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Zaratustra


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  753 Palabras (4 Páginas)  •  372 Visitas

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ra. A él acudió Zaratustra, y junto con todos los jóvenes se sentó ante su cátedra. Y así habló el sabio:

¡Sentid respeto y pudor ante el dormir! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal y están desvelados por la noche!

Incluso el ladrón siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en silencio por la noche. En cambio el vigilan¬te nocturno carece de pudor, sin pudor alguno vagabundea con su trompeta.

Dormir no es arte pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero.

Diez veces tienes que superarte a ti mismo durante el día: esto produce una fatiga buena y es adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a ti contigo mismo; pues la superación es amargura, y mal duerme el que no se ha reconciliado.

Diez verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues buscando la verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta.

Diez veces tienes que reír durante el día, y regocijarte: de lo contrario, el estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la noche.

Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. ¿Diré yo falso testimonio? ¿Cometeré yo adulterio?

¿Me dejaré llevar a desear la sierva de mi prójimo41. Todo esto se avendría mal con el buen dormir.

Y aunque se tengan todas las virtudes, es necesario enten¬der aún de una cosa: de man-dar a dormir a tiempo a las virtu¬des mismas.

¡Para que no disputen entre sí esas lindas mujercitas! ¡Y so¬bre ti, desventurado!

Paz con Dios42 y con el vecino: así lo quiere el buen dormir. ¡Y paz incluso con el de-monio del vecino! De lo contrario, rondará en tu casa por la noche.

¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida!43 ¡Así lo quiere el buen dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al poder le gusta caminar sobre piernas torcidas?

Para mí el mejor pastor será siempre aquel que lleva sus ovejas al prado más verde44 esto se aviene con el buen dormir.

No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo. Pero se duerme mal sin un buen nombre y un peque–o tesoro.

Una compañía escasa me agrada más que una malvada: sin embargo, tiene que venir e irse en el momento oportuno. Esto se aviene con el buen dormir.

Mucho me agradan también los pobres de espíritu: fomen¬tan el sueño. Son bienaventu-rados, especialmente si se les da siempre la razón45.

Así transcurre el día para el virtuoso. ¡Mas cuando la noche llega me guardo bien de llamar al dormir! ¡El dormir, que es el señor de las virtudes, no quiere que lo llamen!

Sino que pienso en lo que yo he hecho y he pensado duran¬te el día. Rumiando me inte-rrogo a mí mismo, paciente igual que una vaca: ¿cuáles han sido, pues, tus diez supera-ciones?

¿Y cuáles han sido las diez reconciliaciones, y las

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