ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Lectura


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2014  •  1.412 Palabras (6 Páginas)  •  202 Visitas

Página 1 de 6

La semiosis: un modelo dinámico y formal de análisis del signo*

Por Mª Uxía Rivas Monroy

Número 21

1. Introducción

La relación entre comunicación y semiótica es ya bien conocida, pues la semiótica, definida por Morris como la ciencia de la semiosis[1], extiende su ámbito de estudio no sólo a los signos y sus significados, no sólo a los sistemas en los que los signos se organizan, sino también a los distintos usos que hacemos de los signos, y, en definitiva a cómo nos comunicamos con ellos[2]. Así pues, la semiótica tiene por objeto estudiar no solo qué son los signos, su naturaleza, sus clases y tipos, sino también, y muy especialmente, la función del signo como instaurador de sentido y facilitador de relaciones comunicativas, y, por lo tanto, como configurador de cultura[3]. De este modo los fenómenos característicos del estudio semiótico son la significación y la comunicación. Pero, para enfrentarse con el estudio de la comunicación es preciso abordar de la manera más sistemática posible la dilucidación de una serie de nociones fundamentales que caracterizan a los elementos que intervienen en ella, tales como signo, canal, código, información, contexto, emisor/destinatario, etc., es decir, hay que aclarar la naturaleza, la función y la interrelación de los elementos que forman parte del proceso comunicativo.

Como ya señaló U. Eco[4], es posible estudiar la significación de manera autónoma e independiente de la comunicación, mas aunque esto sería posible desde el punto de vista teórico, no parece ni apropiado ni rentable. Sin embargo, tanto el estudio de la comunicación como su realización efectiva se apoyan necesariamente en la significación, pues para que la comunicación tenga lugar se necesita transmitir un mensaje elaborado a base de signos. Por consiguiente, aclarar la naturaleza del signo es básico para aclarar también la naturaleza de la comunicación.

En este trabajo no me voy a ocupar de definir en qué consiste la comunicación, o de si la comunicación entre máquinas también es comunicación o sólo paso de información, o de analizar todos y cada uno de los elementos que forman parte del acto comunicativo. Mi interés se va a centrar sólo en uno de esos elementos, a saber, el signo. Por ello, intentaré presentar de forma breve la doctrina de Peirce sobre la semiosis, es decir, sobre el proceso en el que algo funciona como signo, comentando sus peculiaridades y destacando lo que me parece más significativo de su concepción frente a otras semejantes. Así, aunque hablar de la semiosis, o de los signos en general, pueda parecer alejado en un principio de la comunicación, creo que, por lo dicho unas líneas más arriba, está suficientemente claro que no es el caso.

2. La justificación del modelo triádico en Peirce

Todo el pensamiento y toda la producción intelectual de Peirce se articula en torno a tres categorías básicas: primeridad [Firtness], segundidad [Secondness] y terceridad [Thirdness]. Son innumerables los textos en los que Peirce describe de una manera u otra estos elementos, y también son variadas las terminologías que emplea para hablar de ellas (primano, segundano, terciano). Los nombres de primeridad, segundidad y terceridad son sumamente genéricos, simples y, en principio, no parecen indicar nada más que la relación de orden que se establece entre ellos; así, un primero no necesita nada más que de sí mismo para ser; un segundo precisa necesariamente de un primero para ser, pues sin la referencia a un primero no habría un segundo. Un tercero es lo que establece la relación entre un primero y un segundo, en este sentido un tercero es siempre un mediador. Peirce llega al convencimiento –después de estudiar el tema “desde todos los puntos de vista” y durante “cuarenta años” (CP 8.331)—, de que la segundi­dad es inapropiada para abarcar todo lo que está en la mente y de que es inferior en sus aplicaciones a la tercerida­d, ya que las combina­ciones de relaciones para formar otras nuevas son siempre relaciones triádicas irreductibles a relaciones diádicas.

Sin embargo, estas categorías, que Peirce denominó “cenopitagóricas” (1ª, 2ª e 3ª)[5] representan respectivamente ciertas ideas, tales como: la cualidad, el hecho y la ley; o la posibilidad, la acción bruta y la razón; o la sensación, la existencia, y la necesidad; o la idea, la realidad

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (9 Kb)
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com