Ferrocarriles Y Economía Cafetera

A mediados del siglo XIX la sociedad colombiana sufre una serie de cambios radicales. Las políticas de la era colonial desfallecen rápidamente mientras las nuevas tendencias ideológicas se afirman dando forma a los partidos políticos históricos del país: el liberal y el conservador. Los intereses políticos y económicos de ambos partidos no era muy diferentes: un modelo económico librecambista con poca influencia del Estado para lo cual se implementaría un modelo federalista que otorgaba amplias libertades a los diferentes Estados confederados. La intensidad de flujos e intercambios comerciales entre los Estados fueron importantes para que el modelo funcionara, obligando al desarrollo y preservación del buen estado de las vías férreas.

Para esta época, los Estados Unidos de América eran el modelo de País a seguir, gracias a su gran desarrollo económico, político y social, (cosa que no hubieran logrado si no fuera por las buenas interacciones e interconexiones que tenían sus diferentes regiones) por lo cual era necesario copiar este modelo al pie de la letra para conseguir el tan añorado progreso.

La República Neogranadina también intentó copiar las bases de la sociedad yanqui, pero los resultados no serían iguales (aun así serían favorables), teniendo en cuenta que la realidad colombiana era muy diferente: los flujos comerciales regionales eran tortuosos, en virtud de la escarpada geografía nacional; la capacidad económica era pequeña e inestable, los intentos de exportar los productos nacionales fracasaron, a causa del rezagado marco social y de producción pre-capitalista que no resistía la competencia en el mercado mundial. Por último, hay que tener en cuenta que los ferrocarriles eran producidos por Estados Unidos.

El primer intento neogranadino de construir un ferrocarril fue durante la administración del General Tomas Cipriano de Mosquera (1845-1849) en el istmo de Panamá. La construcción de las vías interoceánicas no respondía únicamente al querer nacional, de hecho respondía más a los intereses norteamericanos y de las grandes potencias del mundo (como pasaría otrora con la construcción del canal de panamá).

Durante la alternación de las hegemonías liberal y conservadora, de la segunda mitad del siglo XIX, la construcción de ferrocarriles sería necesaria para mejorar las exportaciones e importaciones en el país; tener buenas conexiones con la aorta del país (el río magdalena) era estratégico para el fortalecimiento de la economía nacional, por lo cual, las vías que se construían debían articularse con la red fluvial, a través de la cual se movilizaba el mayor caudal comercial de la nación

El país comenzaba el nuevo siglo con gran cantidad de vías férreas construidas (620 km aprox., cifra expuesta por Jorge Arias de Greiff en su artículo “Ferrocarriles en Colombia 1836-1930”) y proyectadas, adicionalmente con una economía cafetera

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