LA nueva Modernidad liquida y el consumismo
Enviado por Dago Castellanos • 5 de Febrero de 2018 • Ensayo • 1.590 Palabras (7 Páginas) • 198 Visitas
El consumismo en la modernidad liquida.
por Gabriel Cambero Castellanos
El filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman es uno de los pensadores, en su ámbito de actuación, que alimentan reflexiones sobre la realidad consumista en la que el ser humano está inserto. Su investigación no se limita a una sola área de la academia: abarca la sociología, la filosofía y la ciencia política, analizando las complejas relaciones en las que las personas se mueven. Para el autor, el consumo es la red de relaciones bien construidas en la que no quedan muchas alternativas en la lucha por la supervivencia.
El ser humano, anclado en el discurso comunista, vive su vida sin cuestionarse sobre lo que realmente sucede a su alrededor. La ve como un espectador, no como protagonista. En un ambiente incierto como el actual, el consumo aparece como respuesta a la satisfacción de las ansiedades de los individuos. Esto es fundamental para comprender a Bauman, cuando apunta la transformación de la vida humana en objeto de consumo en el tiempo actual.
La búsqueda de mayor comodidad de las vidas humanas constituye un largo proceso que se inició en la sociedad moderna y se hace visible en el escenario de la sociedad contemporánea. Bauman la define como “modernidad liquida”, debido a los cambios rápidos que ocurren sin tener un fundamento firme o algo que dé forma. La idea es adaptarse a las situaciones como el agua hace, de acuerdo con el recipiente que se vierte. En este ambiente, la persona se trata como un engranaje de la máquina llamada consumo. Debe alimentar el sistema con su vida, sin darse cuenta de que también es un objeto de deseo a ser expuesto en el mercado de compra y venta.
Bauman conceptualiza la modernidad como liquida debido a su fluidez y movilidad, conforme a los recipientes presentados para ser llenados. Esto no ocurre con los sólidos, pues estos tienen una forma definida y no se flexibilizan con las presiones impuestas.
El paso a la etapa final de la modernidad no produjo mayor libertad individual, de acuerdo con (Bauman Z. , 2007): “No en el sentido de mayor influencia en la composición de la agenda de opciones o de mayor capacidad de negociar el código de elección. Sólo transformó al individuo de ciudadano político en consumidor de mercado”. La libertad obtenida en la actualidad es ilusoria. Las personas viven siempre en incertidumbre, pues siempre hay la posibilidad de una mejor elección. El pensamiento no es más denso y ordenado, sino leve y desordenado, para poder acabar todo lo que la vida puede ofrecer.
El consumismo es un concepto nuevo en los diccionarios de las ciencias humanas, especialmente en los de filosofía. El termino comienza a salir del ámbito estrictamente económico y sociológico, ganando un significado dentro de la filosofía: cuando el ser humano deja de ser sujeto y pasa a ser objeto en la relación de compra y venta. Anteriormente a la primera mitad del siglo XVIII, época en que la Revolución Industrial comenzaba a propagarse, pocas referencias se encuentran sobre el consumo, como se entiende actualmente.
De acuerdo con la tesis del fetichismo de la mercancía de Marx también conocida como alienación, objetos se vuelven sujetos y las personas se convierten en objetos, ocurriendo una inversión radical de valores, idea que no está nada alejada de las estructuras económicas vigentes. En efecto, el ser humano fue siendo cosechado cada vez más en el capitalismo. Está arraigado en la sociedad actual la noción de que todo lo que el ser humano produce es algo vendible con el fin de obtener provecho propio. La persona intenta pasar una imagen de deseo a las otras como si fuera una mercancía a la venta en una tienda.
El consumo en sí no tiene un núcleo, sino varias estructuras que sirven para que se perpetúe continuamente. Para crear una visión adhesiva de los consumidores y de sus estrategias de vida, se debe según (Bauman Z. , 2007) “reconocer que esos mercados están necesariamente incrustados en complejas matrices políticas y culturales que confieren a os actos de consumo su resonancia e importancia específica”.
Este proceso ocurre de una forma muy sutil, hasta el punto de que el individuo no percibe su profunda inmersión en él. El consumo, por el simple hecho de poseer un sentido, es una actividad de manipulación sistemática de signos. Entra ahí el papel de las fuerzas económicas que determinan y dirigen las elecciones de los consumidores, buscando su provecho. En este juego de intereses, el estado se ha capitalizado y guiado por los grupos económicos para difundir el estilo de vida consumista a sus ciudadanos.
“Cuando el estado reconoce la prioridad y superioridad de las leyes del mercado sobre las leyes del pueblo, el ciudadano se convierte en un consumidor”. (Bauman Z. , 2007) Se vuelve cada vez más individualista, pensando en su propio beneficio, aceptando cada vez menos la necesidad de participar en el gobierno. Aumenta la distancia entre el ideal de la democracia y su versión real existente. Reduciendo al mundo en una gran tienda, con anaqueles llenos de ofertas,
[…] nadie puede llegar a ser sujeto sin primero convertirse en mercancía, y nadie puede mantener segura su subjetividad sin reanimar, resucitar y recargar de manera perpetua las capacidades esperadas y exigidas de una mercancía vendible. La “subjetividad” del “sujeto”, y la mayor parte de aquello que esa subjetividad posibilita al sujeto alcanza, se concentra en un esfuerzo sin fin para ella misma convertirse, y permanecer, una mercancía vendible. La característica más prominente de la sociedad de consumo – aunque cuidadosamente disimulada y encubierta – es la transformación de los bienes de consumo (Bauman Z. , 2007).
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