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ÉTICA DEL DISCURSO


Enviado por   •  31 de Enero de 2012  •  Trabajo  •  423 Palabras (2 Páginas)  •  521 Visitas

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ÉTICA DEL DISCURSO

Raúl Villarroel

Universidad de Chile

La Ética del discurso (también conocida como Ética de la comunicación), desarrollada por los filósofos germanos Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas intenta dar respuesta a una interrogante fundamental del pensamiento filosófico contemporáneo: si es o no posible fundamentar racionalmente una ética; sobre todo, luego del rotundo fracaso de otros proyectos éticos formulados con anterioridad y en medio de la crítica más extrema a la racionalidad que se ha dejado caer sobre la modernidad. La Ética discursiva pretende hacerse cargo de la necesidad de fundamentar una ética ante la compleja y delicada circunstancia del mundo actual, cuyo desarrollo científico-técnico ha terminado por hacer surgir la amenaza más seria que haya tenido lugar a lo largo de toda la historia, la amenaza de su propia desaparición. Frente a semejante desafío moral cabría quizás la opción de la indiferencia, dejando el problema —como ha venido ocurriendo de hecho— en manos de los expertos, capaces de ofrecer soluciones técnico-instrumentales para los problemas ocasionados por la misma técnica; o bien, remitirse las eventuales decisiones privadas de la conciencia individual de los sujetos, anclada en la validez convencional de las tradiciones que los orientan y mueven a la acción, con lo cual la solución queda librada a la obediencia o la desobediencia a determinadas normas.

Sin embargo, asumir una decisión en estos términos, ciertamente, puede culminar en un agravamiento de la crisis, de consecuencias totalmente insospechadas. Por lo mismo, la alternativa parece evidente: sólo la posibilidad de llegar a una fundamentación filosófica última (philosophischen Letzbegründung) de los principios morales de una ética de la responsabilidad solidaria podría garantizarle a la humanidad presente y futura una supervivencia auténticamente humana. Ahora bien, ello no significa la proposición de unos axiomas inmodificables, desde los cuales se desprenden ciertas normas morales específicas que nos permitan enfrentar el desafío; así como tampoco el descubrimiento de unos principios formales básicos, capaces de soportar diversos contenidos y que podrían tornarse peligrosamente vigentes dependiendo de quienes los esgrimieran. Ni mucho menos —una fundamentación filosófica última como ésta que mencionamos— implica el planteamiento de unas valoraciones fuertes, vinculadas sólo a una particular y determinada moralidad. Más bien, de lo que se trata es de que la ética, a partir de la misma teoría, pueda dar razón de las opciones y valoraciones morales que los hombres viven, de manera diversa, cotidiana y efectivamente en su propio mundo vital, evitando con ello que estas afirmaciones y preferencias sean vividas como dogmas inargumentables que conducen ineluctablemente a la arbitrariedad y al subjetivismo

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