Filosofía y epistemología de la educación

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¿Mi convicción epistemológica?

Racionalmente idealista

Introducción

Iniciar esta reflexión es un intento de adoptar una postura epistemológica respecto a los contenidos revisados en el primer bloque del curso Filosofía y epistemología de la educación, vinculado al quehacer docente que desempeño actualmente, ello constituye, al menos temporalmente la adopción de una postura que implica el análisis, reflexión  y la selección de ideas, pensamientos y experiencias propias, que debo señalar que no corresponden del todo con mi quehacer educativo que realizo actualmente, ya que la visión del mismo va más allá  del racionalismo e idealismo.

Este efímero ensayo esta estructurado de la siguiente forma: inicio con una breve introducción, enseguida intento explicar y justificar, brevemente,  las corrientes epistemológicas para expresar mi filiación con la postura racionalista, por ser al menos en este momento, la más acorde a mi postura personal, enseguida considero la postura idealista de manera análoga al motivo anterior para enseguida dar continuidad a una conclusión de ambas posturas, sin olvidar señalar al final, algunas referencias utilizadas.

Explicación y justificación de empirismo/racionalismo

Iniciar esta reflexión, implica recuperar la problemática epistemológica, respecto a la forma en que llegamos al conocimiento, así me pregunto, ¿cómo he llegado a poseer el conocimiento que tengo de la educación? ¿Son realmente conocimientos?, entonces, intentando, responder a como he accedido u obtenido el conocimiento que tengo actualmente de la educación, implica realizar una revisión somera, de las corrientes epistemológicas que clasifican, en dos pares las posturas y perspectivas (IEU, pág. 10):

Según el medio: empirismo y racionalismo

Según el objeto: idealismo y realismo

Los empiristas sostienen que la experiencia es la fuente de todo conocimiento y postulan como criterios de verdad la evidencia sensible, prescindiendo de las ideas de carácter racional. Para Locke (1632-1704) el conocimiento tiene su origen en la experiencia, en los objetos sensibles externos, así como en operaciones internas de la mente. Para éste, existen dos tipos de ideas:  simples (sensación y reflexión) y complejas (actividad subjetiva del conocimiento). El criterio de objetividad de las simples se tiene cuando una idea es semejante a la cualidad que existe en un objeto. En las complejas, se trata de ideas que representan lo general o universal, representaciones de los objetos que constituyen una misma especie (Escobar Valenzuela, G. y M. Albarrán Vázquez, p 63)

(IEU, “Filosofía y epistemología de la educación”, págs. 10-15)

Por otra parte, el racionalismo da supremacía a la razón sobre la experiencia. La tesis del racionalismo se caracteriza por lo real, por los conceptos o sistemas mentales y a la explicación de la ciencia en términos lógicos.

Señala R. López Pérez, la razón es un descubrimiento de los griegos. Las leyes del pensamiento fueron observadas tempranamente en la antigua Grecia, y posteriormente expresadas y codificadas por diversos filósofos entre los que ciertamente debemos mencionar a Sócrates, Platón y Aristóteles (R. López Pérez, “Origen, despliegue y exceso de la razón”, pág. 1).

En esta postura el conocimiento es a imagen del saber matemático.  La matemática es un modelo de conocimiento verdadero, se basa en axiomas, los cuales son evidentes y ciertos. (enunciados evidentes, que se consideran verdades universales; dos líneas paralelas nunca se tocan). Según descartes, este principio tendrá evidente y cierto tendrá que pensamiento como fundamente mismo de la existencia: “cogito ergo sum” (pienso, luego existo), será el fundamento de todo conocimiento y es prueba evidente de nuestra existencia y de la existencia de todas las cosas. (Escobar Valenzuela, G. y M. Albarrán Vázquez, p 62)

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