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La Verdadera Mision Del Jurista


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  1.553 Palabras (7 Páginas)  •  497 Visitas

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LA MISIÓN DEL JUEZ ANTE LA LEY INJUSTA.

El problema del jurista ante una leu injusta constituye un tema fundamental del Derecho, debe siempre buscar la solución justa que dirima dichas controversias, para que impere la paz social y que no sea la ley del más fuerte.

La justicia es la estrella polar que debe guiar siempre, sin excepciones, la función del jurista. Deben ser personas profundamente conocedoras de la ciencia del derecho, con amplia madurez de criterio para que con plena prudencia sopesen las circunstancias de los casos que se les encomiendan resolver y, sobre todo, deben tener una profunda intuición de la justicia, la cual es siempre reflejo de una acrisolada honestidad personal; de ahí la gran aportación del Derecho romano al establecer como principios del Derecho: “vivir honestamente, no dañar a nadie, dar a cada quien lo que le pertenece”. Resultaría negativa encomendar la función de juzgar:

a) A quienes carecen de conocimientos de la ciencia del Derecho;

b) A quienes no tienen la suficiente madurez de criterio para resolver los casos que se les encomiendan con plena prudencia;

c) A quienes distorsionan el arbitrio judicial para conservar o mejorar posiciones o para satisfacer amistades;

d) A epígonos que anquilosan la connotación de los vocablos usados por el legislador.

e) A quienes carecen de la intuición de la justicia y consideran que la función del juez es meramente mecánica y silogística ante los textos legales.

La investidura de un juez es de muy alta dignidad moral y legal.

En la muy noble función jurisdiccional, los jueces no tienen superior jerárquico. En la aplicación de la ley a los casos particulares que se les encomienda resolver, llevan a cabo una labor de interpretación de la misma, proyectando en ella un profundo sentido de justicia. En esta labor está vedada cualquier interferencia de pasiones, amistades, intereses e incluso, la de otros poderes del Estado y aun de los mismos Tribunales Superiores.

Los jueces deben ser personas de amplia cultura general, con profunda intuición de la justicia, conocedores de la problemática social y de las ciencias de la naturaleza humana y allegarse al pleno conocimiento de los hechos de los diversos casos que se les plantean.

La primera labor que tiene un juez en los conflictos que se le plantean, es, fundamentalmente, penetrar en el esclarecimiento de la verdad material de los hechos que motivan la controversia; pues sólo la verdad, sobre la que se puede apoyar una sentencia justa.

Solamente sobre la verdad puede un juez dictar las fallos en los que se cumpla una de las finalidades primordiales de la justicia: “Dar a cada quien lo que le pertenece”.

Es muy fácil para un mal juez, escudarse en un extremo formalismo procesal, desechando pruebas, aunque éstas evidencien la verdad real y material de los hechos materia del debate y dictar fallos abiertamente injustos porque no corresponden a la verdad.

Lamentablemente vivimos en este milenio una grave crisis de valores y, precisamente por ello, se hace más aguda la necesidad de luchar por concientizar a los jóvenes para que no se dejen llevar por la vorágine de los acontecimientos y no caigan en la deificación del dinero y de los satisfactores materiales y proyecten su mente en los altos valores del espíritu.

Es tan frecuente oír el “no se puede”, que ha hecho pensar a muchas gentes que los juristas son personas conservadoras, retardatarias y profundamente inmovilistas, incluso, no ha faltado quien asegure que el Derecho es un obstáculo al cambio social, cuando que, precisamente el orden jurídico es el instrumento más idóneo y seguro para alcanzar la justicia social.

Afirma G. Renard que el Derecho no puede separarse de la moral, ni tampoco por consiguiente las formas jurídicas de los fundamentos filosóficos del Derecho. El Derecho no es una máquina que sirve para todo.

La imposición de la norma por medio de la coacción, que no esté fundada en motivos éticos es un mero hecho, una realidad más o menos brutal que no pertenece al mundo del “deber ser” si no al del “mero ser”.

Moral y Derecho tienen el mismo contenido; pero en tanto que la primera nos persigue hasta la intimidad del pensamiento, el Derecho sólo nos exige el comportamiento mínimo necesario para la convivencia social armónica.

La misión del jurista, es constituirse en sacerdote de la justicia.

En el campo de la interpretación de la ley es donde destaca la calidad de un buen juez. El jurista no debe ver los textos legales como dogmas teológicos que no le cabe rehuir.

El punto de partida y la meta de la función judicial, es precisamente hacer justicia. La lucha en los tribunales no es una lucha por la solución legal, sino una lucha por la solución justa.

Lo primero que hay que saber es quién tiene la razón, dónde está la justicia, en lo cual consiste la misión del juez.

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