ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Jarron Azul


Enviado por   •  5 de Febrero de 2014  •  2.680 Palabras (11 Páginas)  •  344 Visitas

Página 1 de 11

EL JARRÓN AZUL

Por Peter B. Kyne

Mister Alden P. Ricks, mejor conocido por sus empleados como "Cappy Ricks", fue el fundador y el espíritu dirigente de una importante empresa maderera y de vapores. Él ya se había retirado de la dirección activa del negocio, pero en realidad continuaba siendo su principal guía y consejero.

Este señor tenía un problema, ya que a la oficina de Shangai había mandado a un empleado que estaba dando mal resultado.

-Skinner, ¿Tienes un candidato para el puesto? – Preguntó Cappy

- Siento decirle que no, Mister Ricks. Todos los empleados que tengo bajo mis órdenes son demasiado jóvenes para esa responsabilidad

-¿Qué quieres decir con demasiado jóvenes? Replico Cappy

-Bueno, el único a quien yo consideraría competente para ocupar el cargo sería Andrews y él apenas tiene treinta años.

-¿Treinta años eh? Pues si mal no recuerdo yo te empecé a confiarte la responsabilidad de dos millones cuando apenas tenías veintiocho.

-Es cierto, pero Adrews... bueno, no hemos puesto a prueba todavía su competencia

-¡Skinner! – interrumpió Cappy en voz resonante—no alcanzo a comprender, porque no te he despedido. ¿Dices que todavía no hemos puesto a prueba la competencia de Andrews? ¿Porque tenemos aquí gente que no sabemos lo que puede hacer? ¡Contéstame! El mundo de hoy es el mundo de la juventud y métete eso en la cabeza. El próximo representante que mandé a Shangai tendrá que ser un luchador que no se dé por vencido. Ya hemos tenido allá tres que resultaron ser un fracaso y de esos no quiero más.

Cuando Skinner salió de la oficina llegó una visita, al hallarse ante el saludo respetuosamente y dijo "Mi nombre es William E. Peck. Le agradezco mucho a usted la fineza de concederme una entrevista."

-Mirándolo con semblante severo, Cappy le dijo que tomara asiento, señalándole una silla, Cappy notó que cojeaba un poco y que el brazo izquierdo lo tenía amputado hasta el codo.

-¿Bien, que desea usted?

-He venido a que me dé usted trabajo.

-Habla usted como si tuviera la seguridad de obtenerlo

-Ciertamente, Mister Ricks, yo sé que usted no me lo negará

-¿Por qué?

-Peck, sonriendo en una forma que le simpatizó a Cappy, contestó: "Yo soy agente vendedor y sé que puedo vender cualquier cosa que tenga algún valor, porque lo he demostrado durante cinco años y quiero demostrárselo a usted."

-Mister Peck – dijo Cappy sonriendo – de eso no tengo duda, pero dígame ¿acaso sus defectos físicos no son un impedimento?

-No, en ningún modo. Lo que me queda de cuerpo está sano, sobre todo mi cabeza y me queda el brazo derecho. Puedo pensar y puedo escribir. ¿Estoy contratado?

-No, Mister Peck. Lo siento pero usted sabrá que yo no tomo parte activa en la administración de este negocio. A quien debe usted ver es a Mister Skinner.

-Ya vi a Mister Skinner. Pero por el modo en que me habló parece que no le simpaticé. Yo le manifesté que estaba dispuesto a aceptar cualquier ocupación.

-¿No le dio ninguna esperanza?

-No, señor.

-Bien amiguito, entonces ¿para qué viene a verme a mí?

-Porque quiero trabajar aquí. No me importa de que, con tal de que sea algo que yo pueda hacer.

-Cappy oprimió un botón en su escritorio y en un momento entró Mister Skinner lanzando una mirada hostil hacia Peck y luego otra mirada interrogativa a Cappy.

-Quiero mandar a Andrews a Shangai y quiero que le des empleo a este joven... que le des una oportunidad de demostrar lo que puede hacer. Naturalmente que le habrás de pagar a Mister Peck lo que valga y nada más.

-Muy bien Mister Ricks – dijo Skinner con cierto despecho –

-Volviéndose hacia el triunfante Peck, le amonesto diciéndole: "No crea que porque he intervenido por usted ya tiene su porvenir asegurado. Su porvenir usted mismo tendrá que labrarlo y tiene que comenzar muy pronto.

-Este diablo – dijo para sus adentros Cappy – es buena pieza, pero tiene cerebro. No me explico como Skinner, no pudo darse cuenta de ello, si ese pobre chico se sale un poco de la raya o si le brota en la cabeza una idea que quiera poner en práctica, es casi seguro que firmara su sentencia de muerte con esta gente de cerebro fosilizado.

Ya en la oficina de Skinner, el joven poniéndose de pie pregunto:

-¿Cuándo debo empezar?

-Cuando este usted listo. – Le contestó con cierta ironía.

-Apenas había salido cuando Mister Skinner se dirigió a la oficina de Cappy, antes de poder abrir la boca, le calló levantando un dedo y en voz cordial le dijo:

-Ni una palabra. Ya sé lo que me vas a decir y admito que tienes razón. Pero óyeme ¿cómo era posible rechazar a un joven que tanto empeño tiene en trabajar y que no acepto un NO como respuesta? A pesar de que no encontró aquí más que obstáculos para lograr su propósito, no se dio por vencido ni se desanimó. ¿Qué trabajo le vas a dar?

-El de Andrews, naturalmente.

-Dime Skinner, ¿no tenemos en existencia como medio millón de pies de abeto fétido? Skinner asistió y Cappy, continuando con la avidez de quien acaba de hacer un gran descubrimiento que cree causará una verdadera revolución en el mundo dijo: Mándalo a vender esa madera apestosa y un par de furgones de pinabete rojo o cualquiera otra de las maderas que casi nadie quiere ni regaladas.

-Skinner sonrió maliciosamente y dijo: convenido, pero si no vende le damos su pasaporte ¿verdad?

-Supongo que sí, aunque yo lo sentiría mucho. Por el contrario, si tiene éxito, le pagaremos el sueldo que gana Andrews. Hay que ser justos, justos en todo y con todos.

-Cuando se presentó Peck a trabajar Cappy habló con él para darle instrucciones:

-Peck, ¿acaso has llegado a vender alguna vez abeto fétido?

-Peck se mostró bastante confundido e indicando una negativa con la cabeza pregunto: ¿Qué clase de madera es esa?

El abeto de California es una madera áspera y correosa, muy pesada y que despide un olor como zorrillo cuando se corta. Creo que Skinner te va da lo peor que hay para empezar.

-¿Se pueden clavar clavos en ella?

-Ah, claro

-Yo puedo vender cualquier cosa sí vale el precio. Concluyó Peck con un aire

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (16 Kb)
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com