Kant y pandemia

Es posible que hoy en día veamos nuestras libertades individuales restringidas. Pero dadas las circunstancias ¿si estas no estuvieran limitadas a que costo sería? Aparece en este contexto una tensión entre la idea de libertad y las garantías que el Estado debe asegurarnos para poder mantener la vida en sociedad. Tal vez es hora de repensar las formas de organización que proponen posturas como la liberal (muy presente en los Estados occidentales), ya que parece que hoy más que nunca, es imposible pensarnos como individuos por fuera del todo colectivo.  

Resulta complejo poder traer ideas de un autor que vivió en un contexto completamente distinto al actual, pero nos parece interesante hacer una analogía entre ambas realidades. La Revolución Francesa que atravesó parte de la vida de Kant es poco comparable con la crisis sanitaria que estamos viviendo por la pandemia del COVID-19, sin embargo, es posible pensar ambos procesos como propulsores de cambios políticos, económicos, sociales y morales. Vivir desde adentro estas situaciones nos genera incertidumbres sobre el porvenir, y la realidad es que nadie puede asegurar realmente que va a pasar en el mundo, pero si algo parece, al menos probable, es que no vamos a volver al punto de partida en el que estábamos antes de la pandemia.  

Si bien en todos los textos del autor vemos la tensión entre el problema de la libertad y el orden, en los escritos que realiza una vez comenzada la Revolución de 1789, parece centrarse más en el problema de la obediencia y cómo garantizar el orden frente al vacío de poder. En “de la relación entre teoría y práctica en el derecho político” (1793), Kant define al derecho como “la limitación de la libertad de cada uno a la condición de concordancia con la libertad de todos, en tanto que esa concordancia sea posible según una ley universal, y el derecho público es el conjunto de leyes externas que hacen posible tal concordancia sin excepción” (Kant, 1793, p.26). Vemos que para él es necesario que el derecho limite las libertades individuales para garantizar el orden y la convivencia con los otros, por lo que deducimos que en el contexto actual nos invitaría a obedecer a la reglamentación dispuesta por el gobierno. Es cierto que el autor plantea que cada individuo debe poder buscar su propia felicidad, pero el límite a esa búsqueda es la libertad y el derecho del otro. En la situación que estamos atravesando, si cada uno dispusiera de su libertad como quisiera, podría no solo arriesgar su propia salud sino la de todos los individuos.  

En este contexto de crisis mundial que ha generado la propagación del virus COVID-19 los gobiernos han tomado determinaciones muy distintas en cuanto a cómo controlar la libertad de los individuos. Nos parece interesante hacer un breve análisis de las políticas de los diferentes Estados. 

Se puede ver a simple vista, un gran contraste en como actuaron los gobiernos de los Estados Unidos y Brasil, y como procedió el gobierno de China. Tanto Trump, como Bolsonaro, menos preciaron la capacidad que tenía de multiplicarse el virus, y no tomaron las determinaciones que podían llegar a reducir los impactos negativos. Dejaron que los ciudadanos sigan gozando de sus libertades individuales y esto dio como resultado que colapsen sus sistemas de salud, generando miles de muertos, en ambos casos. En cambio, en el gobierno autoritario de la República Popular China, que fue donde se originó la pandemia, con grandes controles a las libertades de los ciudadanos, lograron manejar el virus rápidamente. Esto da lugar a reflexionar, que para que exista el orden en una sociedad, en algunas ocasiones en necesario limitar las libertades de los individuos.  

Esto tampoco implica no estar alerta de la forma en la que los Estados ejerzan control sobre la población. Los países asiáticos están gestionando mejor la crisis que en Occidente, pero resulta preocupante la falta de individualidad y de privacidad que tienen los ciudadanos en estos lugares. Podría pensarse que estas medidas de control más extremas son necesarias, e incluso muy efectivas, para afrontar la realidad actual, pero hay que ver hasta qué punto estas no son el cimiento de una nueva forma de pensar el poder político en Estados en los que hasta ahora se había priorizado la libertad de los individuos. Muchos intelectuales hablan del avance de los autoritarismos en el mundo con la excusa de sobrellevar la pandemia.  

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