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Enviado por osoriomejia • 8 de Mayo de 2015 • 2.788 Palabras (12 Páginas) • 242 Visitas
IDEALISMO Y MATERIALISMO FILOSOFICO
Autor: Carlos Augusto Velásquez Rodríguez
SÌNSTESIS.
Tradicionalmente se distinguen dos grandes corrientes filosóficas, de las cuales se generan las demás: El idealismo plantea la preeminencia de las ideas (el alma, Dios, el pensamiento) sobre la realidad material. Es decir, antes que la materia existió y existe el mundo de las ideas o una idea suprema que creó el mundo material. El materialismo, en cambio, plantea que las ideas son producto de la materia más altamente evolucionada: el cerebro humano. Para el materialismo, la materia no tiene principio ni tendrá fin, sin embargo, está en constante evolución. Como producto de ello, de la existencia de seres sin vida surgieron los seres vivos, cuya máxima evolución es representada por el ser humano.
IDEALISMO
Antes de explicar esta postura filosófica se debe aclarara que a nuestra disciplina no le interesa directamente el idealismo moral. Este consiste en consagrarse en un ideal sin ningún interés material o económico. Por ejemplo, El Che Guevara, que se consagró al “ideal” de la revolución; el Hermano Pedro, que se consagró a un “ideal” religiosos y caritativo, etc. Este tipo de idealismo no interesa a la filosofía.
El otro idealismo, el filosófico, sí nos compete. Es el que afirma la preeminencia de la conciencia sobre la materia. A este idealismo nos referiremos en adelante. Su postulado básico es que el mundo material que pretendemos conocer es solo una creación del mundo ideal. Algunos opinan que ese universo existe con independencia del mundo material. Pensadores como Platón señalan que existe realmente. Otros como Kant, son más moderados y, en todo caso, afirman que el mundo material es imposible de conocerse tal cual es. Existen muchas formas de idealismo filosófico. Sin embargo, para efectos didácticos reconoceremos dos grandes grupos: el objetivo y el subjetivo.
Para alguien que cree en Dios es fácil comprender los planteamientos del idealismo objetivo. Se llama así porque, en primer lugar, plantea que la idea, pensamiento o espíritu existe con anterioridad y con mayor importancia que la materia. Es decir, que la materia surge de la idea. Se dice que es “objetivo” porque pregona que la idea tiene una existencia objetiva, como la materia misma. Es decir, su existencia no depende del sujeto que la piensa, sino de sí misma. El concepto de Dios sería el mejor ejemplo para comprender este pensamiento: según quienes creen en Él, su existencia es objetiva pero inmaterial, anterior o independiente de la materia.
Platón pertenece a este grupo de idealistas. Según él, existe un mundo poblado por ideas llamado topus uranus. Ese es el verdadero, el real. El mundo material, en donde habita nuestro cuerpo, es solo una representación de aquel. El cuerpo puede morir porque la materia es cambiante y obedece, más o menos, a las leyes que la ciencia descubre. Los seres vivos nacen, crecen, se alimentan, mueren. En cambio, el mundo de las ideas es inmóvil y eterno. La realidad que captan los sentidos del ser humano es solo la materia. Sin embargo, por medio de la actividad filosófica, de la razón, se puede llegar a conocer el mundo de las ideas. Esto se logra cuando se descubre la esencia que hay en cada ser. La esencia es, precisamente, lo que no cambia las cosas, lo que permanece inmutable.
Por ejemplo, si vemos un bosque decimos que está poblado por árboles. Si nos atuviéramos a la información de los sentidos, veríamos que cada uno de los seres que llamamos “árbol” es diferente. Incluso, algunos no se parecen con otros. Sin embargo, nuestra mente lo “conoce”, gracias a que tiene una “idea” de todos ellos. Esa idea contiene la esencia de lo que es un árbol, nuestra mente “recuerda” la idea de “árbol” que existe en el topus uranus. Al percibir un objeto material que refleja dicha idea, lo que reconoce como tal. Lo mismo se puede decir de las personas. Cada se humano es diferente; sin embargo, como todos reflejan la idea de “humano” que habita en el topus uranos, no nos es difícil reconocerlo.
El idealismo objetivo de Platón empata muy bien con el concepto cristiano de “alma”. De hecho, durante gran parte de la Edad Media, los filósofos del cristianismo se dieron a la tarea de hacer coincidir sus teorías con los dogmas cristianos. El mundo del “topus uranus” podría asimilarse como “el cielo” o el infierno, lugares en donde moran las almas que hay pasado por la Tierra perfeccionándose o corrompiéndose, según sea el caso.
Hegel es otro de los filósofos asociados con el idealismo objetivo (dentro de las teorías filosóficas, su doctrina se conoce como “idealismo absoluto”). Este pensador señala que en un principio existió una idea absoluta, cuya existencia fue anterior y al margen de la naturaleza y del ser humano (esta podría relacionarse con el Dios que conciben las diferentes religiones). Se trata de un pensamiento puro, sin materia, que, por una dinànamica propia, dialéctica, sufre una metamorfosis y se transforma en su opuesto, la materia, la naturaleza, el mundo material, se transforma constantemente en la búsqueda de su perfeccionamiento. Este se logra cuando la materia ha evolucionado hasta convertirse nuevamente en el espíritu absoluto. Estos planteamientos filosóficos, si bien forman parte del idealismo, influyeron notablemente en el materialismo dialéctico, al considerar los cambios como producto de la esencia misma de las cosas.
El idealismo subjetivo, por su parte, plantea que el conocimiento y la verdad los construye el sujeto que las enuncia. Auque no niega ni afirma la existencia del mundo material, sí asevera que el conocimiento es independiente de él. Toma como punto de partida lo que puede llamarse como “yo”, “sujeto”, “idea” o “conciencia”. Auque existen diferentes tipos de idealismos subjetivos, todos tienen en común que niegan la existencia objetiva de la realidad o, en todo caso, la posibilidad de su conocimiento, fuera de la conciencia, por el sujeto. Muchos idealistas no niegan la existencia del mundo exterior, solo ponen de relieve que ese mundo no es solo un “dato” del cual se parte, sino una construcción que de él se hace en la conciencia. Por ejemplo, algunos filósofos del lenguaje afirman que el conocimiento que tenemos del mundo depende del lenguaje que manejamos. De esa cuenta, los ingleses ven el mundo de forma distinta porque su lengua es diferente a la nuestras.
Otros idealistas señalan que no es posible conocer el mundo externo tal cual es. Cualquier conocimiento que de él tengamos es solo una representación y, por lo tanto nuestra actividad pensante
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