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¿Estás preparado? La lectura que te espera detrás de estas puertas es prácticamente un milagro.


Enviado por   •  8 de Abril de 2017  •  Resumen  •  3.404 Palabras (14 Páginas)  •  228 Visitas

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Prólogo

¿Estás preparado? La lectura que te espera detrás de estas puertas es prácticamente un milagro. Quizás no te asombre, porque el libro en el que se encuentran estas historias opaca el misterio de su presencia. En apariencia, este es un libro como tantos otros; pero solo en apariencia. Que podamos leerlo, que lo comprendamos y, sobre todo, que llegue a interesarnos y a conmovernos son verdaderas manifestaciones de un prodigio.

Los mitos que aquí se narran fueron tomados, y levemente adaptados, de antiguos autores griegos y latinos. Los escritores que les dieron forma literaria lo hicieron, a su vez, de relatos más antiguos aún, que formaban parte de las religiones y de las creen­ cias de sus pueblos.

Veamos a Hesíodo, por ejemplo, autor de la Teogonía. No se

sabe con certeza en qué años vivió, pero se lo sitúa alrededor del 750 a. C. Eso significa que vivió hace 2750 años. Si se calcula que cada 25 años nace una nueva generación, ¿cuántas genera­ ciones transcurrieron desde Hesíodo hasta hoy?


¿Quién de nosotros conoce el nombre y el apellido de sus familiares a partir de la tercera o cuarta generación? ¿Quién pue­ de imaginar cómo era un día cualquiera de la vida de nuestros tatarabuelos: qué comían, qué pensaban, qué era lo que sentían? Si a veces nos vemos tan alejados de nuestros propios padres o abuelos, ¿cómo podemos entender y compartir algunas de las ideas, pensamientos o sentimientos escritos por alguien que vi­ vió hace casi 3000 años?

El hambre siempre acompaña al holgazán.

El trabajo no es ninguna deshonra: la inactividad es una deshonra. Si trabajas, pronto te tendrá envidia el indolente al hacerte rico. La estimación y la valía van unidas al dinero.

Aprecia al amigo y acude a quien acude a ti: da al que te dé y no des al que no te dé. A quien da cualquiera da, y a quien no da nadie da.

¿No parecen los consejos que suelen oír en boca de sus pa­ dres o de sus abuelos? Fueron escritos por Hesíodo, en el libro Los trabajos y los días, como advertencias para su hermano Perses. Cuando los leemos, nos resultan tan comprensibles y tan fami­ liares que nos preguntamos si cada época vuelve a pensar las mis­ mas ideas y a dar los mismos consejos, o si estas ideas y consejos han llegado hasta nosotros prácticamente intactos, en un largo viaje de unos 3000 años.

 El túnel del tiempo... ¡existe!

La imagen de los viajeros que suben a una máquina y viajan hacia adelante y hacia atrás en el tiempo es una de las preferidas de la ciencia ficción y, por ahora, parece un sueño imposible de realizar. Sin embargo, podemos considerar que el libro es como esa máquina que atraviesa las épocas en dos sentidos. Con él, los lectores de hoy pueden remontarse a los tiempos de la antigua Grecia, y a la vez una voz de aquella época logra materializarse en nuestra era para darnos consejos y contarnos historias en la intimidad de la lectura.

Pero este viaje está plagado de peligros: el fuego y el agua que destruyen los manuscritos, el olvido que los aparta, los tiranos que prohíben su lectura, el tiempo que los vuelve lejanos o poco comprensibles. A pesar de todo, hay viajeros que se suben a esta nave muy confiados, como lo demuestran las palabras con las que el poeta latino Ovidio concluye su obra fundamental, Meta­ morfosis (el destacado es nuestro).

Y ya he completado la obra, que ni la cólera de Júpiter ni el fuego, ni el hierro, ni el voraz tiempo podrá destruir. Que cuando quiera aquel día, que no tiene ningún derecho a no ser sobre este cuerpo, ponga fin al transcurso de mi insegura vida: sin embargo, en la mejor parte de mí seré llevado eterno por en­ cima de los elevados astros, y mi nombre será imborrable y, por donde se extiende el poderío romano sobre las domeñadas tierras, seré leído por boca del pueblo, y a lo largo de todos los siglos, gracias a la fama, si algo de verdad tienen los vaticinios de los poetas,   viviré1.

1 Ovidio, Metamorfosis, Madrid, Cátedra, 1999.


Del 700 a. C. al presente: el viaje de la obra de Hesíodo

Para comprender en profundidad cuáles fueron las dificul­ tades que sorteó una obra antigua para llegar a nuestras manos, tomaremos como ejemplo la Teogonía de Hesíodo.

De este poeta se conservan tres libros completos, la Teogonía, Los trabajos y los días y El escudo de Heracles. Se supone (por ci­ tas de testimonios antiguos y por fragmentos de papiros) que su producción literaria completa abarcaba unas catorce obras más. De algunas de ellas se han preservado importantes fragmentos; otras se han perdido por completo.2

Al recrear este largo trayecto –y el de cualquier obra antigua– debemos prestar atención a dos aspectos convergentes:

  1. Los soportes materiales de la escritura. Los materiales so­

bre los que se escribió una obra (papiro, cueros, tablillas, papel) son fundamentales para que se conserve su contenido.

  1. La transmisión cultural. La condición principal que debe

cumplir una obra para atravesar el tiempo es encontrar lectores entusiastas.3 Para que la transmisión continúe de una generación a otra, estos lectores, a su vez, deben enseñarla, comentarla y re­ producirla de algún modo. Durante muchísimos siglos, el único modo de reproducción de la letra escrita fue el copiado manual.

  1. La misma pérdida –grande, si se compara lo que se conservó con lo que se produjo– sufren los poetas trágicos. Esquilo, autor de Prometeo encadenado, escribió alrededor de noventa tragedias y solo se rescataron siete. Eurípides, que escribió Ifigenia en Áulide, que se presenta adaptada en este volumen, escribió también noventa obras, de las cuales se conservan dieciocho.
  2. Subrayando esta idea encontramos la forma en la que Jorge Luis Borges define un libro clásico: “Clásico no es un libro […] que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”. Cf. Borges, Jorge Luis, “Sobre los clásicos”, en Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1987.

 La transmisión en el mundo griego

El rollo de papiro

En la Grecia clásica no había libros con el formato que cono­ cemos hoy, ni papel, ni muchas personas que supieran leer. Los libros de aquella época tenían otras formas y otros materiales. Se los llamaba rollo o volumen. Probablemente, Hesíodo escribió el poema original en un soporte más rudimentario, como tablillas de madera o pieles de animales tratadas especialmente. Pero a me­ dida que avanzaba la civilización griega, sus autores fueron adop­ tando el rollo como soporte para conservar las obras literarias.

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