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Respuesta A Sor Filotea


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  1.563 Palabras (7 Páginas)  •  590 Visitas

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Respuesta a sor Filotea de la Cruz carta atenagorica

Muy ilustre señora, mi señora al primer paso, encontraba para tropezar mi torpe pluma dos imposibles. El primero es saber responder a vuestra doctísima, santísima y amorosicima carta. Alberto Magno, su maestro sabia decir con humildad, el segundo imposible es saber agradeceros tan excesivo como no esperado por favor, de dar a las prensas mis borrones, ni al primer imposible tengo más que responder que no ser nada digno de vuestro ojos; ni al segundo más que admiraciones, señora ingenua. Especial favor de que conozco ser su deudora, como de otros infinitos de su inmensa bondad: pero también especias modo de avergonzarme y confundirme: sea el juez que me sentencie y condene mi ingratitud, perdonad, señora mía, la digresión que me arrebato la fuerza de la verdad: pero como este es cosa negativa, aunque explica mucho con el énfasis de no explicar, es necesario ponerle algún breve rotulo. Dice san Juan que si hubiera de escribir todas las maravillas que obro nuestro redentor, no cupieran en todo el mundo los libro, señora mía, solo responderé que no se que responder; y diré, por breve rotundo de lo que delo al silencio, vuestros favores y debajo del seguro de vuestra benignidad proponer ante vuestra venerable presencia. Debida a aquellas sagradas letras, para cuya inteligencia yo me conozco tan incapaz en los oídos, con no pequeño error. El génesis: este por su oscuridad, y aquellos porque de la dulzura de aquellos epitalamios no tomase ocasión la imprudente juventud de mudar el sentido en carnales efectivos, una herejía contra el arte no la castiga el santo oficio, sino los discretos con risa y los críticos con censura, no es culpa, porque no tengo posibilidad de acertar, sino con positiva repugnancia, porque nunca he juzgado de mi que tenga el caudal de letra e ingenio que pide a obligación de quien escribe; con el santo oficio, que soy ignorante y tiemblo de decir alguna proposición malsonante. El escribir nunca ha sido dictamen propio, sino fuerza ajena; que les pudiera decir con verdad, las letras, que ni ajenas reprensiones ni propias reflejas han bastado a que deje de seguir este natural impulso que dios puso en mi para guardar su ley, los ejercicios y compañía de una comunidad; y después, en ella, sabe el señor, cumplido los tres años de mi edad cuando enviando mi madre a una hermana mía, mayor que yo, a que se enseñase a leer en una de las que llaman amigas y supe leer en tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre, teniendo yo cono después como 6 o 7 años, y sabiendo ya leer y a escribir, había universidad y escuelas en l que se estudiaban ciencias, en México, el deseo de leer muchos libros varios que tenía mi abuelo, sin que bastecen castigos ni represiones a estorbarlo: empecé a deprender gramática las lecciones que tome; y era tan intenso mi cuidado, que siendo así que en las mujeres. Sucedía así que el crecía y yo no sabía lo propuesto, porque el pelo crecía aprisa y yo aprendía despacio, y con efecto le cortaba en pena de la dureza, entretenme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado de cosas cedieron y sujetaron la cerviz todas las impertinencias de mi genio. Esto hizo vacilar algo en la determinación, los ratos que sobraban a mi obligación de leer y y mas leer, de estudiar y mas estudiar, sin m as maestro que los mismos libros, para estudiar teología, pareciéndome menguada inhabilidad, siendo católica, no saber todo lo que esta vida se puede alcanzar, por medios naturales, de los divinos misterios, la sagrada teología; pareciéndome preciso; para llegar a ella, subir por los escalones de las ciencias y artes humanas. David fue virtud y fuerza natural de la música, sobrenatural que dios quiso poner en David , como las de Daniel, y otras para cuya inteligencia es necesario saber las naturalezas, cuyos términos, sin noticia de astrología, será imposible entender, comprender los libros y la ciencia en que se incluyen todas las ciencias, para cuya inteligencia, la virtud y las letra, y así por tener algunos principios granjeados, estudiaba continuamente diversas cosa, sin tener para alguna particular inclinación, nunca le puede tener perfecto quien se reparte en varios ejercicios; pero en lo formal y especulativo sucede a lo contrario, y quisiera yo persuadir a todos con mi experiencia a que no solo no estorban, así lo demuestra el r.p Atanasio Quirquerio, abren ejemplos metafóricos de otras artes: como cuando dicen los lógicos que el medio se han

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