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Descartes


Enviado por   •  2 de Mayo de 2015  •  2.063 Palabras (9 Páginas)  •  154 Visitas

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A Descartes se le debe un descubrimiento matemático del mayor alcance: él une por primera vez, de forma íntima, la geometría y 1a aritmética. De dos ciencias separadas hace una ciencia común. Esto le convence de que sólo hay una única ciencia. Rompe así con el pasado. Para los aristotélicos existían múltiples ciencias, según la multiplicidad de los objetos. Para Descartes es exac­tamente lo contrario, y esto es debido a que todas las ciencias, si quieren progresar, se han de valer de un único método, el que corresponde al modo de proceder del espíritu humano. De todas las ciencias, la que con más pureza ha seguido ese método son las matemáticas. Deslumbrado por el rigor de las demostraciones matemáticas, Descartes abogará por un método fuertemente matematizado.

1. EL MÉTODO

El método consiste en un conjunto de reglas para. aumentar el cono­cimiento verdadero sin derrochar tiempo y energía. La mente sabe antes que nada operar según reglas de verdad, de lo contra­rio, las reglas del método serían inconcebibles. Si no fuera así, ningún mé­todo podría evitar el error, puesto que la mente usaría mal del método. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. La mente, dejada a sí misma, es apta para operar con verdad, independientemente de todo método. Es esto precisamente lo que hace posible el método, pues si la mente operara mal desde el comienzo, ningún método podría evitarlo jamás. El método nos enseña cómo utilizar esta capacidad de verdad de la mente de modo racional, siguiendo el camino más lógico, más apto para que la verdad salga a relucir por sí misma.

Las operaciones infalibles de la mente son dos: la intuición y la deducción. La intuición es una visión intelectual clara y distinta. La deducción es una conclusión necesaria que se sigue de hechos conocidos con certeza. E1 mejor ejemplo de deducción serían has demostracio­nes matemáticas. La. intuición es verdad que se capta de una sola vez, de golpe. La deducción, por el contrario, exige muchos pasos intermedios hasta llegar a un resultado. El ideal del conocimiento es reducir en lo posible la deducción a la intuición.

1.1 LAS REGLAS DEL MÉTODO

1. No aceptar sino evidencias, dudar de todo lo demás (duda metódica).

2. Para descubrir cosas, recurrir al análisis. Consiste en reducir las proposiciones complejas a proposiciones simples que se hagan evidentes por intuición. Para demostrar lo descubierto, recurrir a la síntesis. Es la deducción ordenada, sin saltarse ningún paso lógico, de lo descu­bierto, partiendo de los principios más claros y evidentes para llegar a las conclusiones más remotas. Esta regla la acepta Descartes de la matemática.

El análisis nos permite llegar a la intuición de naturalezas simples, que no son elementos reales, sino intuiciones simples muestras. Para aclarar esto, pongamos un ejemplo del propio Descartes: el cuerpo puede descomponerse en tres naturalezas simples: la naturaleza corpórea, la extensión y la figura. Sin embargo, estas tres naturalezas simples, que son evidentes y directamente intuibles, se dan siempre juntas en la realidad. Hay que decir, por tanto, que son simples respecto de nuestra comprensión, no respecto de la realidad.

Las naturalezas simples se pueden dividir en materiales (como el cuerpo), intelectuales (como el pensar, el querer) y mixtas, propias del mundo de las naturalezas materiales y del de las intelectuales (como la existencia, la unidad, la duración y las reglas de inferencia).

1.2 LA DUDA

De las dos reglas del método que hemos dado (y que son las más impor­tantes de cuantas enuncia Descartes), todo depende de la primera. En efecto, si no llegamos a evidencias, no podemos avanzar ni un palmo en el conocimiento. Frente a toda la filosofía anterior, Descartes inaugura la filosofía moderna preguntándose por un punto de partida evidente, del cual sea imposible dudar. Vemos, por consiguiente, que la duda es universal, se aplica a todo, nada queda libre de ella. Es metódica, es decir, no se duda por dudar, sino porque es parte del método para llegar a cono­cer la verdad. Es provisional: no se trata de desechar todo lo antiguo, al­go de ello podría ser verdad, solo que de momento dudamos de eso. Final­mente, es teórica: la duda no se extiende a la conducta, a la vida, sino que queda en el terreno intelectual. Recordemos que el problema que se plantea el filósofo es, ante todo, el de conocer de modo verdadero, no el de actuar con corrección. Es un problema de conocimiento, no de ética, aunque tenga muchas repercusiones éticas.

Puestos a dudar, encontramos que podemos dudar de los sentidos, pues es posible que nos engañen. Quizá el mundo que nos ofrecen los sentidos no sea más que una ilusión, de la misma manera, diríamos, que el cine nos produce la ilusión de un mundo real.

También puede dudarse de los estados de conciencia: pues a menudo tenemos sueños tan intensos que mientras los soñamos nos creemos que es el mundo real. ¿Y si la conciencia viviera en un estado de perpetuo sueño? Se hace imposible distinguir entre la vigilia y el sueño. Vemos que aquí la duda se extiende a uno mismo. Pero aun en este estado, dormidos o despiertos, las verdades de la matemática se cumplen. Dos y dos son cuatro, despiertos o en sueños. Quizá de cosas como de las matemáticas no se pueda dudar.

Sin embargo, podemos imaginar una situación en la que el hombre se engañe al razonar. Es como si su cerebro no funcionase bien, y viera lógico que dos y dos fueran cinco. Descartes lo ilustra diciendo que podríamos imaginar que un genio

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