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Placer En La Muerte


Enviado por   •  19 de Mayo de 2014  •  1.370 Palabras (6 Páginas)  •  231 Visitas

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El placer en/de la muerte.

La muerte ha sido siempre el punto central de la vida, es en ese lugar o momento donde todo se juega, empieza y termina. En apariencia, todo ser humano vive con el solo propósito de encontrar un significado especial en su vida, pero lo crudo es averiguar que todo motivo se ve provocado desde un lugar oscuro, desde la muerte. Todo cuanto hemos vivido, ha sido motivado por la seducción de un movimiento mortuorio, de un esqueleto andante llamado deseo, de la carencia y el lugar sin Dios que desea revivir para ser asesinado infinidad de veces por el hijo prodigo.

¿Qué si Dios decidió cometer suicidio?, ¿Qué si el hombre, en su impulso asesino hacia sí mismo, a quien intenta matar es a Dios? El hombre es Dios y este se deseo mortal, gozo de su destrucción y lo continúa haciendo hasta el sin fin de sí mismo o hasta que la muerte se acabe para dar lugar a una nueva forma de goce. Lo patético es la vida, ya que su causa es la muerte y existe para rectificar inevitablemente que todo acaba e inicia donde acaba, ineludiblemente es así hasta que el deseo acaba y cuando eso ocurre, algo distinto a la muerte surge para reclamar el lugar de aquello que había sido otorgado al vacio. ¿Cómo acabar lo que inicia en un fin? Un imposible, algo incapaz de ser dicho y quien lo diga, será atravesado por el verbo encarnado que hace al hombre sufrir a la vida y la muerte en un mismo lugar.

Cínicamente, el deseo juega con nosotros a terminar, a morir, pero nos trae de vuelta a esta vida, nos manda a resurgir de las cenizas; esto es posible porque el deseo es algo inconcluso y si la muerte es deseada, solo es a medias, porque en otro lado, en otro momento, la vida es deseada para llegar a la mortalidad.

La muerte consume hasta al hueso a la vida, se trata del juego en el que el hijo se convierte en padre y el padre se convierte en hijo, el todo trata de devorar a la nada, pero es inútil, ya que en lo más hondo, la nada domina al todo, la muerte domina a la vida. Sin un momento de certidumbre ante esto, no es posible observar la manera en que todo se desarrolla, de como todo ha iniciado para únicamente acabar en una falla exitosa, en una venganza, en un acto de auto-devoración. Ya no se trata del padre devorando al hijo o del hijo devorando al padre, aquí es en donde el ser se injiere a sí mismo, comete suicido, con tal de violar su Ley; una Ley diseñada para ser inquebrantable e inamovible, por tanto, todo producto de aquel primer instantes, es un acto frustrado, un acto a medias, un Ser castrado antes nacer.

El Ser, al ser cautivado y seducido por la muerte, invento la palabra sin vida original, sin sentido, sin orden y en si misma, carente. Se vive a la muerte en cada palabra, en cada movimiento, no importa la intención que se tenga, todo ha sido cautivado y diseñado para fallar, para morir.

El cuerpo en el que aparenta existir la vida, es únicamente un ataúd, en el cual es puesto el deseo y esto logra demostrar, de manera muy clara, como el hombre ha sido siempre un agonizante vacio, en el que el hijo intenta devorar al padre, mientras intenta colocar vida ahí donde únicamente puede haber muerte, porque originalmente el deseo o el acto, se consumo para ser siempre incongruente, incompleto, mortal y repetitivo.

El placer o el goce, entra en lo imposible, en la risa que surge de percatarse de lo imposible que es vivir y de cómo esta vida es producto de algo penosamente ilusorio y risorio. Ahí donde ocurren los pensamientos, los sentimientos, los engaños y desengaños, ahí donde ocurre lo que la vida total del sujeto, eso es su ataúd; es ahí donde alguien juega con él, donde alguien se adueña para gozar del fin sin fin. La muerte es la forma en la que Dios se masturba,

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