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La existencia de la materia


Enviado por   •  12 de Junio de 2013  •  Informe  •  514 Palabras (3 Páginas)  •  345 Visitas

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La existencia de la materia

En este capítulo hemos de preguntarnos si, en un sentido cualquiera, hay algo que pueda denominarse la materia. ¿Existe una mesa que tenga una determinada naturaleza intrínseca y que siga existiendo cuando no la miro, o es la mesa simplemente un producto de mi imaginación, una mesa-sueño en un sueño muy prolongado? Este problema es de la mayor importancia. Pues si no estamos seguros de la existencia independiente de los objetos, no podemos estar seguros de la existencia independiente de otros cuerpos humanos y, por consiguiente, menos todavía de la de sus espíritus, puesto que no tenemos otro fundamento para creer en sus espíritus que el que deriva de la observación de sus cuerpos. Así, si no pudiéramos estar seguros de la existencia independiente de objetos nos hallaríamos aislados en un desierto - la totalidad del mundo no sería más que un sueño y sólo nosotros existiríamos -. Es una posibilidad desagradable; pero, aunque no pueda ser estrictamente probada su falsedad, no hay la más leve razón para suponer que sea cierta. En este capítulo veremos la razón de ello.

Antes de empeñarnos en materias dudosas, tratemos de hallar algo más o menos fijo de donde partir. Aunque dudemos de la existencia física de la mesa, no dudamos de la existencia de los datos de los sentidos que nos han hecho pensar que hay en efecto una mesa; no dudamos de que cuando miramos, aparecen un determinado color y una forma determinada, y si ejercemos una presión experimentamos una determinada sensación de dureza. Todo esto, que es psicológico, no lo ponemos en duda. De hecho, cualquiera que sea la duda, hay algo al menos en nuestra experiencia inmediata, de lo cual estamos absolutamente ciertos.

Descartes (1596-1650), el fundador de la filosofía moderna, inventó un método que puede emplearse siempre con provecho - el método de la duda metódica -. Resolvió no creer en nada que no viera muy claro y distintamente ser cierto. Dudaba de todo lo que era posible dudar hasta alcanzar alguna razón para dejar de dudar. Aplicando este método se convenció gradualmente de que la única existencia de la cual podía estar completamente cierto era la suya propia. Imaginó un demonio engañoso que presentara a sus sentidos objetos irreales en una perpetua fantasmagoría; era, sin duda, muy improbable que tal demonio existiera, pero era, sin embargo, posible y, por consiguiente, era posible la duda en relación con las cosas percibidas.

Pero no era posible la duda respecto a su propia existencia, pues si no existiera, ningún demonio le podría engañar. Si dudaba, debía existir; si tenía una experiencia cualquiera, debía existir. Así su propia existencia era para él absolutamente cierta. <<Pienso, luego soy>> (Cogito, ergo sum); y sobre la base de esta certeza se puso a trabajar para construir de nuevo el mundo del conocimiento que la duda había arruinado. Al inventar

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