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Filosofia


Enviado por   •  14 de Octubre de 2012  •  2.006 Palabras (9 Páginas)  •  317 Visitas

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Antropología Flosófica de Ernst Cassirer

CASSIRER

ANTROPOLOGIA FILOSOFICA

Introducción a una filosofía de la Cultura

PREFACIO: El autor dedica el prefacio a explicar los antecedentes de este libro y los motivos que tuvo para escribirlo y ya anticipa algo sobre su contenido al decir: “Un libro que se ocupa de cuestiones psicológicas, ontológicas, epistemológicas, y que contiene capítulos que se refieren al mito y a la religión, al lenguaje y al arte, a la ciencia y a la historia. . . . . . . “

GLOSARIO DEL PREFACIO

Psicología: Ciencia que estudia los procesos mentales en personas y en animales. Todo aquello que atañe al espíritu.

Ontología: Parte de la metafísica que trata del ser y, en general, de sus propiedades trascendentales.

Epistemología: Doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico.

PRIMERA PARTE

¿QUÉ ES EL HOMBRE?

I. LA CRISIS EN EL CONOCIMIENTO DEL HOMBRE.

1. “Parece reconocerse en general que la autognosis constituye el propósito supremo de la indagación filosófica” (La autognosis es el conocimiento de sí mismo, es decir el conocimiento del hombre). Con esa frase inicial el autor plantea el problema del hombre y el conocimiento de él, el conocimiento propio como una constante que se instala en la discusión filosófica, religiosa y de otras áreas del conocimiento desde tiempos antiguos; este problema del hombre (¿qué es el hombre?) es también la idea principal de su libro y a partir de ella comienza a escribir acerca de las distintas concepciones del hombre a través de los tiempos.

Se remonta a la antigüedad griega, menciona a Heráclito y su frase “me he buscado a mí mismo” como el primer atisbo de la curiosidad del hombre por conocerse a sí mismo, sin embargo, sitúa el inicio de ese cuestionamiento en el pensamiento socrático, la filosofía socrática es estrictamente antropológica, pero Sócrates no da una definición inmediata del hombre, en su método dialogal, él escudriña en los hombres, escudriña en la naturaleza humana. “Una vida no examinada, dice Sócrates, no vale la pena de vivirla”, plantea la exigencia de la auto interrogación como el privilegio del hombre y su deber fundamental. El autor resume el pensamiento de Sócrates diciendo que define al hombre como aquel ser que, si se le hace una pregunta racional puede dar una respuesta racional. Tanto su conocimiento como su moralidad están incluidos en este círculo. Mediante esta facultad fundamental de dar una “respuesta” a sí mismo y a los demás el hombre resulta un ser “responsable”, un sujeto moral.

Analiza la concepción del hombre de los estoicos y afirma que el mérito mayor que tiene radica en que le proporciona un profundo sentimiento de su armonía con la naturaleza y, al mismo tiempo, de su independencia moral de ella. El hombre se encuentra a sí mismo en perfecto equilibrio con el universo y sabe que este equilibrio no debe ser perturbado por ninguna fuerza exterior. La concepción del hombre que tienen los antiguos griegos se resume en el ideal de independencia absoluta del hombre y el dominio de sí mismo. También destaca en el pensamiento griego la

exaltación de la razón como el supremo poder del hombre.

Avanzando en el tiempo, Cassirer, analiza la concepción cristiana del hombre; el ideal cristiano niega la independencia del hombre, que los griegos consideran su virtud fundamental, y afirma que es más bien su vicio fundamental, su error máximo. Analiza el pensamiento de San Agustín (354 – 430 d.c.) y el de Santo Tomás (1224 – 1274 d.c.) que niegan la independencia del hombre y niegan el poder de la razón como el supremo poder del hombre, porque la razón “no puede mostrarnos el camino de la luz, la verdad y la sabiduría”, “la razón no hará uso justo de estos poderes si no está guiada e iluminada por la gracia de Dios”. Después de San Agustín la razón no ocupará nunca más el sitial que los griegos le habían otorgado.

Salta el autor a los comienzos de los tiempos modernos y presenta las ideas de Blas Pascal (1623 – 1662) sobre el tema. Matemático, geómetra, escritor y filósofo potente Pascal plantea la idea del “espíritu geométrico” y del “espíritu de fineza” para abordar los problemas, el espíritu del hombre debe ser abordado con el “espíritu de fineza” por las características que el hombre tiene, una de ellas la contradicción, que es el verdadero elemento de la existencia humana. El hombre no es un ser simple u homogéneo, es una extraña mezcla de ser y no ser, por lo tanto, el único modo de acercarse al secreto de su naturaleza es la religión y, la religión, que no puede ser clara y racional, no pretende jamás aclararnos el misterio del hombre, corrobora

y ahonda este misterio. En Pascal, a comienzos de la época moderna, se ve que el viejo problema se sigue sintiendo en toda su fuerza.

Al pasar de los años el espíritu científico del hombre gestó la cosmología y con esta ciencia Nicolás Copérnico (1473 – 1543) concibió su Sistema Heliocéntrico. Hasta entonces el pensamiento griego y la doctrina religiosa coincidían en un principio: concebían al hombre como el centro y el fin del Universo; con la teoría copernicana esa pretensión pierde fundamento y el hombre es colocado en un espacio infinito y su ser no es otra cosa que un punto singular en ese espacio. El sistema copernicano produjo una crisis intelectual profunda y para superarla fueron necesarios los esfuerzos combinados de todos los metafísicos, científicos, pensadores y matemáticos del siglo XVII. A su tiempo, Giordano Bruno, Galileo Galilei, Renato Descartes, Gottfried Leibniz, Baruch de Spinoza y otros, contribuyeron en forma especial a la solución de este problema. La conclusión: “la razón matemática es la llave para una comprensión verdadera del orden cósmico y del orden moral”.

El signo de la historia es el cambio y en el siglo XIX el pensamiento biológico se adelanta al pensamiento matemático dentro de la jerarquía científica y alcanza su expresión culminante con la obra “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida” de Charles Darwin (1809 – 1882). Aparece en escena

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