TEETETES O SOBRE LA CIENCIA

TEETETES O SOBRE LA CIENCIA

Platón, iniciado en los misterios del universo, creador (¿ó creado?) de la idea socrática nos presenta en este diálogo una relación de argumentos que nos ponen a prueba una y otra vez y sacuden el entendimiento de quien lo lee.

De manera sorprendente, nos lleva primero a afirmarnos en la idea muy difundida derivada de la máxima de Protágoras que reza “El hombre es la medida de todas las cosas”, y que es verdaderamente seductora puesto que nos coloca en un estado de sabiduría plena, para dejarnos después caer en picada al revelarnos que dicha afirmación nos supondría sabios como dioses, sin cabida para el ignorante, sin lugar para el maestro. Lo anterior fue lo que me más me elevó de la lectura.

Posteriormente, Teetetes, joven agudo discípulo de Teodoro, reconocido maestro de Geometría, afirma que la ciencia en nada se diferencia a la sensación. Partiendo de ese punto, Sócrates (¿ó Platón? De raíz, la lectura es enigmática) nos hace ser conscientes de la esencia mutable y en constante movimiento del ser, a diferencia de el no ser, que es aquello estático, que no puede existir, motivo por el cual no debemos afirmar que lo que vemos sea por ese simple hecho de la visión. Por tal, los objetos no son sino que devienen permanentemente y, en consecuencia, la ciencia no puede ser la sensación puesto que ésta no puede descubrir la esencia.

Después, Teetetes afirma que el juicio verdadero es la ciencia, de aquí deriva una enseñaza en la que se pretende averiguar un tópico que al mismo Sócrates turba: el juicio falso.  Sócrates, a pesar de sus esfuerzos se mantiene en la ofuscación dado que no le es posible, al menos en este diálogo, discernir respecto de tales juicios.

De aquí que los siguientes intentos de descubrir la ciencia resulten vanos: la ciencia no es un juicio verdadero; la ciencia no es un juicio verdadero que puede explicarse mediante la razón y el lenguaje;  la ciencia no es un juicio verdadero que logre diferenciar a los objetos de los demás puesto que para hacerlo habría que conocerlos todos.

Al final, si bien no sé lo que es la ciencia, la lectura de esta gran enseñanza sí logra en mi persona uno de sus objetivos: “…si permaneces estéril, no te harás pesado a los que conversen contigo, porque seréis más tratable y más modesto, y no creerás saber lo que no sabes.”

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