EPISTEMOLOGIA
Enviado por messiz • 20 de Mayo de 2014 • 338 Palabras (2 Páginas) • 334 Visitas
constituyen fundamentos demostrativos y justificativos de los conocimientos ulteriores
que pueda alcanzar tal alma. Así, cualquier intento de justificación del conocimiento
humano se hace en términos de autoconocimiento del sujeto. Antes de cualquier objeto
de conocimiento externo a la subjetividad misma del sujeto, se encuentra el sí mismo
con independencia de cualquier otro objeto. Siendo esto así, permanece sin embargo un
punto oscuro en la explicación innatista del conocimiento, pues si bien queda el objeto
claramente fundado por el sujeto, no es clara la fundación que debe hacer el sujeto de
sus propias facultades y los nobles conocimientos con los que cuenta de manera
innata. En efecto, a la pregunta -que se hará posteriormente- por el por qué de los
principios innatos que la mente posee, o a la pregunta de por qué conocemos de la
manera en que lo hacemos y por qué no puede ser otra, el innatista respondería
simplemente aludiendo a la naturaleza del alma humana y, en últimas, al diseño divino
de ésta. Así, al estar involucrada la voluntad e intencionalidad divinas, la demanda
explicativa llega a su término, y queda en vilo una respuesta epistemológica que dé
cuenta de todos los momentos del conocimiento humano en general.
Ahora bien, el problema no sólo radica en esta deficiencia explicativa, sino también en
la equiparación o confusión que se enmascara aquí entre el origen y la legitimidad del
conocimiento. Hasta donde pueden dar solución de los hechos, las explicaciones
innatistas aducen razones en favor de la explicación del origen o causa de los
conocimientos en el ser humano, y hasta cierto punto, de los conocimientos innatos
arriba señalados. Sin embargo, con tales explicaciones intentan, de manera accidental,
dar cuenta de la legitimidad de tales conocimientos arguyendo, de manera dogmática,
que no puede haber error en el conocimiento si se tiene en cuenta que las facultades y
datos que participan en el conocimiento deben reflejar de manera fiel el orden de las
cosas del mundo, pues, de no ser así, la perfección divina se vería cuestionada con un
Dios que haría más la veces de genio maligno que de Padre bonísimo y perfectísimo.
Por otra parte, el empirismo del siglo XVII log
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