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La Inmortalidad De La Infancia


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  483 Palabras (2 Páginas)  •  304 Visitas

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“La inmortalidad de la infancia”

Una huella que siempre marcara el rumbo de nuestra madurez

En momentos de reflexión, en los cuales nos ponemos evaluar y sentimos que estamos frágiles frente al mundo; encontramos en nuestra mente recuerdos de algo que en un pasado aunque crea cierta inestabilidad nos hizo sentir eternos, y con simplemente cerrar nuestros ojos junto con el pincel de nuestra imaginación tallamos en el lienzo de la realidad, de nuestra nueva realidad. Así es como Charles Baudelaire enfrenta la sociedad, siendo un artista, un hombre de mundo y la vez un niño; congruente a la forma de actuar con un artista maldito, como lo es el Marqués de Sade.

En la obra del “criticado” Marques de Sade encontramos la imagen de un ser insaciable, el cual a través de su voz, la pluma y el papel crea una ilusión de la realidad en la que muestra la constante rotación de los usos y aseveraciones de la realidad. Juega con la mente de las personas y en un mismo plano genera una nueva transcripción de la vida del pueblo.

Al comparar a Baudelaire con el Marques encontramos varias similitudes, sin embargo el rasgo que más los caracteriza junto con su ingenuidad al tratar de conquistar es el enamoramiento; esa impotencia que los caracteriza por no poder endulzar a ese ser perfecto que nunca podrán tener, sin embargo, ese gran acercamiento se logró a través de su obra la cual genero cierto admiración( en el caso del Marques con la lavandera) y a través de ellas y su historia lograron darse a conocer al mundo difundiendo su pensamiento.

Baudelaire nos habla de la curiosidad, de esa etapa que de niños y aun siendo mayores a algunos, si no son todos se nos despierta. Este elemento se encarga de unir todos los pensamientos que están alrededor, en el cual junta las pasiones y las virtudes del mundo haciéndolas emanar como un solo compuesto; a través Justine y de la tajante ley católica de la Francia napoleónica es como el Marqués de Sade logra despertar ese elemento que hace de la multitud un mundo curioso y expectante de lo que es prohibido en el mismo plano de sentir que es lo correcto o por lo contario de conocer y tener contacto con el mal.

En conclusión, para ser hombres de mundo es necesario hacer un análisis introspectivo de nosotros mismos para encontrar a ese pequeño espíritu imborrable que tendremos y que siempre vivirá entre muy dentro de cada uno, porque en el momento de que trascendamos en el mundo con nuestras acciones junto con nuestras impresiones, se lo debemos a ese artista que controla nuestra imaginación y que aún seguimos pensando que abandonamos hace muchísimo tiempo; donde la huella de la infancia estará por siempre controla la aducción entre la mano, la pluma y el papel.

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