¿Que Significa Ser Mexicano?

“El mexicano respira, camina, vive y muere como lo que es”- (anónima)

Ser mexicano en Argentina, Francia o Japón es sinónimo de valentía, de comer tacos, enchiladas, pozole, chiles en nogada o tamales; de tomar mezcal, tequila o cerveza; cantar con mariachi, ser hospitalario, llevar el nopal en la frente, usar huaraches y gritar ¡Viva México! “El luto humano” relata una historia en donde Revueltas busca explicaciones históricas que le ayuden a definir al mexicano; las características se analizan en sus personajes; tales como la ambigüedad, el hermetismo, el machismo, el complejo de inferioridad, la indiferencia ante la muerte, la desgana, el ocultamiento y el infundio.

Somos seres ambiguos con un lenguaje múltiple y coloquial. No es lo mismo “ser chingon” a “chingar” o “ser chingado”. Para dominar perfectamente el español mexicano es preciso vivir ahí, no importando cuánto te esfuerces por hablarlo fielmente; cualquier cosa que digas será malinterpretada, tomada en forma de burla o altamente ofensiva. Se muestra un carácter contradictorio de todo lo que se es dicho a lo que se es interpretado.

Somos personas reservadas y desconfiadas porque cualquier gesto de cortesía lleva a un: “que quieres güey”. Siempre esperando algo a cambio o buscando conveniencia. "Ante la simpatía y la dulzura, nuestra respuesta es la reserva, pues no sabemos si esos sentimientos son verdaderos o simulados"- Octavio paz.

La mujer es definida como un instrumento o un blanco fácil; no solo es machista quien usa a su mujer únicamente para labores del hogar sino también aquel niño que le grita sus compañeros: “el que llegue al último es vieja” arrastrándola hacia la debilidad y la incapacidad de llegar primero. La ignorancia del hombre se suelda al machismo cuando exige como hijo un varón, y la mujer mexicana abnegada. “El machismo es una forma en que el mexicano compensa por su sentimiento de inferioridad”- Samuel Ramos.

El mexicano no se muere: ¡Se lo lleva la chingada! La muerte es compañía desde que se empieza a vivir. La adulamos, la festejamos, la cultivamos, nos abrazamos a ella, definitivamente y para siempre porque somos creyentes de la vida después de ella.

Nos apegamos a la religión porque necesitamos algo en que creer, resulta difícil pensar en posibles respuestas a preguntas retoricas. ¿Quién creo el universo? Dios, ¿Quién creo al hombre? Dios, ¿Quién me salvo la vida? Dios. Porque es el quien siempre recibe el crédito por las cosas buenas que pasan. No a los doctores que tardaron horas practicando una cirugía ni al abogado que impidió la sentencia a muerte, fueron los famosos “milagros” quienes nos salvaron.

Tenemos una visión pasiva de lo inevitable utilizando el “ni modo” para indicar mala suerte, “haber que pasa” dejando que las cosas tomen su rumbo “mañana” porque nos da flojera hacerlo hoy.

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