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Thoreau Y Sarmiento


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2012  •  1.595 Palabras (7 Páginas)  •  686 Visitas

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H. D. THOREAU EN D. F. SARMIENTO.-

Por Guillermo R. Gagliardi.

· Henry David Thoreau (1817-1862), escritor, pensador pacifista y anarquista, norteamericano y Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), argentino, escritor y político, educador, vivieron en distintas épocas, pero con casi igual cronología. Vida más intensa y extensa la del sanjuanino.

“Walden o la vida en los bosques” (1854) es narración del primero sobre su pensamiento Libertario y experiencias vitalísimas. Se nos revela ecologista precursor y ambientalista.

De la misma fecha aproximadamente datan los primeros escritos y vivencias de la vida selvática sarmientina (Islas del Delta).

· En ambos, corazones desbordantes de Bien y Fe, místicos peculiares, hallamos una repulsa (más secreta en el argentino, dada su posición política “ilustrada” y “positivista”) de la llamada “vida civilizada” y una apología de la vida natural, agreste.

Allí el individuo se siente “divinamente bruto” (así escribe el argentino cuando relata sus escapadas a su refugio de las Islas, en medio de sus combates y polémicas terribles, los ataques de sus enemigos numerosos, la febril actividad parlamentaria y periodística), en medio de una naturaleza adánica, nutriente, restauradora, para el espíritu, independiente y personalizada.

Opuesta a la despersonalización y maquinización de la sociedad, anónima y masificada, que complica lo simple y desvaloriza los valores humanos fundamentales (ob. cit., cap. “Soledad”)..

· Sarmiento, “un hombre sencillo y bravo” (son palabras de T.), gozoso, rudo, desconocido en la rutinaria imagen que la mayoría de sus exegetas nos ha transmitido (salvo excepciones, Martínez Estrada, Luis Franco...), pasea por su paraíso delteño en el estado interno con que justamente lo describe el solitario de Concord: una consonancia deliciosa

“en que todo el cuerpo en un solo sentido, (...), absorbe y se deleita por cada uno de sus poros. Voy y vengo con una extraña libertad por la Naturaleza; soy una parte de ella”, “todos los elementos me son extraordinariamente simpáticos”.

Amor extraordinario por los animales y plantas, las flores, los cultivos, las frutas de sus pagos, los agricultores abnegados y laboriosos, la vida simple de los hombres de bien... (V. “L. Franco, p. ej., “S. entre dos fuegos”, “El país y los días de T.” ‘La Prensa’28-3-1982; Ezequiel Martínez Estrada: “H. D. T.”, en su “En torno a Kafka y otros ensayos”, 1967).

“La Naturaleza nos es revelada por quien va hacia ella, no como concienzudo observador, sino con plenitud de vida. Se entrega a este último para revelarse”

sostiene el autor de “Desobediencia Civil”, lector de “Nature” de Emerson. (V. “La obra de T.” de Elizabeth Whiterel, v. digital, y en general el magnífico blog “temakel” de Esteban Ierardo).

Entendemos que en estas narraciones se encuentra el meollo del genio de T. y de S.

La exposición sencilla del Yo, a lo Montaigne, es “el rasgo distintivo” en ambas escrituras.

Más expresionista, con rasgos muy marcados, imponente, en Don Domingo. Más impasible, reflexivo, en el yanqui.

· Bíblicamente afirma Thoreau que los hombres de hoy, de su época y ambiente, viven engañosamente, dedicándose “a guardar tesoros en la polilla y el moho... Cuando lleguen a su fin, si no antes, hallarán que la suya ha sido la vida de un necio”

(en ob. cit., “Economía”, cito por la edición prologada sustancialmente por José Isaacson, traducción de Julio Molina y Vedia, Marymar, 1977).

Advierte T. que “La mayoría de los hombres, aun en este país relativamente libre, por simple ignorancia y error, están ocupados en los facticios cuidados e inútilmente rudas labores de la vida, que no pueden recoger sus frutos más hermosos”

El trabajo desmesurado, mecánico y despersonalizador, sólo mata los rasgos más característicos del Humano: la alegría, la creatividad, la innovación, la “verdadera integridad de cada día”. “No tiene tiempo de ser otra cosa que una máquina”, sentencia T.

“Las más bellas cualidades de nuestra naturaleza, al igual que la pelusilla de los frutos, sólo pueden ser preservadas merced a un manipuleo delicadísimo. Sin embargo, no nos dispensamos tan tierno trato ni a nosotros mismos, ni unos a otros” (loc. cit.).

“Es evidente la mezquindad y vileza de las vidas que muchos de vosotros vivís”. “Casi todos los hombres viven sus vidas en medio de una tranquila desesperación. No otra cosa es lo que se llama resignación”.

Falta de sabiduría en estas conductas, estereotipadas y seguramente inconscientes.

Sin sentido de la vida individual, sin esperanza ni configuración del propio destino, sin construcción de la propia personalidad y las relaciones familiares, vecinales, laborales, etc.

“Pero una característica de la sabiduría es justamente no hacer cosas desesperadas”.

· S. igual que T. pensaba que principalmente debemos liberarnos de prejuicios, adorar y practicar efectivamente la Libertad, dentro de normas de Responsabilidad, con criterios de Autenticidad Humana, desenvolviendo la personalidad, el propio yo, en lo individual y en lo social., pues se han manifestado siempre como “personas alertas

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