POESIA
Enviado por luzmaralam • 28 de Junio de 2015 • Tesina • 1.069 Palabras (5 Páginas) • 146 Visitas
Y uno lee de todo, desde las historias de la vida perdida, de la amante herida en una confusa vida conyugal, de las culpas, del dolor…
Y uno experimenta, escoge el camino, la vida, la muerte, la culpa, el maltrato o la felicidad…
Y uno se encuentra en el camino lo que necesita y lo que no. Si se está lo suficientemente despierto toma lo adecuado, si se está medio adormilado quizá no se tenga la mejor elección, si se está equivocado simplemente dará igual.
Y la pregunta surge ¿quién soy? Y al llegar a la mediana edad (40 años) se replantea, la carrera se detiene y uno mira alrededor, se observa fijamente y además se cuestiona: ¿Qué he logrado? ¿Dónde estoy¿ ¿A dónde voy? ¿De dónde vengo? ¿Qué quiero? ¿Qué perdí o qué gané a lo largo de los años?
Y uno se mira con detenimiento… reflexiona y se acuerda del proverbio aquel que dice que cuando el alumno está listo, el maestro aparece… Y uno se cacha, observa sus movimientos, se mete en su reflexión, desaparece del mundo y se vuelve uno con todo lo existente, con mi inconsciente, con mi yo… me veo en el espejo y entiendo… un poco de mi evolución…
Diciembre 22, 2012
00:02 A.M.
La tarde se volvió luminosa, como si fuera un gran amanecer, como aquella mañana en Acapulco en que me despertaste de mi cama, me tomaste en tus brazos y me llevaste al mar… De pronto y surgido de la nada, la luz entera apareció, como si hubiera concluido un eclipse, como si en la apuesta hubiera ganado el sol, como si el mundo hubiera sido invadido de Pegasos y Unicornios…
La tarde se dibujó iluminada y yo… desaparecí con tanto amor
Diciembre 22, 2012
00:08 A.M.
- No, lo reconozco, no he sido el mejor cristiano-. Así confesaba al padre, Nicanor.
- Confieso con todas sus letras que no he venido a misa, que no me se los rezos, que sólo 4 canciones le puedo cantar.
- Confieso que me he perdido en los brazos del sentimiento, que he vagado muchas veces sin razón, que soy irascible y reviento como las olas del mar, que me duele el alma, que me siento jumento, que hay días en que ni siquiera puedo caminar…
- Lo reconozco y sí, lo grito a los cuatro vientos: SOY SÓLO UN HOMBRE PECADOR. Que he sido hiena, que he vivido del lamento, que estoy llorando y me estoy pudriendo por dentro…
- Que no soy bueno, que no tengo alma, que la perdí el día en que ella se murió, el día que la vi tendida con su cara de enojo, el día en que no quiso hablar más, la vez que la vi hinchada y frustrada, con su cabello rizado y quieto, con su mano suave, inmóvil, fría, perdida, pálida y morena…
- Sí, lo confieso, muchas veces he dicho “maldita sea la hora en que ella partió”, “maldita la muerte, maldita la vida”, maldito yo y mi sensación. Maldito el silencio, el olor a cera, los rosarios rezados, la gente que me observa con mirada lastimera…
- Y confieso padre (dijo con tristeza Nicanor) que extraño sus gritos, el escuchar juntos el carro de
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