La Tumba De Las Luciernagas
Enviado por nachacut • 1 de Octubre de 2013 • 370 Palabras (2 Páginas) • 497 Visitas
Japón uno de los episodios más lúgubres de
su historia reciente. Además de las profundas
consecuencias políticas e intelectuales
prosiguieron a la derrota, Japón quedó
conmocionado por los acontecimientos de
Hiroshima y Nagasaki.
El cine de animación japonés también
se ha hecho eco de estos sucesos y los ha
plasmado. En el año 1978 el cineasta Renzo
Kinoshita1
presentó un cortometraje sobre la
caída de la bomba y sus secuelas llamado
Picadon (Picadon). Partiendo de la misma idea
estética, Mamoru Shinzaki crea la película
Hiroshima (Hadashi no Gen, 1983), basado en
un manga
2 autobiográfico del mangaka
3
Keiji
Nakazawa.4 En 1988 se produce la aparición
de La tumba de las luciérnagas (Hotaru no
haka), un film ambientado en la contienda
bélica y no en Hiroshima y Nagasaki.
Isao Takahata, confudador del célebre
Studio Ghibli,5 presenta un anime
6 con el que
se propone mostrar una reconstrucción
histórica de lo que sucedió en la ciudad costera
de Kobe durante los últimos coletazos de la
Guerra del Pacífico. Lejos de las restricciones
físicas y temporales de un rodaje convencional,
Takahata cuenta con una herramienta que le
permite libertad absoluta a la hora de recrear
las localizaciones, sin las limitaciones propias
de la destrucción arquitectónica o del cambio
urbanístico: la animación. Tomando como base
la novela de Akiyuki Nosaka –de nombre
homónimo-, La tumba de las luciérnagas narra
los bombardeos estadounidenses y plasma la
caída del ejército nipón a través de la historia
de dos hermanos avocados a la derrota, al
igual que la nación.
El interrogante es, no obstante, si
resulta posible recrear acontecimientos
históricos desde la animación y, en caso de
que así fuese, de qué herramientas se sirve
Takahata para construir su discurso y dotarlo
de realismo y verosimilitud. Se trata de
examinar los presupuestos teóricos del
cineasta para comprobar si la imagen como
documento puede ser una imagen animada.
Nuestra percepción foránea ante un
medio que, de costumbre, está circunscrito
en Occidente a narrativas infantiles y
fantásticas es limitada. Nuestra mirada provoca
un distanciamiento a la hora de visionar La
tumba de las luciérnagas, puesto que se incide
en el deterioro empático y provoca un
distanciamiento narrativo. El problema derivado
de esta realidad no está tan sujeto a la veracidad histórica como a la experiencia de
realidad tangible. Si medimos la validez
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