Teología
Enviado por andybecerracusi • 21 de Abril de 2015 • Tesis • 4.092 Palabras (17 Páginas) • 138 Visitas
La teología es la tercera parte de la metafísica y se refiere a la esencia y la existencia de Dios. Es un tratado que habla de Dios con ayuda de la revelación, la diferencia entre esta y la teología natural es que la segunda solo se basa en la razón.
Todos los filósofos tienen o tenían una idea de lo que es Dios, aunque solo sea para negar que este ser exista. Nuestro concepto de Dios no es perfecto ya que para nosotros no es posible definirlo en un cien por ciento, nuestra definición sería que Dios es el Creador Infinito. La existencia de Dios solo puede afirmar por medio del conocimiento intuitivo u holístico, dado que a Dios no lo podemos ver ni tocar físicamente, a Dios no se le puede conocer por medio de los sentidos que nosotros consideramos como comunes.
Lograr estar en contacto con Dios sin necesidad de conceptos e intentar llegar al valor infinito, es a lo que se le conoce como religiosidad. Las religiones están llenas de ritos, dogmas y ceremonias que hacen que uno se vaya olvidando de su relación con Dios. Cuando una persona logra captar verdaderamente a Dios, sus valores incrementan al igual que su realización.
Jean Paul Sartre afirma que la realidad y la existencia de Dios son incompatibles. El estaba equivocado, ya que el ser libre consta de tener valores, de practicarlos y de vivir conforme a esos valores, esto viene siendo lo mismo que Dios quiere que el hombre haga.
Una de las frases más famosas de Nietzsche es “Dios ha muerto”. Con esta frase él critica a un Dios antropomórfico, déspota, lleno de debilidades humanas, a un Dios sin misericordia. El Dios del cual él habla es un Dios completamente diferente al Dios que nosotros, los católicos, llamamos Padre; ya que Dios para nosotros es lo más bueno, bondadoso y misericordioso que nadie pueda jamás imaginar.
A los marxistas se le ha acusado de ateísmo, “La religión es el opio de los pueblos”, esta frase no niega la existencia de Dios, es más bien una crítica religiosa. Habla de cómo se manipula a la gente por medio de la religión, de cómo se utiliza para calmar al pueblo, para que la injusticia que nos rodea no se sienta tan grande.
En el agnosticismo kantiano no so niega la existencia de un ser divino, ellos dicen que no se puede saber si ése ser existe o no. En su Crítica de la Razón Práctica, Kant afirma que la existencia de Dios se puede sostener con argumentos propios de la fe.
El panteísmo es sostener una identidad completa entre Dios y todos los demás entes. Los orientales y los místicos en general sostienen esta postura. El decir que el ser es análogo es sostener que Dios y las creaturas tienen semejanza e identidad, pero manifiestan otros aspectos que los diferencian.
Decir y sostener una identidad entre Dios y el ser humano es algo completamente absurdo ya que el individuo es obviamente limitado.
Según el libro de Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza, todo cristiano cree que Dios existe, todo cristiano cree que ese Dios no solo ha hablado, sino que también se ha hecho hombre, tomando la forma de Jesús de Nazaret. Pero un católico va más allá, el católico cree que ese Dios, ese Cristo, vive y actúa en la Iglesia.
La distinción entre el Dios de los filósofos y el Dios de Jesucristo está en que solamente el segundo es el Dios vivo. El primero es fruto del pensamiento humano, de la especulación humana. Todos los argumentos racionales, siguen a fin de cuentas el camino indicado por el Libro de la Sabiduría y por la Carta a los Romanos: van del mundo visible al absoluto invisible. Por esta vía proceden de modo distinto Aristóteles y Platón.
La tradición cristiana entes de Santo Tomás de Aquino y de San Agustín de Hipona, estuvo ligada a Platón, del cual se distanció y justamente: para los cristianos el absoluto filosófico no tenía mucho significado, ¿para qué entrar en la especulaciones filosóficas sobre Dios, si el Dios vivo ya había hablado, no solo por los profetas, sino también por medio de su Hijo?
La respuesta a la pregunta An Deus sit? (¿Dios existe?), no es solo una cuestión que afecte al intelecto, es al mismo tiempo, una cuestión que abarca toda la existencia humana. Depende de múltiples situaciones en las que el hombre busca el significado y el sentido de su propia existencia.
El interrogante de la existencia de Dios está íntimamente unido a la finalidad de la existencia humana. No es sólo una cuestión de la razón, sino una cuestión de voluntad, más aún es una cuestión del corazón humano.
El intelecto es la creación más maravillosa de Dios; pero eso no significa en absoluto ceder a un racionalismo unilateral.
La autorrelevación de Dios se actualiza en concreto en su “humanizarse”. La gran tentación es la de hacer la clásica reducción de lo que es divino a lo que es humano, lo que viene siendo el error que todos hemos cometido de tratar de entender algo que es divino y más grande que nosotros mismos como si en verdad fuésemos a encontrar una respuesta, la cual nuestra mente sea capaz de comprender.
La pregunta es constante, si Dios es amor, entonces ¿por qué hay tanto mal en el mundo? ¿Cómo ha podido Dios permitir tantas guerras, los campos de concentración, el holocausto?
La respuesta está en que Dios ha creado al hombre racional pero sobre todo libre, y por eso mismo, se ha sometido a su juicio. La historia de la salvación es también la historia del juicio constante del hombre sobre Dios. Lo que significa que si en el mundo existe el mal, es porque nosotros hemos decidido dejar a Dios fuera de nuestras vidas.
Es cierto que frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Puede decirse que Dios está pagando por este gran don que ha concedido a un ser creado por El “a su imagen y semejanza”.
Algunos consideran que esta Iglesia (católica) tan locuaz se calla sobre lo esencial, la vida eterna. El hombre es libre y por eso responsable. La suya es una responsabilidad personal y social, es una responsabilidad ante Dios. Hoy en día ya no se enseña como lo hacían antes, ya no te recuerdan que por todas las malas y las buenas obras que hagas en la tierra, luego tendrás que dar cuenta de ellas en el cielo. La gente se está olvidando de esto cada vez un poco más, se olvidan que la fe sin obras es una fe muerta.
Sin este mensaje tal vez la Iglesia no sería capaz de generar santos, pero no hablo de los santos que alabamos en el altar, sino de los santos “cotidianos”.
La utilidad de la fe no es comparable con bien alguno, ni siquiera con los bienes de la naturaleza moral. La Iglesia no ha negado nunca que también un hombre no creyente pueda realizar acciones honestas y nobles. El valor de la fe no se puede explicar solamente con su utilidad para la moral humana,
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