mejor que los demás, puesto que no hay en ella algo que no esté sujeto a disputa a causa de las diversas posturas que se pueden tomar respecto a un mismo tema, aun cuando sólo debe haber una verdadera, por lo que reputaba casi por falso aquello que no fuera más que verosímil. Respecto a las demás ciencias, pensaba que como estaban construidas bajo un cimiento tan débil como lo era la filosofía, no valía la pena aprenderlas más que aquellas falsas doctrinas para no dejarse engañar por algún hombre que profesa saber más de lo que en realidad sabe.

Luego cuenta acerca de que viajó para poder conocer los distintos razonamientos que hace la gente frente a diversas situaciones, porque pensaba que así iba a aprender más que un hombre de letras sentado en su despacho haciendo especulaciones, siempre con el fin de aprender a distinguir lo verdadero de lo falso para así ver claro sus actos y andar seguro por la vida. A medida que veía las costumbres de los hombres veía casi tanta diversidad como en las opiniones de los filósofos, pero le sirvió para no creer con mucha firmeza en lo que el ejemplo y la costumbre le enseñaba, así librándose de a poco de los errores que lo pueden alejar de la razón. Finalmente, decidió que lo correcto era indagar en su interior para encontrar las respuestas que buscaba, hallando aquí sus frutos.

En la segunda parte, comienza hablando de que uno de los primeros pensamientos que se le vino a la mente durante su estadía en Alemania fue el de que una obra compuesta por muchos trozos y mucha gente nunca alcanzará la perfección de aquella que es realizada por uno sólo. Junto con esto, dice que aquellos pueblos que en el pasado fueron medio salvajes y que se han ido civilizando de a poco, no pueden estar bien constituidos como esos que desde su comienzo obedecen a las constituciones de un prudente

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