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Escrito Sobre El Sentir


Enviado por   •  13 de Febrero de 2014  •  493 Palabras (2 Páginas)  •  262 Visitas

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¿Sentir?, durante toda mi vida, el exceso del hedonismo me caracterizó como mujer. Sentir en exuberancia la furia del pasado, la tristeza de la inaceptación de los demás, el anhelo de lo que pudo ser, y el placer momentáneo de brindar la oscuridad de mi alma; constituyen las conexiones intravenosas del organismo de mi pensamiento. Yo soy deseo, yo soy un torbellino de venganza que arrasa con toda señal de belleza y perfección existente, yo soy las Keres en un devastado cuerpo que excreta por cada poro la angustia de volverla a ver.

Primer tijeretazo: La tensión me abruma, al fin ha llegado la última etapa del proyecto Némesis. Un escalofrío de exaspero interrumpe mi contemplación de la obra teatral de su quietud femenina. Observaba en la decaída cabeza de Ana, una alta dosis de confusión severa, docilidad extrema, y debilitación física y mental intensa.

Segundo abrir y cerrar de tijeras: Me conmueve un poco la pasividad y docilidad de aquel organismo, tan hermoso, tan tranquilo, tan todo lo que deseo ser y adquirir. La agasajo, la mimo, la acaricio; la amo explosiva y nostálgicamente en mi mente mientras vuelvo a deslizar las tijeras por su lúgubre y liso vestido. ¿Vestido? Yo lo llamaría estorbo, un impedimento que todos solemos cargar para evitar el disfrute de un rato de apacibilidad con la flor que necesitamos regar.

¿Cortar?, mejor aún, es sentir. Cada abrir y cerrar de tijeras, es un paso menos para llegar a la cúspide del vestido, de mi deseo, de su desnudez; de la exposición de la verdad que todas tratan de esconder por medio de nauseabundas telas y velos. Yo codicio eso, la pura y más tangible verdad, tan palpable que no sólo la percibo y la observo, sino que la siento firmemente. El desliz del vestido acariciando de arriba abajo el cuerpo de Ana, me remite a concebirme como un céfiro que hace lo mismo con su cuerpo.

Por fin presenciaré su vestido caer de la forma tan abrupta en que caería ella ante mi amor en la penumbra del insoportable dolor que nos abrazaba a ambas. Último corte, el último abrir de mis ojos y corazón. Cierro las tijeras, me convierto en el vestido que se desmorona ligeramente ante sus pies. Mientras me desplomo hacia el abismo de mi ser, me escabullo al insondable desespero de sentirme necesitada por un ente externo.

No soy nada, no soy nadie, mi naturaleza esencial se desplaza hacia el precipicio de Ana paulatinamente. Me derramo en su boca y su piel ahora descubierta, indagando en qué vacío de su ser puedo depositarme. Sin ser tangible ni evidente lo encuentro, y como lo sospechaba, su luminosidad requería moldearse por mi sombra. Por última vez vuelvo a saborear mi excéntrico hedonismo para deshacerme de él por completo. Las Keres que se habían engendrado en mi razón despegan y vuelan eternamente hacia Ana. La inyecto fatídicamente con mi esencia y desaparece su presencia conjunto a mi crudeza.

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