TRABAJO SOBRE LA HERENCIA DEL VIENTO

LA HERENCIA DEL VIENTO: Ensayo sobre ciencia y religión.

El hilo conductor de esta película se enmarca dentro de la violación de la ley del Estado que niega la creación divina del ser humano por Dios, en contraposición a la nuevísima teoría de la evolución de Darwin. La mayoría de la película se desarrolla en el escenario jurídico, teniendo lugar el juicio de Cates.

Cates tendrá sus rivales, que resultan ser la mayoría de las personas de ese pueblo y algunos otros, que apoyan su perspectiva, como la generación de jóvenes que estan de lado del evolucionismo impartido por el profesor acusado y su abogado, que quiere dejar claro como derecho imprescindible el derecho de pensar de otro modo. A propósito de esto, un personaje de la película, el periodista, Cates y su pareja mantienen un dialogo en el que Cates dice lo siguiente: “Solo quiero enseñar a mis alumnos que el hombre no fue plantado aquí como un geranio en una maceta, sino que la vida proviene de un milagro, y no tomó solo siete días” (en el minuto 00:10:00).

Obviamente a nosotros esto nos parece lógico y obviamente, más que legal, necesario, pero dentro del contexto histórico en el que nos encontramos, esto supone una herejía muy peligrosa.  Así, el periodista a lo largo de esa conversación le apoda como “Sócrates”, “Copérnico”, “cínico” .... Debe comentarse por tanto que todos ellos son personajes históricos que mantuvieron una postura diferente a la tradicional, que prefirieron salir de la ignorancia y el fanatismo, que optaron por la verdad y que por ello acabaron siendo considerados traidores del pensamiento preponderante y teniendo que arrepentirse y rectificar sus pensamientos o bien, como Sócrates, muertos.

Está claro que la población de este pueblo tiene una idea de progreso distinta a la que puede mantener Cates o Darwin, si es que tienen formada una idea de progreso.

 El punto de vista de los religiosos en esta película no se asocia a la idea de progreso ni mucho menos al desarrollo del avance científico, ni al progreso social, político o cultural, sino más bien a una degeneración e impiedad inhumana, al margen de la fe y la ley divina. Claro ésta, el avance científico fue aceptándose y estudiándose entre la población más joven y en general.

 Pero a partir de la década de los 60 hasta hoy en adelante, vemos que al mayor desarrollo científico se incrementa la demanda de los productos tecnológicos desarrollados por la ciencia que a su vez generan mayor riqueza entre la población.

Esto resulta ser un problema ético-filosófico urgente ante lo que parece ser la incapacidad humana para ser felices y capaces sin el desarrollo científico, hasta llegar al extremo en el que este desarrollo se lleva a cabo para fines antiéticos y sangrientos como dice Grandy, el abogado en contra del acusado:

“He ido a sus ciudades y he visto los altares en los cuales sacrifican el futuro de sus niños a los dioses de la ciencia ¿Qué recompensa obtienen? Caos y autodestrucción. Nuevas formas de matarse en las guerras, insiste, el camino de la ciencia lleva a las tinieblas.”

La postura anticientífica de Grandy tiene su gran parte de verdad, aunque, por otro lado, si a la sociedad actual se la despojase de la ciencia, no sabría progresar ni valerse por sí misma. Es en la ciencia donde se desarrollan ámbitos del saber, que pasan a la esfera de la tecnología donde esos descubrimientos en el ámbito científico encuentran una aplicación por la que la sociedad gana abundantes privilegios de los descubrimientos de la tecnología por parte de la ciencia, que sin ellos, habría caos y destrucción.

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