Fragmento Libro El Jardin Del Profeta
Enviado por jjoseph • 23 de Octubre de 2014 • 1.243 Palabras (5 Páginas) • 244 Visitas
El regreso del Profeta
Almustafá, el elegido y bieñamado, el que era amanecer de su propio día, volvió a su isla natal, en el
mes de Ticrén, el mes del recuerdo.
Y su barca se acercó al puerto,. mientras él permanecía en pie, en la proa, rodeado de su tripulación.
Y tenía una sensación de bienvenida en su corazón. Habló, y el mar resonó en su voz, y dijo:
Mirad, es la isla que me vio nacer. Desde allí me lancé al mundo, con una canción y un acertijo; una
canción para los cielos, y una pregunta para la tierra. Y, ¿qué hay entre el cielo y la tierra que lleve la
canción y conteste la pregunta, excepto nuestra propia pasión?
El mar me arroja una vez más a estas playas. No somos .sirio una ola más de sus olas. Nos empuja para
que seamos su voz. Pero, ¿cómo serlo, a menos que rompamos la simetría de nuestro corazón en la roca y
en la arena?
Porque esta es la ley de los marineros y del mar: si quieres ser libre, tienes qué ser como la niebla. Lo
informe busca desde' siempre la forma, como las incontables nebulosas tienden a convertirse en soles y
lunas; y nosotros, que hemos buscado tenazmente, volvemos ahora a ésta isla. Hemos de convertirnos una
vez más en niebla, y tenemos que aprender el principio-de todas las cosas. ¿Para nacer; para vivir hay que
romper y fragmentar un mundo?
Para siempre estaremos en busca de playas, para poder cantar, y que nos oigan. Pero, ¿qué decir de la ola
que se rompe donde nadie puede oírla? Lo que no escuchamos en nos otros es lo que alimenta nuestro dolor
más hondo. Sin embargo, también lo no escuchado, lo insólito, es lo que forma nuestra: alma, para hacer
nuestro destino.
Entonces, uno de sus marineros dio un paso adelante, y le dijo:
Maestro, has capitaneado nuestras ansias de llegar a este puerto, y mira: ya hemos` arribado. Sin
embargo, hablas de dolor y de corazones que se han de romper.
Y el profeta respondió, diciendo:
¿No os he hablado de la libertad, y de la niebla, que es nuestra mayor libertad? Sin embargo, no sin pena
hago este peregrinaje a la isla. en que nací, como un fantasma decapitado que nuevamente volviera a
arrodillarse ante quienes lo decapitaron.
Y otro marinero habló, y dijo:
Mira a la multitud en la rada. En su silencio ha predicho el día y la hora de tu llegada, y acuden,
abandonando sus tierras y viñedos, acuciados por su amorosa necesidad, para venir a esperarte.
Y Almustafá miró a lo lejos, hacia la muchedumbre, y su corazón sintió aquella ansiosa espera, y guardó
silencio. Luego, surgió un grito de la gente reunida, y fue un grito de afecto y súplica.
Y el profeta miró a sus marineros, y dijo:
¿Y qué les daré? Fui cazador, en una tierra lejana. Con destreza y fuerza he lanzado las flechas de oro
que me dieron, pero no he traido ninguna pieza de caza. No seguí el curso de las flechas. Acaso estén ahora
brillando al sol en las plumas de águilas heridas que no caerán a tierra. Y acaso estas puntas de flechas
hayan caído en las manos de aquellos que las necesitan para conseguir pan y vino.
No sé dónde ha terminado el vuelo de estas flechas pero una cosa sí sé: han descrito su órbita en el cielo.
Y aun así, is mano del amor pesa todavía sobre mí, y vosotros, mis marineros, todavía lleváis en vuestras
velas mi visión, y no seré mudo. Gritaré cuando la mano de las estaciones esté sobre mi garganta, y cantaré
mis melodías cuando mis labios estén abrasados por las llamas.
Y los marineros sintieron turbación en sus corazones al hablar él de estas cosas. Y uno de ellos dijo:
Maestro, enséñanos todo lo que sabes, y es posible, puesto que tu sangre fluye en nuestras venas, y
puesto que tu aliento
...