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Ética Profesional


Enviado por   •  15 de Agosto de 2012  •  4.151 Palabras (17 Páginas)  •  573 Visitas

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¿Qué es eso de ética profesional?*

Juan Manuel Silva Camarena

Investigador de la División de Investigación de la Facultad de Contaduría y Administración, UNAM.

En nuestros días la expresión curriculum vitae parece poseer una significación enteramente com¬prensible de suyo. Y sin embargo, no debemos entenderla muy bien, porque ahora ese enunciado no se refiere (como quisieran decirlo sus propios términos) al curso que ha tomado nuestra vida según lo logrado por nuestro ser y nuestro quehacer , sino a la comunicación (a menudo magnifica¬da, cuando menos realizada ostentosamente) de lo que hemos hecho en nuestro oficio o nuestra pro¬fesión, reducida casi a un mero registro cronológi¬co de habilidades, aprendizajes y puestos desem¬peñados. Pero sin tener a la vista la relación entre lo que se es y lo que se hace, los curricula de las personas sólo presentan lo que ellas han hecho para atender "las necesidades" (sin que cuente, desde luego, la autenticidad de una vocación o del amor por el propio trabajo), bajo el régimen laboral de una administración cuyos mecanismos natural¬mente deshumanizados la han vuelto ciega para todo aquello que no sea susceptible de ser juzgado con el criterio, impersonal y despersonalizador, de la eficiencia pragmática.

¿Qué es lo que todos, o casi todos hacemos? Trabajar. Llevar a cabo un oficio, un empleo, una profesión. Pero en el trabajo hay algo más impor-tante que la eficiencia, porque se trata de un factor que precisamente la hace posible. Este algo, de carácter ético, es lo único que funciona como razón de ser de una genuina eficiencia en el quehacer de las profesiones y los oficios. La palabra profesar significa "declarar o enseñar en público'', y deriva del latín culto profiteri (cuyo participio es profesus), que quiere decir "declarar abiertamente'', ''hacer profesión'', ''confesar'' . Del mismo origen provie¬nen las palabras "profesor" y "profesión", que sirven para hablar de ''quien hace profesión de algo''. Así decimos que alguien "hizo profesión de fe...", que "profesó en la universidad de...", etcétera. Por un lado, pues, el que declara públicamente, el que es un profesor, quien profesa una convicción; y por el otro, por la vía de la profesión, el profesional. El que es "un profesional" renuncia a sus intereses perso¬nales, cualesquiera que éstos sean, y "en cuerpo y alma" se pone al servicio de los intereses de su profesión, cuyo fundamento ético (ethos, o forma peculiar de ser, ontológicamente hablando), asen¬tado en la dignidad humana, impide tomar al hom¬bre como un medio. Esa dignidad ética hace decir a Kant que al ser humano jamás se le debe tomar como un medio sino como un fin en sí mismo .

Todo el sentido ético del trabajo tiene su fundamen¬to en la conexión de esa dignidad suya con su propio ser, con lo que esencialmente es como ser- obrero (o ente que trabaja). El requerimiento prag¬mático de eficiencia usa a la persona como medio para conseguir beneficios o utilidades; en cambio, la exigencia ética de eficiencia, generada por el sentido ético del trabajo, toma al hombre respetán¬dolo como un fin en sí mismo, y a su labor, como algo digno del mismo respeto que lo humano. El trabajo tiene un sentido ético, porque puede hacer¬se bien o mal; el sentido ético de la vida es posible porque puede vivirse bien o mal (y desde Aristóte¬les, en su Ética nicomaquea , se ha visto la relación estrecha entre vivir bien, obrar bien y ser feliz).

Ahora bien, si no perdemos de vista el sentido original de "profesar" y de "ser profesional", queda¬mos en mejores condiciones para entender lo que quiere decir ética profesional, pues será más o menos evidente que se trata de la fuerza moral en la cual se apoya lo que profesamos, nuestra profe¬sión. En otras palabras, estamos hablando del fundamento ético de nuestro quehacer; en primer lugar, públicamente declarado (como en la protes¬ta que se rinde cuando alguien en una institución educativa queda autorizado académica y moral- mente para ejercer una profesión ); en segundo, públicamente reconocido (cuando en ese mismo acto la sociedad simbólicamente avala la autoriza¬ción), y en tercer lugar, públicamente retirado (cuando la comunidad, a través de una figura de autoridad retira, en una especie de degradación, el mencionado reconocimiento por una falla profesio¬nal o una infidelidad a su compromiso ético).

Todos sabemos que el vocablo "ética" se presta a malos entendidos. Estrictamente hablando la ética (también llamada filosofía moral, o filosofía prácti¬ca, o incluso ciencia política en la antigüedad clási¬ca) es una disciplina filosófica cuyo objeto de estu¬dio es el comportamiento moral de los hombres. Este campo de la investigación filosófica incluye desde lo que llamamos conciencia moral (y que consiste en darse cuenta de lo que está bien y lo que está mal, por nuestra incapacidad constitutiva para ser moralmente indiferentes ) hasta nuestros juicios y valores morales, pasando obviamente, entre muchos otros temas , por el examen cuida¬doso de lo que significa la libertad y la responsabi¬lidad del acto moral. Sin embargo, el término de ética puede emplearse tan libremente que las con¬fusiones se vuelven inevitables . Por ejemplo, pue¬de hablarse de "ética de los negocios", y entonces ya no sabemos bien cuáles son las razones que justifican el empleo de semejante expresión. Pare-ciera que se trata de aprender cómo hacer buenos negocios, sin ser muy malos. Y así se produce un malentendido inaceptable: por un lado, se crea la idea equivocada de que hay la ética de esto y lo otro; y por otro, que la naturaleza de los negocios está ligada necesariamente a la falta de ética (como cuando se establece una espontánea aunque erró¬nea asociación entre política y corrupción). De este modo se hace a un lado la excepcionalidad de los malos negocios (en sentido moral) o de los nego¬cios "sucios". De suerte que el amoralismo de nuestro tiempo establece una asociación "natu¬ral" entre negocio e inmoralidad, que se suma a la asociación que suele hacerse, en nombre de un supuesto pensamiento de izquierda, entre la mal¬dad inherente a la ambición también supuestamente ilimitada de los patrones y la explotación "capita-lista" del trabajador. Es cierto que el descubrimien-to de Marx de la conexión entre el ser del hombre y el trabajo no puede ser ignorada en una considera¬ción ética de éste último, mas una improvisada "ética de la empresa" o "ética de los negocios" no puede ni suponer que todo negocio es inmoral (como si el empresario

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