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Eternidad, Creación y Tiempo


Enviado por   •  24 de Agosto de 2020  •  Reseña  •  1.580 Palabras (7 Páginas)  •  141 Visitas

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Eternidad, Creación y Tiempo.

Agustín nos introduce a sus Confesiones con una continua oración a Dios, en donde reconoce sus pasos pasionales de ese temperamento ardiente, su espíritu soberbio y orgulloso de una inteligencia fenomenal que lo abarcaba antes de esa gran obra que Dios plasmó en su vida desde la incredulidad hasta la fe, que crea toda una interpretación de su vida como un camino predestinado. Sin embargo, en los últimos libros podemos notar interesantes desviaciones filosóficas, que abren las puertas a nuevas formas de interpretación, pues si bien en los primeros libros Agustín pone en evidencia toda experiencia de lo visible y mutable, en el libro XI se pregunta por el tiempo, que expondrá a partir de esas cuestiones contradictorias entre eternidad y temporalidad.

Desde el inicio del libro XI, Agustín nos expone el tema: “Siendo tuya la eternidad, Señor, ¿acaso ignoras lo que te estoy diciendo o ves en dimensión temporal lo que sucede en el tiempo?” (Confe, XI, I,I). Aquí Agustín nos confiesa que Dios es eterno, toda su sapiencia es un hoy, ahora, es sin tiempo, pero en cuanto a nosotros, lo analizamos en medio de los intactos cambios del tiempo. Sin embargo, ¿qué objetivo tiene confesarle a Dios que es tan inefable y que lo sabe todo? Agustín nos expone aquí cómo las Confesiones no son para que Dios se ilustre, tampoco es simplemente confesarse, son para hallar un camino hacia él, confesar a Dios, rememorarlo y alabarlo por su bondad eterna. Por esto Agustín va más allá de sus pensamientos y reflexiones introspectivas, y se dedicó a descifrar los secretos y enigmas de la Santa Palabra donde se encuentra la verdad para enseñárselo a otros.

Agustín pide ayuda divina para poder narrar y plasmar de la manera correcta su comprensión de esas primeras palabras del Génesis “en el comienzo de todo, Dios hizo el cielo y la tierra” (génesis 1.1). Palabras que Agustín expone literalmente: “Quisiera oír y entender de qué modo en el principio has hecho el cielo y la tierra” (3,5). Agustín nos dice que podemos comprenderlas desde nuestra interioridad, pues solo así lograremos alcanzar y elevarnos en la comprensión de la existencia temporal en dirección a la eternidad de su Creador, entender la mutable complejidad de las cosas que han sido creadas por él.

Aquí comienza todo un análisis de la creación y la creaturalidad de todas las cosas, y surge la pregunta de que, si Dios ha hecho el mundo, ¿cómo lo hizo? Agustín encuentra una respuesta justo en su plegaría: “…Palabra tuya por medio de la que has hecho todas las cosas, entre las cuales también a mí; hijo único tuyo por medio del cual has llamado en adopción al pueblo de los creyentes, entre los cuales también a mí.” (548), plegaría que podemos relacionar directamente a la primera parte del Evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.” (Reina Valera, 1969, Juan 1:1-3). Pues es en el Verbo donde todas las creaturas cobran existencia incluyendo al tiempo, por esto diríamos en el principio, pues desde que el primer cuerpo es creado germina también a la vez el tiempo, la Palabra divina creadora no está en el tiempo, es eterna. Así, podemos notar cómo Agustín se encuentra atraído por la idea de cómo lo temporal puede estar unido a lo eterno y la acción del verbo en la creación, desea descifrar ese vínculo

presente y evidente entre creación, eternidad y tiempo. “He aquí que existen el cielo y la tierra. Gritan que han sido hechos, y es que cambian y varían. En cambio, en todo cuanto no ha sido hecho y, sin embargo, existe, no hay nada que no existiese previamente, que es en lo que consiste cambiar y variar.” (550). Podemos ver de una manera implícita ya la mención al tiempo, en que lo mutable es de cualidad temporal y de lo contrario sería de cualidad eterna, divina.

Hasta aquí es importante decir que esa cualidad y acción divina se presenta en una realidad atemporal. Según Agustín, solo existe el tiempo si hay cambio-movimiento, que se produce solo es las criaturas y no en el creador, Dios es inmóvil e inmutable. No hay tiempo antes de la creación, pues en Dios no hay un antes ni un después, “En resumen, no hubo un tiempo previo en que tú no hubieras hecho nada, porque tú habías hecho el tiempo mismo. Y ningún tiempo es coeterno a ti, porque tú permaneces.” (560)

A partir de aquí, del párrafo 14,17, Agustín iniciará con el problema del significado del tiempo, su medida y las cuestiones que trae comprender el tiempo pasado, presente y futuro. Se expone de manera explícita la pregunta por el tiempo:

“¿Qué es entonces el tiempo? ¿Quién podrá explicarlo concisa y fácilmente? ¿Quién podrá comprenderlo, al menos con el pensamiento, para formular una explicación al respecto? Y sin embargo ¿qué otra cosa recordamos al hablar más cercana y conocida que el tiempo? Y eso que cuando hablamos de él sabemos a qué nos referimos y también lo sabemos cuándo lo oímos en boca de otro. ¿Qué es entonces el tiempo...?

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