Sobre El método Y Los Usos Sociales De La Evaluación De Políticas Publicas

Sobre el método y los usos sociales de la evaluación

El objetivo de esta discusión es poner énfasis en los diferentes enfoques de la evaluación y en sus aspectos más sobresalientes en torno a la importancia y aplicación que la evaluación tiene en los eventos políticos y específicamente en aquellos relacionados con los programas y/o políticas públicas. Al respecto es pertinente comentar que la idea de evaluar programas de orden social inició en los Estados Unidos mucho antes de la segunda guerra mundial. Desde entonces ha mantenido un desarrollo valioso en toda América del Norte, mientras que en ciertos países europeos, ésta corriente apareció alrededor de los años sesentas.

En un principio el concepto de evaluación se entendió como una técnica de racionalización de la decisión pública, fundada exclusivamente en el uso del método cuantitativo. Esta concepción positivista e instrumental se reveló progresivamente, tanto teórica como práctica, de forma insuficiente, sin ser totalmente rehusada, cediendo hoy en día su lugar a otras concepciones, muy diversas de hecho, que tienen en común el tomar en serio la pluralidad de los modos de conocimiento y la pluralidad de las maneras de interacción entre el conocimiento y la acción.

a) El paradigma del" tratamiento médico"

Originalmente la evaluación, y en particular la valoración de programas sociales, se concibió bajo el modelo de protocolos aplicados para medir la eficacia de los tratamientos médicos experimentales. (Consejo Científico Europeo de la Evaluación [CCEE], 2001) Esta concepción llevó el sello del conductismo que impregnó los estudios sociales en Estados Unidos, particularmente bajo los dominios de la psicología y la educación. Cabe mencionar que los textos americanos relativos a la evaluación frecuentemente usan el término de "tratamiento" para designar el conjunto de medidas a que se someten los "objetivos sociales" de una política eficaz. Al respecto, Cook (2000) indica que en los años 1960, la valoración apostaba hacia el método de la experimentación y las técnicas cuantitativas con la finalidad de producir evaluaciones precisas y no sesgar las consecuencias causales de los programas y de sus principales constituyentes (p. 58 ).

b). El modelo de la decisión racional

A partir de lo anterior los promotores de la evaluación vieron en ella los medios para someter las decisiones públicas a la racionalidad científica. Cook (2000), dice que muchos evaluadores pensaron ingenuamente que sus resultados iban a ser usados de una manera habitual como el ingrediente de decisión política principal. El método de la experimentación alimentó tal ilusión, en la misma medida en que, como la decisión lógica que está debajo de la experimentación, parecía confirmar al modelo de la acción racional.

En este modelo, un problema o una necesidad están, primero, claramente definidas; las soluciones alternativas para resolver un problema están determinadas y se orquestan; los criterios de resultado son entonces los controles; y, para abreviar, según los datos uno decide cuál es la mejor solución para resolver el problema. En cambio en una experimentación, los datos son recogidos y una prueba estadística permite decidir el tratamiento más eficaz (p. 62).

c). Hacia una concepción más compleja del método y funciones de la evaluación

Los nuevos rumbos de la evaluación se hicieron notorios desde los años setenta. En estos tiempos se rompe la idea de adoptar un sólo punto de vista meramente objetivo y se aclara el punto de vista político al evaluar.

Es decir, primero, desde el punto de vista epistemológico, se desarrolla una discusión sobre la dificultad de establecer la existencia de lazos de causalidad y medir la intensidad de estos. El reexamen, asienta Campell (1999) de los estudios sociales involucrados por la evaluación, no se limita sólo a las preguntas de medida y causalidad: los investigadores son ahora más conscientes de la imposibilidad de adoptar un punto de vista completamente objetivo, independiente de la percepción subjetiva de los intereses, para describir y calificar el resultado de acciones que tienen como finalidad afectar los intereses o modificar las condiciones de vida de ciertos estratos de la población. Este mismo autor añade: “Uno de los puntos cruciales es que hay modalidades para definir el resultado de una política: los criterios de resultado finalmente seleccionados en una evaluación representan un subconjunto de un inmenso campo de resultados potenciales, susceptibles de ser afectados por el programa” (Campell, pp .19-20 ).

Segundo, desde un punto de vista político, se ha dado un uso indirecto y débil a los resultados de la evaluación. Al respecto Leca (1998), señala "…intereses múltiples y cambiantes introducen sin aviso nuevas normas de acción: estos políticos que toman decisiones tienen un conocimiento bueno y más eficaz que los especialistas del conocimiento." Y agrega: "En un mundo donde la atención es un recurso de lo más raro, la información puede ser un lujo caro porque puede desviar nuestra atención de lo que es importante en favor de lo que no lo es. Nosotros no podemos tomarnos la libertad de tratar una información solamente porque está ahí" (p. 23).

Esta crisis, entre las dos concepciones, se equilibró por los hechos siguientes:

a) Leca (1998) propone una revaloración de los métodos" cualitativos”, fundada en el uso de un material verbal o textual, en la" observación" naturalista de la realidad social (monografías, etnosociología), o en el desarrollo de técnicas de trabajo en grupo (el grupo de expertos o actores). Los métodos que percibieron esta situación permiten mantener, a menudo, una información más útil a la acción que los métodos cuantitativos :

" Los métodos cualitativos son muy útiles para clarificar la teoría que está detrás de un programa; para entender el contexto en que el programa opera; para describir lo que realmente se incluye en el trabajo del programa; valorar la consistencia entre la teoría del programa y lo que se pone eficazmente en el trabajo; para ayudar a entender procesos que permitieron los efectos del programa; para identificar algunas de las consecuencias no deseadas del programa ; para aprender cómo hacer para que los resultados del programa sean útiles; o para sintetizar las lecciones aprendidas sobre un programa o un paquete de programas comparables." (p. 37) O, incluso, como dice Cook (2000) "para contestar las preguntas acerca de las relaciones causales y su generalización que son el dominio predilecto de los métodos cuantitativos."

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