El Arco Y La Lira
Enviado por dieeegohv • 26 de Marzo de 2013 • 1.270 Palabras (6 Páginas) • 725 Visitas
El arco y la lira
El poema: El poema, sin dejar de ser palabra e historia, trasciende la historia.
A reserva de examinar con mayor
detenimiento en qué consiste este traspasar la historia, puede concluirse que la pluralidad de poemas no
niega, sino afirma, la unidad de la poesía. Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor intensidad, toda la poesía. Casi siempre la lectura se presenta como la revelación de
algo ajeno a la poesía propiamente dicha. no sólo la historia nos hace leer con ojos distintos un mismo texto. Para algunos el poema es la
experiencia del abandono; para otros, del rigor. Los muchachos leen versos para ayudarse a expresar o
conocer sus sentimientos, como si sólo en el poema las borrosas, presentidas facciones del amor, del
heroísmo o de la sensualidad pudiesen contemplarse con nitidez. Cada lector busca algo en el poema. Y no es
insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro. Los Upanishad enseñan que esta reconciliación es «ananda» o deleite con lo Uno. Cierto, pocos son capaces
de alcanzar tal estado. Pero todos, alguna vez, así haya sido por una fracción de segundo, hemos vislumbrado
algo semejante. Y del mismo modo que a través de un cuerpo
amado entrevemos una vida más plena, más vida que la vida, a través del poema vislumbramos el rayo fijo de
la poesía. Ese instante contiene todos los instantes. Sin dejar de fluir, el tiempo se detiene, colmado de sí. El poema es una posibilidad abierta a todos los hombres, cualquiera que sea
su temperamento, su ánimo o su disposición. Ahora bien, el poema no es sino eso: posibilidad, algo que sólo
se anima al contacto de un lector o de un oyente. Hay una nota común a todos los poemas, sin la cual no
serían nunca poesía: la participación. Cada vez que el lector revive de veras el poema, accede a un estado que
podemos llamar poético. El poema es mediación La lectura del poema ostenta una gran semejanza con la creación poética. El poeta crea imágenes,
poemas; y el poema hace del lector imagen, poesía. también lo es que el carácter sospechoso de toda poética parece como redimido
cuando se apoya en la revelación que, alguna vez, durante unas horas, nos otorgó un poema.La poesía no es nada sino tiempo, ritmo perpetuamente creador.
Lenguaje: el signo y el objeto representado eran lo
mismo. La escultura era un doble del modelo; la fórmula ritual una reproducción de la realidad, capaz de
reengendrarla. Hablar era recrear el objeto aludido. La necesidad de preservar el lenguaje sagrado explica el
nacimiento de la gramática, en la India védica. Pero al cabo de los siglos los hombres advirtieron que entre
las cosas y sus nombres se abría un abismo. Las ciencias del lenguaje conquistaron su autonomía apenas cesó
la creencia en la identidad entre el objeto y su signo. La primera tarea del pensamiento consistió en fijar un
significado preciso y único a los vocablos; y la gramática se convirtió en el primer peldaño de la lógica. Mas
las palabras son rebeldes a la definición. Y todavía no cesa la batalla entre la ciencia y el lenguaje. La historia del hombre podría reducirse a la de las relaciones entre las palabras y el pensamiento. Todo
período de crisis se inicia o coincide con una crítica del lenguaje. De pronto se pierde fe en la eficacia del
vocablo «Tuve a la belleza en mis rodillas y era amarga», dice el poeta. ¿La belleza o la palabra? Ambas: la
belleza es inasible sin las palabras. Cosas y palabras se desangran por la misma herida. Todas las sociedades
han atravesado por estas crisis de sus fundamentos que son, asimismo y sobre todo, crisis del sentido de
ciertas palabras. Se olvida con frecuencia que, como todas las otras creaciones humanas, los Imperios y los
Estados están hechos de palabras: son hechos verbales. Las cosas se apoyan en sus nombres y viceversa. Nietzsche
inicia su crítica de los valores enfrentándose a las palabras: ¿qué es lo que quieren decir realmente virtud,
verdad o justicia? Al desvelar el significado de ciertas
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