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El Poder Del Estado


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  1.031 Palabras (5 Páginas)  •  199 Visitas

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Durante miles de años, los filósofos han argumentado que la sociedad debe otorgar grandes poderes a los gobernantes, porque solo un gran poder puede hacer retroceder a las fuerzas del mal (violencia, saqueo y desorden). Sin embargo, a menudo han concedido que esta solución tiene un defecto: los propios gobernantes poderosos pueden recurrir a la violencia y el saqueo.

En todo caso, las fuerzas positivas productivas de la sociedad siempre residieron en el mismo pueblo. Toda la verdadera paz, cooperación, producción y orden de los que disfruta la sociedad derivan del mismo. Así que el estado nunca fue una solución a un problema que el pueblo no podía resolver por sí mismo, sino que era él mismo un problema disfrazado como la única solución a los problemas cuyas soluciones reales ya estaban al alcance de la mano, si es que existían.

Dado que la destrucción de riqueza socava el bienestar social, ¿cómo ha llegado a ocurrir que el estado (una institución basada en la violencia y el saqueo) se haya impuesto a la cooperación pacífica como factor dominante en la vida social en prácticamente todo el mundo? Aunque esta sencilla pregunta requiere una respuesta compleja, sabemos que los gobernantes han usado el miedo (a ellos y a otros peligros conocidos y desconocidos) para aterrorizar a la gente y convencerla de que es incapaz de conseguirse seguridad, que solo el estado puede proporcionarla. Primero solo con el miedo, luego mediante una religión complementaria y finalmente mediante una ideología complementaria, las convicciones de la gente se retorcieron en forma compatibles con los gobernantes, los sacerdotes/ideólogos y la élite militar que vive a costa de las masas oprimidas, a quienes se mantiene a raya más con falsas creencias que con fuerza bruta.

Así sigue siendo hoy. ¿Puede pensarse alguna alternativa viable?

Los cabezotas se burlan de la idea que “el amor es la respuesta” a la lúgubre situación de la gente. Insisten en que hay fuerzas y hombres malvados actuando en el mundo, hombres a los que no les preocupa el amor y buscan solo fines viles, y que esa malevolencia solo puede eliminarse en la práctica afrontándolos con la fuerza y violencia adecuadas. Así que las supuestas “fallas de seguridad” alimentan una carrera hacia el fondo en la que los supuestos protectores se hacen cada vez menos distinguibles de los hombres malos que se supuestamente buscan dañarnos. Al afrontar el mal solo con la fuerza y violencia superiores e irreversibles de los gobernantes y su supresión superior e irreversible de nuestras libertades y medios de autoprotección, el objetivo último (un entorno social de seguridad real y cooperación pacífica) se aleja cada vez más de su consecución.

Jesús dijo: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (mateo 5:43-44). Por supuesto, la gente (incluso la mayoría de los cristianos, sin duda) dirá que esta admonición, por muy bien que pueda sonar en un sermón, es completamente inviable, que actuar de acuerdo con ella

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