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LA FILOSOFÍA, ORIGEN Y SU CONTEXTO HISTÓRICO


Enviado por   •  11 de Mayo de 2016  •  Resumen  •  2.625 Palabras (11 Páginas)  •  590 Visitas

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PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL: FILOSOFÍA

GUÍA TEÓRICA PARA LA SESIÓN 01

LA FILOSOFÍA, ORIGEN Y SU CONTEXTO HISTÓRICO

Luis Bretoneche

1.1  Acerca del filosofar[pic 2][pic 3]

Es muy común encontrarse en un viaje de transporte público con un niño en brazos de su madre en circunstancias interrogativas. El hecho de observar a un pequeño preguntando a su progenitora: ¿qué es esto?, ¿qué es eso? o ¿qué es aquello?, no llamaría la atención si esta acción no fuera tan repetitiva en un mismo viaje. La reacción que puede causar este hecho puede ser diversa. Algunos pueden aburrirse de lo que viene sucediendo entre madre e hijo y, como consecuencia de esto, pueden distraerse de lo que vienen haciendo: conversar con alguien, escuchar música, llamar por teléfono o chatear, entre otras muchas cosas. Todas estas incidencias pueden causar el malhumor del pasajero, sin embargo, no hay que olvidar que el niño no pregunta a su madre para aburrir al pasajero casual, sino que pregunta porque no sabe. En su casa, el niño no pregunta o pregunta muy poco sobre lo que sucede en su entorno porque todo lo aprende o aprendió naturalmente por imitación, hábito o costumbre. [pic 4][pic 5]

En su domicilio él reconoce todo: su casa, su cuarto, su cuna, la mesa, las sillas e, inclusive, le da un valor a las cosas. Por ejemplo, cuando un niño juega debajo de la mesa y se levanta abruptamente, se puede golpear la cabeza. Si eso sucediera, la cabeza le dolerá y llorará, luego vendrá la madre y le preguntará: ¿qué pasó? El niño responderá, señalando la causa de su dolor: “mesa mala”, es decir, reconocerá el objeto y origen del dolor, luego le dará un valor moral reconociendo la diferencia entre el bien y el mal, aunque no sea pertinente. No obstante, en algún momento ese niño tendrá que abandonar su aposento seguro, su universo conocido, y saldrá a otro mundo desconocido para él. Sin duda, la madre lo sacará para llevarlo a su consulta médica, ponerle una vacuna, visitar a la abuelita o saludar a una amiga.

El niño será un acompañante involuntario en este viaje donde para él todo será nuevo: las calles, las avenidas, los árboles, los animales, las casas, los edificios y los acontecimientos. Sobre todo lo nuevo que le sucederá y observará, el niño no hará más que preguntar y la madre responder. Sin embargo, el niño dejará en algún momento de preguntar y solicitar información, y pasará a cuestionar la información recibida. Del qué, cómo, cuándo y para qué pasará a preguntar: ¿por qué?

El por qué que aparecerá aquí es parte del conflicto cognitivo que ha surgido por una serie de eventos particulares. Por ejemplo, si un niño pregunta ¿qué es esto? Y le responden que es un edificio. Y luego pregunta; ¿qué es aquello? Y le contestan que es un hotel. Entonces, aquí podría suceder lo siguiente: que el niño acepte la respuesta de la madre y se quede satisfecho o que no acepte la respuesta porque él no verá ninguna diferencia entre los dos objetos percibidos y exige una explicación.

Esos objetos podrían ser, para el pequeño preguntón, dos edificios o dos hoteles, no verá ninguna distinción en ellos más que la conceptual dada por la madre; en consecuencia, exigirá a su progenitora su respectiva aclaración. Estará en la madre responder a las interrogantes. Si lo hace y satisface la curiosidad del niño, bien; si no lo hace y busca una justificación para no responder, se acabará este asunto. Siguiendo la secuencia planteada, si la madre evadiese su responsabilidad y le dice al niño a modo de justificación: “Hijo, cállate, no preguntes más porque la gente está molesta o el señor que nos está mirando feo es un ogro y te va a llevar”, entonces la madre resolverá su problema sin dar las respuestas adecuadas a su hijo, el niño se distraerá y olvidará sus curiosidades. Ya no preguntará más. ¿Qué pasó aquí? Simplemente, se terminó una experiencia que pudo concluir en estimular todas las potencialidades para que un niño pudiera filosofar más adelante.

Con lo expuesto en los párrafos anteriores se sostiene que la capacidad de observar, admirarse o asombrarse[1], reconocer ignorancia y preguntar para saber o buscar la verdad[2], son las bases de la reflexión filosófica o actitudes que se deben tener para filosofar. Esta facultad la poseen todas las personas desde niños hasta adultos. Es otras palabras, la capacidad de realizar la reflexión filosófica, en su etapa inicial, está en manos de todos los seres humanos sin exclusión. De lo mencionado, surge la siguiente interrogante: ¿por qué las personas no se interesan en la filosofía cuando son adultos? Una posible respuesta es que en la etapa infantil del desarrollo cognitivo de las personas apareció un agente que no estimuló en ellos la capacidad de admirarse, de preguntar y buscar la verdad. Este actor pudo ser cualquiera, desde la madre o padre hasta el maestro o maestra de las primeras letras.

De lo afirmado se colige la siguiente pregunta: ¿qué es la filosofía? Esta es una interrogante sin respuesta unívoca en la historia de la filosofía. Existen diferentes definiciones desde que la filosofía es una ciencia hasta una pseudociencia. Entonces, a quién se puede preguntar el significado de este término. Al respecto, Salazar Bondy (1967) afirmó:

Cuando se quiere averiguar algo que se ignora lo normal y corriente es preguntar a los entendidos en la materia, si los hay… Si, por ejemplo, queremos saber qué es un cometa, preguntaremos a los astrónomos; si nos interesamos por los isótopos radiactivos recurriremos a un físico; si nos hace falta conocer el cometido de la topología nos auxiliará un matemático. Por consiguiente, parece obvio que si estamos interesados en saber qué es filosofía nos dirijamos a los filósofos. (p. 8).

Lo recomendable es preguntar por el significado de la filosofía  a un  filósofo, aunque los profesionales de la filosofía aún no están de acuerdo con un solo significado tal como indica Salazar Bondy (1967):

Ahora bien; no es fácil  establecer, aquello de que trata la filosofía y el modo como procede, ya que éstas [sic] son cosas muy variables de caso en caso, a tal punto que puede decirse que  cada filósofo constituye, en sus temas y sus procedimientos, un espécimen único y única resulta asimismo la filosofía que elabora. (p. 9).

Por ende, para Salazar Bondy es imposible definir conceptualmente esta disciplina: “De allí la dificultad de definir  la filosofía y de allí también la importancia de estar en contacto con el desenvolvimiento histórico de la filosofía para entender el filosofar” (1967, p. 9).

En consecuencia, tal vez, lo más recomendable aquí sería repetir lo que afirmó Immanuel Kant cuando sostuvo que no se puede enseñar filosofía y que solo se puede enseñar a filosofar. Claro está que la expresión kantiana es más amplia y aclarativa:

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