Filosofia
Enviado por victor2333 • 2 de Mayo de 2013 • 6.079 Palabras (25 Páginas) • 245 Visitas
PRINCIPIOS FILOSÓFICOS
Crítica a la Lógica Aristotélica
El fallo de la lógica aristotélica es que «sirve más para fijar y consolidar errores fundados en nociones vulgares, que para inquirir la verdad», es decir, «no aprehende la realidad» (1, 12 y 13). Se basa, en efecto, en nociones confusas como «substancia», «cualidad», «generación y corrupción», «elemento»... obtenidas precipitadamente, por lo que carecen de solidez y están mal definidas. Por tanto, esta lógica falla en su fundamento: en las nociones y axiomas que utiliza, todos los cuales carecen de valor científico.
Bacon señala que existen dos caminos para descubrir la verdad. Uno es el de las anticipaciones de la Naturaleza, que es un camino precipitado y erróneo: «Parte volando de los sentidos y de los hechos particulares a los axiomas más generales, y partiendo de estos principios y de lo que cree verdad inmutable en ellos, procede a la discusión y descubrimiento de los axiomas medios'. El otro camino es el de a interpretación de la Naturaleza, que «hace salir los axiomas de los sentidos y de los hechos particulares, elevándose progresivamente para llegar a los principios más generales>'. Sólo este segundo camino, que es lento y progresivo, vale para establecer los principios que permiten conocer la Naturaleza. Es el camino de la inducción.
Por tanto, la diferencia no consiste en que un camino utilice la experiencia y el otro, no. Ambos la utilizan, pero la lógica aristotélica no llega a tocar la naturaleza real, sino que la «anticipe» simplemente: salta antes de tiempo a los principios más generales, por lo cual «sólo se toca la experiencia de pasada». Además utiliza una «experiencia superficial, unos pocos hechos particulares», y si se presenta algún hecho que contradice los axiomas tan precipitadamente obtenidos, «se los salva con alguna frívola distinción, en vez de hacer lo más acertado: corregir el axioma».
Ahora bien, «las anticipaciones son mucho más poderosas que las interpretaciones para conquistar nuestro asentimiento, [...] ya que se apoderan inmediatamente del entendimiento y llenan la imaginación» (1, 28). Es decir: algo hay en la mente que nos inclina hacia el error y el camino fácil. Por eso, antes de enseñar el método de interpretación de la Naturaleza, hay que eliminar los prejuicios o «ídolos» de la mente.
PRINCIPIOS FILOSÓFICOS
Bacon pretendió reformar la ciencia y el método científico, pero fracasó en el intento: la «revolución científica» sería hecha por los mismos científicos, y Bacon no era uno de ellos. Todo comenzó con el De revolucionibus orbium coelestium, publicado en 1543 cuando su autor, Copérnico, acababa de morir. El prologuista y editor, Andreas Osiander, quitaba importancia a la obra, afirmando que sólo contenía hipótesis que permitían calcular los movimientos celestes, pero que no pretendía que tales hipótesis fueran «verdaderas, ni incluso verosímiles, sino que únicamente permitieran hacer cálculos conformes con los hechos observados». Desde luego, ésa no era la opinión de Copérnico, pero se evitó el escándalo. La gran batalla comenzó cuando Kepler y Galileo defendieron públicamente la hipótesis copernicana del heliocentrismo.
Novum Organum
Considerada como la obra más importante de Francis Bacon, el Novum Organum fue publicado en 1620. Según la intención de su autor, había de formar parte de un vasto tratado general de las ciencias denominado Instauratio magna, que jamás fue concluido. En el marco de esta «gran instauración», el Novum Organum había de ocupar la segunda parte, la primera había de estar constituida por una enciclopedia de las ciencias, en tanto que exposición de los principios generales del método, del «nuevo método» científico que Bacon proponía como sustitución del obsoleto «organon» aristotélico.
El Novum Organum, que se compone, a su vez, de dos libros, tiene su punto de partida, pues, en el rechazo de la lógica de Aristóteles y en la necesidad de encontrar un nuevo método de investigación de la naturaleza. La lógica aristotélica, base hasta entonces de las ciencias, ha de ser reemplazada por una nueva lógica experimental e inductiva. Ello es necesario por cuanto la lógica del filósofo griego es esencialmente deductiva, parte de algunas observaciones empíricas, pero se precipita rápidamente en una generalización que olvida la existencia de principios intermedios. Para decirlo en palabras de Bacon, la lógica aristotélica es una vía de investigación y de descubrimiento de la verdad que parte de las sensaciones y de los hechos particulares para elevarse rápidamente a las proposiciones más generales y, basándose en estos principios, cuya verdad se supone inmutable, descubre las proposiciones intermedias. A esta vía que se sigue de ordinario, Bacon opone una nueva forma de acceso a la verdad, que parte igualmente de las sensaciones y de los hechos particulares, pero que «obtiene de ellos proposiciones, ascendiendo de un modo continuo y progresivo la escala de la generalización hasta llegar a los principios más generales». Esta vía propuesta por Bacon es la verdadera, aun cuando nadie ha intentado ir por ella.
El Novum Organum comienza, como se ve, con una auténtica declaración de principios por parte del autor, de la que es inseparable la crítica de la tradición, esto es, del significado de la ciencia recibida, de su validez, de las dificultades que han trabado su progreso y de las perspectivas que ofrece el porvenir. Bacon reconoce que la ciencia europea tiene su origen en los griegos, y que otras civilizaciones, como la romana o la árabe, prosiguieron el esfuerzo de aquéllos. Pero esto no es obvio para que critique el escaso interés por la ciencia de la naturaleza que predomina en el pensamiento antiguo y medieval. Y para que despoje a la idea de la antigüedad de una doctrina de cualquier garantía de solidez científica.
La crítica del pensamiento recibido, de sus prejuicios y de sus errores ocupa la parte principal del primer libro del Novum Organum, a modo de preliminar de la filosofía de la ciencia que Bacon desarrolla en el segundo libro. Se trata de la pars destruens, que constituye una especie de fenomenología del error, y en la que se expone la célebre teoría baconiana de los idola.
Los «ídolos» (mencionados anteriormente) son, para Bacon, las tendencias del intelecto humano que dan lugar a los errores y a los prejuicios, y que ocultan, por tanto, el verdadero saber, de igual manera a como los ídolos entorpecen la visión del verdadero Dios. Bacon distingue cuatro tipos de ídolos.
Los idola
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