El Valor De Educar Capitulo 2

Resumen prólogo y capítulo 2 de" El valor de educar" de Fernando Savater

Fernando Savater expone en el prólogo de su libro, El valor de educar, uno de los temas que más controversia está causando en la actualidad, la educación. Nos muestra el menosprecio social que existe actualmente hacia el magisterio y sus profesionales y cómo, a pesar de haber recibido una peor educación, cualquiera es capaz de ofrecerle una mejor a sus hijos, a pesar de que esto no garantice la obtención de buenos resultados. Muestra un especial interés por la crisis que está sufriendo permanentemente la educación actual y señala como principal causa el desconocimiento sobre las finalidades y objetivos que ésta persigue. Frente a este conflicto él se muestra optimista y considera que hay que hacer todo lo posible para remediarlo ya que el valor de educar es un acto de coraje.

Por su parte, en el capítulo 2 el autor reflexiona sobre los contenidos de la enseñanza, cuyo principal hándicap es el tiempo puesto que todo aprendizaje implica una conciencia temporal. Según Savater nadie puede librarse de instruir ni ser instruidos y, por ello, todos somos maestros y aprendices de nuestros semejantes. Y aquí es donde cobra importancia la labor del profesional de la educación puesto que cualquiera sea capaz de enseñar no significa que sea capaz de enseñar cualquier cosa.

Por otro lado, el autor, basándose en la idea de la Antigua Grecia, diferencia entre educación (integridad moral) e instrucción (vida productiva). La educación recaía en manos del pedagogo mientras que la instrucción formaba parte del maestro. Actualmente ambas son complementarias y sería obsoleto contraponerlas. En consecuencia, Savater prefiere hablar de capacidades abiertas y cerradas. Las abiertas son aquellas capacidades infinitas, que nunca acaban de aprenderse del todo y que, por tanto, despiertan más interés cuanto más se conocen. Por su parte, las cerradas son aquellas capacidades que una vez aprendidas pierden todo tipo de interés y se hacen de manera automática.

La habilidad de aprender es, por tanto, una capacidad abierta que nunca llega a su fin y que, a su vez, posibilita todas las demás. Lo verdaderamente importante, a la par que difícil, es enseñar a aprender.

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