Rapto De Las Sabinas. Derecho Romano

Juan de Bolonia en 1581 comenzó lo que se considera su obra maestra, el Rapto de las Sabinas, finalizada alrededor de 1582. Al parecer, la escultura no fue producto de un encargo y se llevó a cabo por el autor como una demostración de virtuosismo. Cuando Francisco I de Médici vio la obra se entusiasmó y ordenó su instalación en la Loggia dei Lanzi, cerca del Palazzo Vecchio. La presencia allí de la obra Perseo con la cabeza de Medusa de Benvenuto Cellini, que representaba el triunfo del bien sobre el mal y el símbolo de la victoria de los Médici en Florencia después de haber sido expulsados de la ciudad en 1494, hizo al autor pensó en un tema relacionado con que bautizar su trabajo, decidiéndose por la historia del Rapto de las sabinas.

El rapto de las sabinas es uno de los más conocidos de la Historia antigua de Roma y basa su relato en las narraciones transmitidas a través de la Historia de Roma de Tito Livio, y en La vida de Rómulo de Plutarco. El Rapto de las sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.

A pesar de ello, no deja de ser un tema mitológico basado en la leyenda, según la cual, debido a la escasez de mujeres que padecía Roma, a Rómulo, fundador de la ciudad y primero de sus reyes legendarios, no se le ocurrió mejor idea que organizar unos juegos en honor de Neptuno a los que invitó a los pueblos vecinos. De todos ellos fueron los sabinos los que acudieron en mayor número, incluyendo en la cita a sus mujeres e hijos. Comenzadas las pruebas, los romanos empezaron a raptar a las mujeres al tiempo que expulsaban a los hombres, con lo que consiguieron las hembras que necesitaban. De inmediato se casaron con ellas y tuvieron descendencia.

La respuesta de los sabinos, ultrajados tan humillantemente no se hizo esperar, y sólo unos años después, invadieron Roma y atacaron a los romanos, gracias en parte a la traición de una romana, Tarpeya, que a cambio de sus brazaletes y joyas les abrió las murallas del Capitolio. Los sabinos, lejos de compensarla la mataron sin piedad.

Pero curiosamente, cuando el enfrentamiento era ya inevitable entre ambos pueblos, fueron las propias sabinas las que se interpusieron entre ambos ejércitos, El rapto de las sabinas argumentando a unos y otros que dejaran de matarse porque de todas formas ellas serían las perdedoras, pues si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. La reconciliación se hizo así posible entre ambos pueblos.

En él David no reproduce el momento en el que los romanos raptan las mujeres, sino el segundo capítulo de la historia, cuando las sabinas interceden entre ambos pueblos para que dejen de matarse. Así lo vemos en una composición confusa aparentemente, pero que en realidad responde a la simetría estructural y el orden estricto de las obras neoclásicas.

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