MILAN PUELLES - EXISTENCIA DE DIOS RESUMEN
Enviado por Juan Carlos Flórez • 4 de Junio de 2019 • Resumen • 5.157 Palabras (21 Páginas) • 226 Visitas
CAPÍTULO XIX -LA EXISTENCIA DE DIOS (RESUMEN)
EL SENTIDO DE LA TEOLOGÍA NATURAL:
“Etiológica”, significa aquel esclarecimiento que se logra cuando el objeto se nos presenta como determinado por sus causas, originándose o fundamentándose en ellas. La metafísica debe en lo posible explicarnos su objeto, la identidad, como causada o fundamentada.
Ser se opone a no-ser, no a ser-causado. El concepto de ente conviene tanto al efecto como a la causa. Respecto a esta última entidad, es un conocimiento por causas entitativas; pero en la metafísica es posible un doble conocimiento explicativo: explicación por causalidad entitativa (de aquellos entes que en realidad son causados) y por otra parte, las causas cognoscitivas (meramente lógicas), de nuestro conocimiento de la entidad realmente incausada[a].
Para que la metafísica sea ciencia no es necesario que todo ente sea en realidad causado, basta con que, si alguno está libre de causa entitativa, nuestra noticia de él esté apoyada por ciertas causas lógicas, meramente cognoscitivas.
Este conocimiento etiológico del ente es imprescindible para que la metafísica se constituya como ciencia de una manera completa, sin embargo, con el estudio de los modos en que la entidad puede ser causa, se demostró que es lo contrario de lo que ahora es trata de abordar, ahora solo interesa cómo y dónde la entidad puede ser explicada por causas. A este estudio etiológico del ente se le llama “teología natural”, porque hace referencia desde un punto de vista natural o filosófico al ser divino como causa de todas las demás entidades.
La metafísica trata de Dios, y es así una teología natural, en la medida en el que el Ser divino es aquel ente que pone o fundamenta la realidad de los demás entes.
Deus, es un término emparentado con el radical θέ, que indica “poner” o “fundar”. Esta teología natural no es una ciencia filosófica, sino únicamente una parte de la metafísica, la que hace posible que el conocimiento filosófico del ente sea científico de una manera estricta y rigurosa.
El conocimiento que de Dios nos proporciona es el del Ser que fundamenta a los demás entes.Este conocimiento no se refiere a “la entidad divina en su ser absoluto”, sino que la toma en una dimensión relativa.
De ahí, la teología natural, más que un conocimiento de una cosa como causa de otra, es lo que constituye un conocimiento del Ser enteramente absoluto, mas no un conocimiento de lo enteramente absoluto de ese mismo Ser.
La teología de la fe hace posible que de alguna manera penetremos la intimidad divina, si y solo si, esta teología supone Revelación, es decir, regalo o gracia [b]a una confidencia que Dios ha hecho al hombre, abriendo el misterio de su inescrutable profundidad. Esta se halla enteramente oculta para el hombre que no tiene fe.
La teología natural es la situación límite de nuestro entendimiento, por eso, al llevarla a su máxima tensión, descubrimos nuestra incapacidad fundamental: la ignorancia naturalmente invencible, porque es la medida de la grandeza de nuestro ser.
La teología natural en tanto que es un conocimiento de Dios como suprema causa, padece el más alto nivel de la sabiduría humana, es el más frágil de los conocimientos que de Dios son posibles para el hombre.
La metafísica no alcanza a Dios, sino al título de fundamento o causa primera de los entes finitos, va de forma ascendente: va de las criaturas al Creador, de los efectos a su suprema causa. De aquí también una diferencia importante entre la teología natural y teología de la fe.[pic 1][pic 2]
En la teología de la fe, el proceso adecuado es el inverso: partiendo de Dios mismo, si desciende a las criaturas y las ilumina con destellos que nuestro entendimiento nunca podrá arrancarlos.
Relacionando estos dos últimos párrafos, SANTO TOMAS, menciono esto en su texto: “En la doctrina de la filosofía, la consideración inicial es de las criaturas, y la de Dios la última. En la doctrina de la fe, la consideración primeria es de Dios y la última de las criaturas; de ahí que sea más perfecta, por ser más semejante al conocimiento que de Si mismo tiene Dios, quien, al conocerse a Sí mismo, intuye los demás entes”.[pic 3]
La teología natural como última parte de la metafísica comprenderá dos capítulos: el uno referente a la existencia de Dios y el otro a su esencia y atributos. Antes de comenzar, el estudio de la existencia de Dios no pretende otra cosa sino la prueba de validez de la proposición “Dios existe”. Y fácilmente se advierte que no se trata de la esencia íntima del Ser divino, sino, de lo que podemos saber sobre este Ser en modo que es causa o fundamento de las demás entidades.
Dentro de “el uno referente a la existencia de Dios”, dos actitudes son posibles: la de considerar que la proposición “Dios existe” no necesita de prueba alguna, por tratarse de algo evidente, o la de pensar, por el contrario, en la necesidad de demostrarla. Pero aún en el caso de una demostración de la existencia de Dios, cabe preguntar a qué especie de pruebas debemos someternos, si no es que todas sean posibles. Dada a distinción entre las demostraciones a priori, a simultaneo y a posteriori, basta con lo que ya se ha dicho para excluir la posibilidad de las de primer tipo.
La demostración a priori es la que prueba una cosa por causa entitativa, que es realmente anterior al efecto; y lo que trata de demostrar es la existencia de un Ser absoluto, carente de toda una causa real. La demostración apriorística de un Ser incausado sería un puro absurdo.
CARÁCTER SUBJETIVAMENTE MEDIATO DE LA PROPOSICIÓN “DIOS EXISTE”:
La proposición “Dios existe” es mediata, puesto que significa la existencia de una entidad incausada. Decir que esa proposición es mediata no significa otra cosa que Dios existe por virtud de algo que le ha concedido la existencia; pero en tal caso sería preciso admitir el absurdo de que un Ser incausado tuviese causa. Si por Dios entendemos algo que es por sí mismo la proposición “Dios existe” no puede ser más que una proposición inmediata.
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