Rompiendo Esquemas Y Superando La Tradición…a Partir De Un Proyecto -crítico Y Autoreflexivo- De Humanismo

Las políticas educativas actuales, plantean como principal objetivo mejorar la calidad de la educación, el problema es que estas políticas de calidad se centran en mejorar los resultados de los estudiantes, en las pruebas de competencia y conocimiento buscando preparar al estudiante para el mundo laboral, ¡que empiece a producir!; el centro no es el hombre, es la economía. Educar se ha convertido pues, en una manera de producir “productores” de bienes y servicios que ayuden a incrementar la economía, el producto nacional per cápita que es el baremo con que se mide el crecimiento económico de una nación; en definitiva, es un sistema que relega completamente la “autorreflexión crítica” impidiendo al sujeto interrogarse e interesarse ante la realidad que le toca vivir.

Sin embargo, si tenemos en cuenta la situación en el capitalismo de la posguerra tal como Theodor Adorno la identifica, nos cuestionamos, ¿estaría todo esfuerzo educativo condenado al fracaso desde el inicio? ¿Qué esperanzas puede aún mantener una educación que se pretenda emancipadora?, siguiendo a éste autor, reconocemos que todavía es posible buscar una praxis emancipadora cuyo radio de acción no refiera directamente al sistema, sino que se dirija al individuo.

Lo notamos, al final de su reflexión “Una educación después de Auschwitz” (vale la pena citarlo):

“Temo que las medidas que pudiesen adoptarse en el campo de la educación, por amplias que fuesen, no impedirían que volviesen a surgir los asesinos de escritorio…que haya hombres que, subordinados como esclavos, ejecuten lo que les mandan, con lo que perpetúan su propia esclavitud y pierden su propia dignidad… que haya otros Boger y Kaduk, es cosa que la educación y la ilustración pueden impedir en parte…La educación perderá, sin duda, si pretende utópica e ingenuamente pelear de frente contra el mundo administrado de la burocratizada barbarie de escritorio, pero siempre tendrá un chance si se vuelve hacia el individuo…. los educadores podrían educar de tal modo que dichos campos, si reaparecen, no dispongan, al menos no con tanta facilidad, de verdugos y centinelas”.

(Adorno, 1973: 95)

En éste contexto, la obra de Martha Nussbaum , “Sin ánimo de lucro” nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la crisis mundial de la educación y su estrecha relación con el futuro de las sociedades democráticas. La autora propone un “modelo de desarrollo humano” de educación, argumentando que este modelo es indispensable para la democracia y para el cultivo de una ciudadanía mundial.

Ante ésta crisis “silenciosa”, quiere recuperar el pensamiento liberal, una educación que libere la mente de la esclavitud de los hábitos y de las costumbres formando personas que puedan actuar con sensibilidad y agudeza mental como ciudadanos del mundo poniendo en tensión y conflicto por un lado, la idea de la educación concebida como una herramienta para el crecimiento económico -carente de reflexión sensible- y por otro lado, el modelo de desarrollo humano de una educación liberal que es indispensable para cultivar las democracias y las humanidades del mundo global. Siguiendo claro está, la “vida examinada” de Sócrates, con una vida crítica que busca la comunicación y la interacción con el “otro” que es como yo.

Acá quiero hacer un paréntesis para enfatizar, que no hay relación con el otro si su rostro es ignorado; la irrupción del otro quiebra la agonía de lo mismo, de una ipsidad que siempre cobra poder sobre el otro.

“Somos rehenes del otro, y no podemos tener relación con nosotros mismos más que en la medida en que la irrupción del otro haya precedido a nuestra propia ipsidad”

(Derrida, 2001, p. 51) .

Así pues, continuando con la idea antes citada, reflexionamos con Nussbaum, que esta visión limitada de la educación (enseñar a los estudiantes a ser económicamente productivos, basada en habilidades rentables), ha erosionado nuestras capacidades para criticar la autoridad y para sentir compasión por las gentes e interesarse por ellas, convirtiéndose esto, en un obstáculo para el desarrollo de nuestra capacidad para tratar problemas globales complejos. En muchos casos, la situación socio-educativa arrastra a los hombres a lo inenarrable, que según Adorno, en escala histórico-universal culminó con Auschwitz ; por eso, opino que la civilización engendra por sí misma la anti-civilización y, además, la refuerza de modo creciente.

Estas dos visiones de la educación —como herramienta económica y como modelo de desarrollo humano— remite a una discusión que viene de décadas anteriores, y que ha sido igualmente registrada por distintos autores (Heidegger, Adorno, Habermas, Gadamer, Carr y Kemmis), en torno al predominio de un tipo de racionalidad instrumental basada en el control, el eficientismo y la técnica, sobre otro tipo de prácticas sociales basadas en la racionalidad comunicativa, crítica reflexiva, como es el caso de la praxis educativa —y las humanidades—; pero, justamente, esta racionalidad sometida cumple un papel importante en la sociedad, ya que se orienta a evitar todo tipo de deshumanización de la persona o la pérdida de su libertad y de su autonomía.

Después de reflexionar sobre ésta crisis de la educación, que también es una crisis de las sociedades democráticas, Nussbaum invita a trabajar por reconectar la educación a las humanidades, con el fin de formar a ciudadanos del mundo; para ello, inspirándose en las ideas de la pedagogía socrática, del pensamiento de Rabindranath Tagore y de John Dewey, entre otros, propone crear una academia en la que el mundo sea visto como un lugar donde existen muchos tipos de ciudadanos y donde todos podemos aprender a actuar como ciudadanos de todo ese mundo, a este proyecto se le llama recurriendo a una frase de Séneca, “el cultivo de la

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