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Filosofia De La Ciencia


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2012  •  1.537 Palabras (7 Páginas)  •  387 Visitas

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La filosofía de la ciencia y su importancia en el desarrollo del ser humano

El ser humano es curioso por naturaleza. Siempre nos preguntamos qué hay detrás de las cosas y por definición no tragamos entero. Las ideas hay que masticarlas, así como la comida. Pero, esta evolución mental ha ocurrido a través de miles de años. No solo hemos evolucionado biológicamente sino intelectualmente. A través de todas las anécdotas contadas de boca en boca o plasmadas en textos, hemos visto como el mismo ser humano ha sido el que más ha cuestionado sus propias ideas. Grandes pensantes han sido acusados y ejecutados debido a esta curiosidad. Por tratar de mover masas y enseñarle a la humanidad nuevas ideas y conocimientos. Preguntas que hasta ahora no han sido respondidas en su totalidad. Preguntas como ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? No han sido satisfactoriamente aclaradas. Pero, ¿es esta condición humana la que nos lleva a seguir avanzando? ¿Es esto lo que nos lleva a seguir buscando respuestas y a no estar satisfechos con lo que sabemos? ¿Es esta condición la que nos lleva a evolucionar y a no ser derrotados por la implacable naturaleza? ¿En realidad hay algo detrás de todo lo que superficialmente vemos? ¿Podríamos decir que es la filosofía, todas estas preguntas, lo que impulsa a la ciencia y nos lleva a crear mejores condiciones de vida y a prolongar nuestra existencia? ¿Lo que nos hace avanzar científicamente?

El Comienzo

Mirando hacia el pasado, no muy distante, encontramos como el ser humano evoluciono sus propias ideas de entre conflictos entre sí mismo, el abuso del poder y sus interrogantes generaron una guerra de ideas que solo hasta ahora podemos comenzar a entender.

Si repasamos lo que Carl Sagan dijo en su obra el cosmos, específicamente en el espinazo de la noche, vemos como el ser humano se ha cuestionado desde sus principios como fue que llegamos aquí, quien nos creo y que es lo que sostiene este mundo en que día a día nos movemos. Plasmamos en cuevas y rocas megalíticas, coincidencialmente o no, las creencias acerca de nuestra existencia, como queriendo dejar un legado a nuestros hijos y futuros descendientes de lo que nos preguntábamos y nos imaginábamos dio existencia a nuestras cortas vidas. Creímos que el universo se limitaba al espacio recorrido por nuestros pies y luego al darnos cuenta de que había lugares inexplicables a los que no podíamos llegar empezamos a imaginar mitos y dar explicaciones aparentemente irrefutables de seres divinos que nos crearon de barro, maíz y demás materiales racionales que teníamos a mano. Todo esto combinado con el poder de una fuerza divina que no dejaba espacio a contradicciones. Aprendimos a observar, a hacernos más preguntas más frecuentemente y a crear duda donde antes solo había verdades. La religión se hizo poderosa y beneficio a todos los que creyeron en su poder divino y salvador y sentencio a muerte a sus enemigos. A aquellas personas que aprendieron a observar para poder concluir lo que nos sucedía. “Aristóteles consideraba la investigación científica como una progresión de las observaciones hasta los principios generales” y tal como sus antecesores que definieron que todos los cuerpos estaban compuestos por átomos fueron vistos de manera incrédula por las masas ciegas que no sabían interrogarse. El también plasmo en sus escritos todas sus ideas antes de retirarse de Atenas y sus discípulos continuaron con sus inquietudes y de generación en generación fuimos comenzando a entender cómo funcionaba el universo. Muchos valientes fueron condenados a ser quemados vivos por la falta de aceptación de sus teorías que eran calumniadas y cegadas con explicaciones divinas, tal y como sucedió con Copérnico cientos de años después con su teoría heliocéntrica.

Aprendimos entonces a seguirnos cuestionando y a avanzar científicamente siguiendo el método de la observación de Aristóteles y escalamos sobre aquellas cosas que ya era aceptadas dentro de la comunidad científica, como el método empírico y científico, aunque se nos siguió tildando de herejes e hipócritas. La historia nos llevo a una época de grandes descubrimientos y aceptación que poco a poco fue relajando el campo de batalla entre creencias divinas y científicas y dio más espacio a mejores condiciones para seguir el desarrollo científico. La iglesia y la ciencia encontraron un punto medio entre lo divino y lo explicable y mentes brillantes nacieron para seguirse cuestionando y así dar más cabida a lo que denominaríamos filosofía de la ciencia. Pero, la pregunta acerca de nuestra existencia obligo a mas mentes brillantes a sustentar nuevas teorías cosmológicas y a dar comienzo a una nueva

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