El sentido clásico de la vida
Enviado por angggiee • 11 de Mayo de 2014 • Trabajo • 986 Palabras (4 Páginas) • 185 Visitas
EL SENTIDO CLÁSICO DE LA VIDA
Siguiendo la terminología dialéctica de Hegel, podríamos decir que los clásicos estaban ya
en lo cierto con respecto al sentido de la vida, atinaban con la finalidad, y el para qué de la
existencia, pero de forma tética, esto es, ingenua (tesis). Deberemos superar ciertas antítesis
para volver a ese sentido, ya endurecido por la lucha, de forma más consciente y plena.
Pues bien, el sentido de la vida clásico era fundamentalmente físico. Es en el mundo, en la
naturaleza (phýsis) donde se encuentra objetivamente el sentido del ser y del ser humano.
Incluso Platón, pese a su idealismo, consideraba que la meta, el modelo a seguir, esto es, las
ideas eran entidades reales, existentes, dadas a la inteligencia humana que fuese capaz de
trascender el mundo aparente de nuestros sentidos. No entraremos a discutir si tales
idealidades son o no parte de la phýsis (no creo que ningún griego concibiera un mundo sobre- natural o sobre-físico, sino que lo material y lo ideal, incluso los dioses, estarían circunscritos
en la omniabarcante madre naturaleza o phýsis). Pero sí que diremos que los valores, los
modelos de comportamiento y, por tanto, las claves para comprender nuestro lugar en el
mundo estaban “escritas” en la realidad, con independencia de nuestra voluntad o de nuestros
deseos, de modo que eran objetivas, eternas e independientes incluso de los dioses (y aun del
Demiurgo). El sentido en cuanto finalidad de todo ente, por un lado, sería tender a la idea de la
que participa. Por otro lado, el Bien sería el sentido en cuanto origen de todo ente (el Bien es
lo que hace posible el mismo existir y la posibilidad de la existencia de las propias esencias). El
sentido de la vida humana sería más complicado por cuanto nuestra esencia contiene la
posibilidad de conocer las ideas. Por tanto, es el conocimiento de las ideas y, en último
término, el conocimiento del Bien mismo lo que posibilita el ejercicio del bien ético
(intelectualismo moral), así como del bien político (justicia) y lo único que nos puede otorgar la
felicidad plena.
“Lo mismo puedes decir que los seres inteligibles no sólo reciben del bien su inteligibilidad,
sino también su ser y su esencia, aunque el bien mismo no sea esencia; sino una cosa muy por
encima de la esencia en razón de dignidad y de poder”1 Ciertamente, Platón situó esos modelos explicativos del sentido de nuestras vidas en una
especie de otro mundo, de reino extramundano independiente de la materia de la que están
hechas las cosas que nos rodean. Por ello tuvo Aristóteles que corregir la teoría de su maestro
haciéndole ver que la razón de nuestra existencia, el porqué y el para qué de los seres
naturales está contenido en el propio ente físico que somos cada uno de nosotros.
Todo ente, según la teoría hilemórfica, está compuesto de materia y forma. La materia
entendida como los materiales que configuran el ente (madera, hierro o cal) es la denominada
materia segunda. Sin embargo, todo ente es, ante todo, un ser, un existente. Esa composición
primaria de ser, sería, a nuestro entender, la materia primera. Así un ente es y es de hierro, por
1 Platón, República, Libro VI, pg 268. Ed. Edaf.
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