El Futuro

Jhon Alexánder Gil es mi nombre. Ya son veinte años y no sé cuántos días de mi nacimiento. En el paso de este tiempo, tantos momentos de dicha como de infelicidad han fortalecido mi idea de vida. Si algo mas comprendo, fuera de la causalidad que implica vivir y sus pormenores, es que soy un sujeto con posibilidades y limitaciones como no sé cuántos millones que, como yo, también respiran. De niño, me era fácil imaginar el vuelo de las nubes. Qué fortaleza mía para extasiar aquellos airosos días en los que no quería los juguetes, entonces arriba, en el firmamento, aquellas inestables e incoloras nubes que me producían encanto. Contrarrestaba tal facultad mi incapacidad de ayudar a papá con sus trabajos lidiosos de agricultor. Mis hombros no soportaban, por aquel entonces, el peso de las arrobas de café ni de abonos para cultivos. Pienso que hoy podría, con mediana dificultad, llevar tal peso en los hombros. Demostrarle a papá que ya he crecido y que la fortaleza física ha mejorado. También que ya no tengo interés por los carros de juguete y que, al fin de cuentas, si nadie quiere jugar conmigo o sea yo el reusado, pues poco importe, y no precisamente porque contemplar las nubes por lapsos indefinidos de tiempo sea un placer que lo suplanta todo, no: he crecido (a veces ligamos al envejecimiento del cuerpo, al crecer, el desaparecimiento de nuestra capacidad de asombro) y ahora las nubes tampoco importan mucho.

El hoy, se configura de participar en obras teatro, escuchar todo tipo de música y sus críticas. Me fascina leer todo tipo de contenidos, extasiando mi ser la poesía y en especial los cuentos de Julio Cortázar, mi buen maestro. De ese placer de indagar renglones y desmenuzarlos, dibujando sus intenciones con un minimalismo atrevido, nace otro que aunque fascina, a veces desconsuela: escribir lo que se quiere. Es el mérito del buen lector un trabajo escrito con defectos menores (sin excluir claro, que el proceso de la escritura también es indispensable para lograr un texto bien estructurado). No califico mi nivel de lectura, pero me desespera el hecho infame de desconocer las palabras claras y concretas que necesitan los renglones cuando me siento ante la hoja en blanco y son tantas las pretensiones. No obstante también resulta fascinante, en cierto grado, tal limitante. Y entonces me digo que hace falta más, que los conceptos todavía se quedan cortos, que son tantos los existentes como para pretender crear con tan pocos.

Actualmente, curso quinto semestre de Comunicación Social-Periodismo en esta universidad. Las expectativas se han cumplido en alto grado. Muestra de ello es el horizonte que ya se presenta ante mi como posible campo de acción profesional, pero ante todo humana y social.

Ante los procesos sociales que hemos desarrollado los humanos para facilitar todo tipo de agrupación y la convivencia misma, quisiera empezar a estudiar cómo determinado contexto social

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