La ética del discurso

Sara Cadavid Hoyos

Comunicación

Segundo Semestre

Patricia García Becerra

Reflexión: Ética de la discusión

Después de leer Ética de la discusión de Alberto Valencia Gutiérrez se presenta como una necesidad retomar las condiciones básicas que permiten el dialogo. Como parte de buscar la verdad en el diario vivir, es importante reconocer que la verdad está permeada y se logra únicamente por el dialogo y que requiere un proceso de discusión y de construcción entre la sociedad misma, lo que permite reconocer el papel fundamental del dialogo y de implementarlo de manera correcta.

En primer lugar, considero que no se puede hablar de verdad sin hablar de dialogo, se estaría ignorando la necesidad innata de discutir e intercambiar perspectivas para resolver problemas o cuestiones que son parte de la explicación de nuestra existencia. Es importante reconocer igualmente que muchas veces asignamos la responsabilidad de resolver esas dudas a alguien “que sabe” y no tenemos en cuenta el papel que la opinión de otro u otra puede cambiar el sentido de lo que se piensa o de la verdad que se busca en un mundo en constante evolución y lleno de interrogantes por discutir y solucionar.

Es ahí donde como seres dispuestos a discutir nos encontramos con una realidad: una discusión cuenta con varias partes donde cada una tiene una postura y es necesaria respetarla y aprender a convivir con las diferencias, es de esta forma como se logra un ambiente propicio para la discusión. Este es tal vez el mayor problema que se puede identificar en una sociedad en busca de verdades, llena de posturas propias que son defendidas y de rechazos inmediatos a intervenciones opuestas. Alberto Valencia asegura entonces que no se puede desmeritar al otro por contar con una postura diferente, reconoce que todos debemos ser considerados en igualdad de condiciones y para dialogar se necesitan las diferencias y también reconocerlas como válidas y útiles para la búsqueda de una respuesta.

Otra instancia que resalto de la lectura es que no hay que limitar la verdad a la opinión propia, hay que abrirse a las demás posturas o a los demás interlocutores de la discusión y darles la posibilidad de llegar a una respuesta en conjunto de todos los saberes y cuando esta se logre se debe lograr un acuerdo donde ninguna de las dos posturas pierda, se debe de aprender del resultado. Es decir, no hay que negar la posibilidad de estar equivocado o desviado de la verdad, al contrario, hay que permitir que por medio del debate o la discusión nos liberemos del error y aceptemos y acojamos la verdad y le demos paso al conocimiento que nos es brindado al encontrar la respuesta de nuestros interrogantes. Es importante pues, reconocer que en una discusión todos ganan, unos la libertad y otros por su parte, reafirman la veracidad de su conocimiento sin desmeritar la participación de los demás.

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