El juicio de Sócrates

La apología comienza con la deliberación de los jueces sobre la inocencia o culpabilidad del acusado. Primero le decían a Sócrates que el era un hombre peligroso, que intentaba penetrar los misterios del cielo y de la tierra y que tenia la maña de hacer buena la peor causa, y que enseñaba públicamente los secretos. Sócrates se defendió diciendo que jamás se había mezclado en las cosas divinas, que su enseñanza no era como la de los sofistas que exigían salario. Esforzándose por hacerles ver a los demás su falsa ciencia y a otros su ignorancia ha conversado sucesivamente con los poetas , con los políticos, con los artistas y con los oradores; con los hombres que pasan por los más hábiles y los más sabios de todos; y como ha visto en los unos y en los otros, en medio de su exagerada pretensión a una sabiduría y a una habilidad, igual incapacidad para justificarlos hasta en el dominio limitado de su respectivo arte, declara que a sus ojos la sabiduría humana es bien poca cosa, o más bien , que no es nada si no se inspira en la única verdadera sabiduría, que reside en Dios, y que sólo se revela al hombre por las luces de la razón. Pero los enemigos de Sócrates no se contentaron con acusaciones generales, y formularon estas dos acusaciones concretas: primero, que corrompía a los jóvenes; segundo, que no creía en los dioses del Estado y que los sustituía con extravagancias demoniacas. Estos dos cargos se llamaban y apoyaban el uno al otro , porque tenían por fundamento común el crimen de ultraje a la religión. Sobre el primer punto , Sócrates responde solamente que por su interés personal no era fácil que corrompiera a los jóvenes, porque los hombres deben esperar más mal que bien de aquellos a quienes dañan. Su defensa sobre el segundo punto no es más categórica. Porque, en lugar de probar a Melito que cree en los dioses del Estado, Sócrates cambia los términos de la acusación, y prueba que cree en los dioses, puesto que hace profesión de creer en los demonios, hijos de los dioses. Pero estos dioses son los de la república, sobre esto no dijo nada. Sócrates toma de repente un carácter de elevación y fuerza, cuando invocando su amor profundo a la verdad y la energía de su fe en la misión de que se cree encargado, revela, delante dé los jueces, el secreto de toda su vida. Si no ha vivido como los demás atenienses; si no ha ejercido las funciones públicas, no ha sido por capricho si no por que obedecía la voluntad de un dios.

Después los jueces lo declaran culpable Sócrates declara que se somete a su condena, pero su firmeza debió convertirse en orgullo por que rehusó el derecho que daba la ley para fijarse a si mismo la pena, se cree digno de ser alimentado en el pritaneo a expensas del estado, que era la mayor recompensa que en Atenas se dispensaba a un ciudadano, entonces aumentaron los votos en contra de el para que muriera.

Si el objetivo de platón hubiera sido justificar

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