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Justicia social: la decadencia


Enviado por   •  21 de Marzo de 2022  •  Ensayo  •  11.424 Palabras (46 Páginas)  •  91 Visitas

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DECADENCIA SOCIAL. JURISTAS HOLLYWOODENSES.

FACULTAD DE DERECHO

-TECNICA PROCESAL-

Francisco José Orta Martín

Curso 2019/20120

El juez, un hombre de formidable aspecto físico, se recogió las mangas de la toga, como si se dispusiera a castigar físicamente a los dos jóvenes que permanecían de pie delante del tribunal. Su expresión era fría y majestuosa. Sin embargo, Amerigo Bonasera tenía la sensación de que en todo aquello había algo de falso, aunque no podía precisar el qué.

 – Actuaron ustedes como unos completos degenerados –dijo el juez, severamente. Eso, eso, pensó Amerigo Bonasera. Animales. Animales. Los dos jóvenes, con el cabello bien cortado y peinado, y el rostro claro y limpio, eran la viva imagen de la contrición. Al oír las palabras del juez, bajaron humildemente la cabeza.

 – Actuaron ustedes como bestias salvajes –prosiguió el juez–; y menos mal que no agredieron sexualmente a aquella pobre chica, pues ello les hubiera costado una pena de veinte años.

[…]

– Pero teniendo en cuenta su edad, su limpio historial, la buena reputación de sus familias... y porque la ley, en su majestad, no busca venganzas de tipo alguno, les condeno a tres años de prisión. La sentencia queda en suspenso.

[…]

¡Todo había sido una farsa!”

                                                                                                    El Padrino, Mario Puzo.

INDICE

  1. Introducción…………………………… página 4.

  1. Decadencia de la sociedad ………… página 5.
  1. Juristas hollywoodenses ……………. página 12.
  1. Conclusiones ………………………..... página 19.
  1. Bibliografía ……………………….. página 20.

I

La intención y la idea desde la que se parte en la elaboración del trabajo que abordo reside en la reflexión tomada a partir de la lectura de autores mencionados a lo largo del documento y curiosidades que se quedan dentro de mí desde su nacimiento hasta el olvido, y precisamente por ello, para que no queden el olvido, aquí las plasmo. No se busca, por tanto, la solución exacta de un problema concreto; más bien una reflexión general.

Este documento recoge dos cuestiones, que a veces se encuentran ligadas, pero que en otras ocasiones no. Estas dos cuestiones son: la decadencia de la sociedad en su comportamiento frente al entendimiento de la justicia y la presencia del Derecho en películas rodadas en Hollywood, respecto de los elementos que se van explicando en la primera reflexión. Por lo tanto, el texto sigue esa estructura, que se repartirá en dos puntos. Asimismo, el desarrollo de esas cuestiones abre la puerta al análisis de otros elementos de obligación, como es la reflexión sobre el papel del Estado como autoridad, lo cual también nos lleva a un elemento que liga las dos cuestiones sobre las que versa el trabajo: Estado o mafia como autoridad; eficacia, moral.

II

Horas antes de plantearme la elaboración de este documento, recibo en el móvil una notificación de Twitter: Arturo Pérez-Reverte ha publicado un tweet. El tan admirado y célebre autor citaba al que fuera tan breve presidente de la tan breve Primera República española: Estanislao Figueras. La cita era: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Hasta ese momento no supe verbalizar tan común sentimiento de una manera tan elegante. Esa cita resuena en las calles, en las barras de los bares, resuena en las salas de espera de los Servicios de Urgencia, en las panaderías y en tantos otros lugares del día a día de la vida ordinaria.

Cayendo en clasismos, para el pijo del centro con polar de Ibérico, esas expresiones son simples quejas de un fracasado vecino de barrio con olor a fritura. Sin embargo, cuando se extiende de un pueblo a otro, de una ciudad a otra, de una clase social a otra sin medidas, ese problema necesita una respuesta. Pero, como es natural, no es un servidor el más indicado (académicamente) para dar esa respuesta frente al foro. No obstante, permítanme.

“Crimen de Almonte”, “La Manada”, las manadas, “Los ERE”, “Caso Diana Quer”, “Caso Alsasua”, “Caso Gabriel Cruz”, “Caso Mariluz”, “Caso José Bretón”, y un largo etcétera. Son casos que se me han venido a la mente y ante los cuales la sociedad responde con una misma frase: “¡no hay justicia, es que no hay derecho!”. No obstante, tras esa afirmación, realmente no hay un fondo reflexivo, no hay un argumento formado en la lectura de la sentencia resolutiva del conflicto jurídico; ni siquiera existe un mínimo esfuerzo de entendimiento de los cauces, de los procedimientos, de las garantías, de los principios y de los fundamentos jurídicos que se han de respetar, que tanto esfuerzo cuestan estudiar y comprender para poder llegar a ese fin, que es la sentencia a la que todo el mundo ataca cuales tomadores de la Bastilla, y detrás: programas televisivos y portadas de periódicos que instigan cual Camille Desmoulins. Ese sentimiento y esas acusaciones son difíciles de curar, resulta difícil preguntarle un por qué a la persona que, furiosa por lo visto en la pantalla de la televisión, golpea con fuerza la mesa en la que se encuentra comiendo con su familia, junto a su hijo que acaba de cumplir los mismos años que Gabriel Cruz, o junto a su hija, que anoche salió, volvió tarde y sola a casa y aun duerme. Pero ¿se equivoca la persona que lanza esa afirmación? ¿Qué se entiende por justicia?

Numerosos autores, filósofos y juristas han abordado esta cuestión desde el sentido más estricto y técnico. Pero acudo a Emmanuel Kant, y entonces leo que no hay nada más sagrado que el derecho del prójimo, lo cual me lleva a mis pasadas clases de catequesis: “amarás al prójimo como a ti mismo”. Por lo tanto, todo se resume en el individuo y en su capacidad de vivir sin necesidad de acudir de una manera cotidiana a otras personas para la realización de actividades necesarias de la colaboración de éstas, nos arrastra a vivir en una sociedad sin sociedad, a un estado en el que no se necesite la dependencia, al fin y al cabo. Sin embargo, surgen las sociedades y ya no vale la máxima romana que ahora recuerdo por eso de las segundas matrículas: “la justicia es dar a cada uno lo suyo”. Pero no todo resulta ser, tal y como aparece en esa cita, una fórmula matemática, pues no basta con depender de la proporcionalidad, sino que hay que ir más allá, y además de dar a cada uno le concierne, dar lo mejor. Es decir, la justicia viene a ser la respuesta de un mal con un bien, debiendo ser llevado a cabo, ello, con cierto sentido de plenitud, pues la decisión que se tome debe inferir indirectamente en el espíritu de una comunidad que se presenta tan diversa en sus comportamientos. En cierto modo, lo que realiza la cita es unir o ligar la justicia a la ley, y aun hoy se sigue escuchando eso de ser un hombre legal. Sin embargo, ello no aseguraba la estabilidad y seguridad de que a través de esa unión, que a través de la ley, existiera un sistema que garantizara un sociedad justa, ya que con esa dirección surgía la posibilidad de que, a través de cauces sostenidos por un sistema legal, se crearan leyes injustas, lo que abre una disyuntiva entre Derecho y el mundo social, moral y religioso, como podemos ver con Tomás de Aquino, que introduce en la doctrina cristiana la idea de lo justo de Platón con el concepto de justicia de Aristóteles, donde se comporta ésta como virtud que da a cada uno lo suyo. Además, es Tomás de Aquino quien recupera la cita del jurista Ulpiano ya nombrada: “la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su propio derecho”. En ese sentido moral y religioso aparece, aunque ya pasado los siglos (siglo XIX), una vertiente denominada giustizia sociale, una justicia moral y religiosa, como ya se ha dicho, pero diferente a la justicia conmutativa y distributiva mostrada de una manera directa. Esta vertiente fue denominada justicia social por el religioso jurista italiano Luigi Taparelli, quien parte de la idea de una justicia enfocada a todas las personas en igualdad con los derechos de humanidad, y así favorecer a las clases sociales más débiles en un mundo de acelerados cambios, donde éstas son arrastradas.

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