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El Verdadero Conocimiento


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2013  •  Ensayo  •  1.756 Palabras (8 Páginas)  •  234 Visitas

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El Verdadero Conocimiento

Dr. Enrique Becerra

¡Qué apropiado ha sido el tema central de este Congreso de Educación! Educación: Ser y Saber. Incluye todo lo necesario y alcanzable en materia de conocimiento. La presencia aquí de educadores cristianos da a nuestra convención en esta mañana un marco más que apropiado para reflexionar con la iglesia acerca del verdadero conocimiento.

El conocimiento griego

Durante el período griego clásico se creía que el hombre podía conocer la verdad mediante una vida de contemplación. El conocimiento de un objeto requería entonces su inmovilización. Se establecía su estado ideal y perfecto, lo que permitiría establecer o conocer la esencia del objeto (lo más importante). De esta manera el conocimiento es una realidad en el mundo de las ideas. Es una manera de ver las cosas. De allí que el verbo “ver, mirar, contemplar” (theoreo) dio origen a nuestro término “teoría”. Lo que originalmente era un espectáculo para ser visto, llega a ser nuestro término para “una manera de ver una cosa”, “una manera de explicar un fenómeno o un objeto”.

El conocimiento, para el griego, es esencialmente teórico o intelectual. De esta manera la epistemología llega a ser una disciplina eminentemente filosófica. El conocimiento verdadero conduce a la idea perfecta. Para Platón este es el proceso que conducirá a la “realidad última”. Esto significa que el hombre puede alcanzar por medio de la razón el verdadero conocimiento. Entonces el hombre es el centro. La mente humana puede alcanzar por si misma la verdad absoluta y usarla posteriormente como guía de su vida.

El conocimiento hebreo

Muy diferente es el concepto de conocimiento que había en el mundo hebreo: conocer la verdad es conocer a Dios. Es tener una relación personal e íntima con él.

Ver un objeto estático no es conocerlo. Contemplar aún largamente un ser y hacerlo objeto de análisis hasta intentar aprehender su esencia, no es conocer. Conocer es integrarse al mundo y a la acción de lo que se quiere conocer... es vivir en tal relación con el objeto de nuestro interés que llegamos a familiarizarnos con su acción, con la manifestación de cada aspecto de su carácter, por medio de una acción que no es contemplativa, sino una verdadera experiencia. Una experiencia comprometida. Es por eso que Dios no puede ser el objeto de nuestro estudio, de nuestra especulación o de nuestras discusiones. Él es sujeto. Él es quien se da a conocer por medio de la Revelación, sea ésta Especial o Natural. Dios es el centro de todo conocimiento, y toda verdad proviene de Él.

Maestros, profesores cristianos, no podemos pretender realizar la tarea nuestra dicotomizando el conocimiento de la fe. El niño o el joven bajo nuestro cuidado es una unidad indivisible que requiere una educación orientada por la revelación divina; todo conocimiento es allí una experiencia diaria. No se obtiene el verdadero conocimiento por medio del mero estudio y la investigación. Se lo obtiene a partir de una relación personal con Dios, quien se revela a sí mismo y con Él se revela toda la verdad.

El conocimiento cristiano

El conocimiento cristiano no es conocer el nombre de Jesucristo o saber qué cosas ha hecho. No es escuchar hablar mucho de él, o aún verlo y conocer su rostro. Tampoco es tener una opinión acerca de él. Existen muchas teorías acerca de Jesús y sus enseñanzas.

El conocimiento cristiano es tener un encuentro personal con Jesucristo y establecer una relación. Usar de mi tiempo para estar con él, oírlo, hablar con él... hacerle preguntas y contestar sus preguntas. Finalmente compartiré sus intereses, porque lo entiendo y nuestros frecuentes encuentros me llevarán a armonizar con él. Terminaré por tener suma confianza en él, porque llegaré a amarlo.

El apóstol Juan declara que la vida plena, eterna y abundante se consigue solamente por medio del conocimiento de Dios y de Jesucristo el Enviado (Juan 17:3). Es interesante que Juan prefiere el uso del verbo conocer, antes que el sustantivo conocimiento. Para él el conocimiento es dinámico, atractivo. Recibirlo significa participar de una relación diaria con Jesucristo. De esta manera la vida eterna es más que algo futuro que se recibirá un día: es una experiencia presente con Dios. El verbo conocer permite ver este conocimiento como algo progresivo, lineal, antes que un punto o un estado al cual se llega.

Según Hebreos 5:11-14 los maestros cristianos muestran su conocimiento y madurez cuando “por el uso” (por la práctica) saben la diferencia entre el bien y el mal. El conocimiento especulativo no forma parte de lo que llamaríamos hoy verdadero conocimiento.

En su experiencia con los intelectuales de su época, Pablo reconoce la existencia de un conocimiento que envanece (1 Cor. 8:1) y de una sabiduría que es de este mundo (1 Cor. 1:20). Sin embargo, en la misma epístola el apóstol habla de otra sabiduría que nos hace humildes, aceptando que por nosotros mismos no sabemos nada.

Es una sabiduría que sólo Dios puede dar. Esta es la sabiduría divina (1 Cor. 2:6-7 y todo el capítulo 3). No sólo debemos obtenerla, sino que debemos progresar en ella continuamente, procurando la

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