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Enviado por   •  27 de Septiembre de 2012  •  Informe  •  518 Palabras (3 Páginas)  •  644 Visitas

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Tomás ha distinguido muy bien ambos sentidos:

Hoc numen hibitus ab habendo est sumptum: a quo quidem numen habitus dupliciter derivatur: –uno quidem modo

secundum quod homo vel quaecumque alia res dicitur aliquid habere–; alio modo secundum quod aliqua res aliquo

modo habet se in seipsa, vel ad aliquid aliud.

Habitud significa, pues, primeramente, «haber» adquirido y apropiado; pero significa además que este «haber»

consiste en un «habérselas» de un modo o de otro, consigo mismo o con otra cosa; es decir, en una «relación», en

una «disposición a» que puede ser buena o mala: la salud, por ejemplo, es una buena disposición del cuerpo para la

vida; la enfermedad, al revés, mala disposición. Pero ¿en orden a qué dispone la habitud moral? En orden

principalmente al acto. Los hábitos son habitudes en orden a la naturaleza y, a través de ella, a su fin, la operación.

Consisten, pues, en disposiciones difícilmente admisibles para la pronta y fácil ejecución de los actos

correspondientes. Los hábitos se ordenan, pues, a los actos, y, recíprocamente, se engendran por repetición de

actos. Ahora comprendemos la enorme importancia psicológica, y por ende moral, de los hábitos: determinan nuestra

vida, contraen nuestra libertad, nos inclinan, a veces por modo casi inexorable: «Virtus enim moralis agit inclinando

determinate ad unum sicut et natura», puesto que la costumbre es, en cierto modo, naturaleza. Y así puede llegar un

momento de la vida en que la responsabilidad moral del hombre radique, mucho más que en el presente, casi

totalmente comprometido ya, en el pasado; mucho más que en los actos, en los hábitos.

Tras los anteriores análisis –los de este capítulo y todos los de la primera parte– vemos que la Ética o Moral, según

su nombre, tanto griego como latino, debe ocuparse fundamentalmente del carácter, modo adquirido de ser o

inclinación natural ad agendum; y puesto que este carácter o segunda naturaleza se adquiere por el hábito, también

de los hábitos debe tratar la Ética.

Ahora bien: en este nuevo objeto material –carácter y hábito– queda envuelto el anterior, los actos, porque, como

dice Aristóteles, hay, pues, un «cνrculo» entre tres conceptos, modo Ético de ser, hábitos y actos, puesto que el

primero sustenta los segundos y estos son los «principios intrínsecos de los actos», pero, recíprocamente, los

hábitos se engendran por repetición de actos y el modo ético de ser se adquiere por hábito. Estudiemos, pues, a

continuación, y en general, los actos, los hábitos y el carácter, considerados como objeto material de la Ética.

Empezando por los actos, lo primero que debemos preguntar es cuáles, entre los actos que el hombre puede

ejecutar,

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