Ensayo Los Miserables
Enviado por victorzapo • 27 de Febrero de 2013 • 2.467 Palabras (10 Páginas) • 1.120 Visitas
Ensayo de la obra
“Los Miserables”
Autor: Víctor Hugo
Alumno: Víctor Rosario Nuño Sánchez
Materia: Dibujo Industrial
Sección: D08
Maestro: Pablo Enrique Trejo Arias
Fecha: 06 de Octubre de 2012
La obra literaria “Los Miserables” es escrita en el siglo XIX por el francés Víctor Hugo.
Cabe señalar que este escritor pese a su nacionalidad francesa, manifestó desde su exilio, un apoyo al pueblo mexicano, en contra de la ocupación francesa en nuestro país, protestando en contra del entonces emperador Napoleón III a quien se refería como “El pequeño”.
Esta vasta obra contiene diversos temas, narrando la historia de varios personajes como lo son: Fantina, El obispo Carlos Francisco Bienvenido Myriel, la familia Thenardier, Javert, Mario, Cosette y Juan Valjean quien con su vida crea un vínculo entre los anteriores. A su vez que narra sucesos históricos de la Francia del siglo XIX, e incluso ahondando en batallas particulares como la histórica batalla de Waterloo.
En mi opinión, esta obra dista mucho de la realidad que ahora vivimos, en aspectos como que ahora, los ex presidiarios son vistos con cierta naturalidad e incluso se pretende reinsertarlos a una vida productiva en la sociedad, mientras que en la obra se ve a los presidiarios como personas a las cuales se les ha arrebatado todo vestigio de dignidad, las cuales no gozan siquiera de lo que ahora consideraríamos derechos humanos. Una vez ex presidiarios estas personas siguen siendo vulneradas y ultrajadas además de ser vistas como personas que más que ser de una clase social baja, ni siquiera tienen una clase social, siendo así vistos como seres despreciables.
Otro aspecto que en algunos sentidos es diferente, es el estilo de vida que ahora puede llevar una madre soltera en comparación al relatado en la obra.
Mas sin embargo también creo que aún sigue vigente lo que yo consideraría el mensaje principal de la obra, que a mi parecer este trata del honor y la luz o sombra que nuestras acciones pueden proyectar sobre nuestro camino.
En la primera parte hay un capitulo que me parece muy interesante y apasionante, este capítulo es denominado “Un Justo” palabra de aparente sencillez pero que lo expresa todo de una persona, describe una cualidad que al menos en nuestros tiempos no es fácil de encontrar, pues no es suficiente ser de una buena posición social, acaudalado, profesional, versado e incluso apegado a la religión para ser justo. Se requieren otro tipo de cosas, que a veces llegan a ser despreciadas, olvidadas e ignoradas, pero que hacen de aquel que las posee un verdadero humano.
Este capítulo relata la vida de Carlos Francisco Bienvenido Myriel, quien era obispo de la parroquia de “D”. Este hombre había decidido vivir de una forma muy humilde, aun cuando su salario de obispo le daba para vivir de una forma casi ostentosa, se conformaba con tener una vida decorosa en una casa que aunque pequeña, siempre permanecía muy limpia.
El dinero que le sobraba debido a la austeridad lo utilizaba para apoyar a los más pobres de su comunidad. A estos les visitaba y entregaba ya sea dinero o comida mientras que a los ricos solo los visitaba cuando los fondos se habían agotado ya y necesitaba más dinero, como ya hemos dicho para seguir ayudando a sus feligreses.
Su afán de ayudar era tal, que había dado su casa para ser utilizada como hospital, pues el pueblo requería de uno. Es por esto que vivía en una pequeña casa pues decía que el cabía perfecto en esa casita mientras que los enfermos se acomodaban perfectamente en la gran casa que le había sido dotada por el obispado.
Lo único que tenía monseñor Bienvenido con un considerable valor material era: un candelabro de plata y un par de cubiertos del mismo material los cuales utilizaba diariamente pues decía que los cubiertos de otro material le daban algún sabor desagradable a la comida y además era el único lujo que se daba y sentía que lo merecía.
En alguna ocasión monseñor bienvenido recibió en su casa, siendo ya de noche a una persona que vestía harapos y lucia muy mal, esta persona había llegado hasta aquí procedente de todas las posadas que había en aquel pueblo, pues de todas había sido expulsado. El obispo al recibirlo lo trato con respeto, como se trata a cualquier visita, este hombre no estaba acostumbrado a que alguien le tratase así y se sorprendió mucho, entonces le dijo que era un ex presidiario a lo que monseñor Bienvenido no tuvo ningún inconveniente, ni ninguna observación de cualquier índole. El invitado fue llevado a una habitación que se le adecuo en ese momento para que pasara la noche cómodo, después cuando la cena estuvo lista fueron llamados a la mesa, la cual estaba servida como de costumbre excepto por los artículos de plata, pues la Sra. Magloire había considerado peligroso mostrarlos, sabiendo quien era su invitado, pero el obispo le replico esto y le pidió que los pusiera en la mesa tal como lo hacía siempre. La cena trascurrió y mientras todos dormían el hombre que estaba de visita decidió robar los artículos de plata y huir en la oscuridad, lo hizo y fue aprendido por unos gendarmes quienes lo llevaron ante el obispo para que los regresara y lo pudieran recluir nuevamente, pero tanto los gendarmes como el mismo hombre se sorprendieron cuando el obispo dijo que no había ocurrido ningún robo sino que él se los había regalado a su invitado, durante el desconcierto el obispo se acercó al oído del miserable y le dijo: recuerda que os he dado bajo la promesa de que serás un hombre de bien.
Estas palabras trastornaron al hombre que no sabía si sentirse humillado o agradecido hacia aquel que no le había delatado. ¿Pero quién era este miserable hombre?
Era un ex presidiario que había cometido el crimen de robar un pan para alimentar a sus sobrinos por lo cual le habían dado unos meses, pero una vez en prisión tuvo un problema y luego otro y otro más, cayendo en un espiral de angustia y problemas que lo fueron transformando en una especie de bestia que no era cuando había entrado allí, esto resulto en permanecer 19 años en prisión. Una vez liberado no sabía qué hacer y era despreciado por la sociedad que no le permitía siquiera trabajar, ante esta situación fue que tuvo su encuentro con el obispo, encuentro que lo marco con sus palabras finales.
Este miserable ex presidiario llevaba el nombre de Juan Valjean.
Después de este encuentro Juan Valjean continuó con su vida, pero en su cabeza se gestaba una revolución, por una parte el
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