El Mito De La Caverna - Comentario
Enviado por GaliaMoore • 22 de Septiembre de 2013 • 1.241 Palabras (5 Páginas) • 357 Visitas
Pues bien, mi querido Glaucón –dije-: toda esta imagen debe ponerse en relación con lo dicho anteriormente; por ejemplo, la realidad que la vida nos proporciona con la morada de los prisioneros, y esa luz del fuego de que se habla con el poder del sol. No te equivocarás si comparas esa subida al mundo de arriba y la contemplación de las cosas que en él hay con la ascensión del alma hasta la región de lo inteligible. Éste es mi pensamiento que tanto deseabas escuchar. Sólo Dios sabe si está conforme con la realidad. Pero seguiré dándotelo a conocer: lo último que se percibe, aunque ya difícilmente, en el mundo inteligible es la idea del bien, idea que, una vez percibida, da pie para afirmar que es la causa de todo lo recto y hermoso que existe en todas las cosas. En el mundo visible ha producido la luz y el astro señor de esta, y en el inteligible, la verdad y el puro conocimiento. Conviene, pues, que tenga los ojos fijos en ella quien quiere proceder sensatamente tanto en su vida pública como privada.
Platón: La República.
El “mito de la caverna” es uno de los más conocidos de Platón y es, por supuesto, uno de los que más trascendencia mediática ha tenido. Platón expone en él –a través de una bella alegoría- algunos de los temas centrales de su filosofía, como su teoría sobre el conocimiento o su concepción del ser humano y de la realidad.
De sobra es conocido el argumento del mito. En él, Sócrates propone a Glaucón que imagine una extraña situación: en una caverna oscura, que tiene una larga entrada por donde entra la luz del sol, se encuentras prisioneros unos hombres. Están encadenados y sentados de espaldas a la luz del sol que penetra por la entrada de la caverna. Unas cadenas atenazan su cuello y sus pies, de modo que no pueden girarse hacia la entrada y por ese motivo se ven privados de la luz del sol; únicamente contemplan las sombras que esa luz proyecta de sí mismos y de sus compañeros sobre el fondo de la caverna. Detrás de ellos se encuentra encendido un fuego, que arde a lo lejos y que se halla en un plano superior al nivel en el que ellos se encuentran. Entre el fuego y los prisioneros se bifurca un camino construido en alto, como si se tratase de un escenario, similar al existente en un teatro de marionetas y sobre ese camino se vislumbran hombres que llevan objetos, figuras y estatuas.
Es evidente que los prisioneros únicamente pueden ver sus sombras y las de los congéneres que se hallan en su misma situación. Asimismo, pueden ver las sombras que la luz del fuego proyecta sobre las cosas y las figuras que aparecen continuamente por el camino elevado. Sólo ven sombras de sí mismos y de las cosas y es esa la única realidad que conocen.
Imaginemos, por un momento, que uno de los prisioneros es liberado y puede salir de la cueva. Al ver la luz del sol, quedará cegado y deseará volver a la penumbra a la que estaba acostumbrado. Advertirá que las sombras que veía antes no son la realidad, sino solamente sombras de las cosas verdaderas. Él discernirá entonces que hasta ese momento su concepción de la realidad era errónea, pues creía que la única verdad de la realidad residía en el mundo acotado de la caverna. Pero, poco a poco, deberá acostumbrarse al sol, aunque esta percepción le resulte dolorosa y así, tras ese proceso de aprehensión de la realidad, se dará cuenta de que ha sido en realidad esta luz la que ha permitido la existencia de las sombras; deducirá pues que esa
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