Historia.
Enviado por joseluisramirez • 13 de Agosto de 2012 • Informe • 1.711 Palabras (7 Páginas) • 449 Visitas
Nuestra historia republicana nos muestra claramente la pérdida de muchas oportunidades para enrumbar al país por el sendero del progreso interrumpido. En cada período podemos encontrar sus logros políticos, económicos y sociales, y también sus limitaciones, pero la constante ha sido la incapacidad para abrir caminos a un desarrollo independiente de nuestra economía, a la superación de las cada vez más profundas diferencias sociales y al establecimiento de una democracia que responda a los intereses de la mayoría nacional. Esto es tan así que, a tanto tiempo de habernos liberado del dominio de España, la soberanía nacional sigue siendo un objetivo por alcanzar. Que, a tanto tiempo de hacerse dominante el sistema capitalista, el carácter rentista y monoproductor de nuestra economía sigue actuando como un freno para el desarrollo industrial y agrícola del país, y para garantizar trabajo de calidad a nuestra gente. Esto nos reafirma el criterio de que hemos andado por caminos errados en la búsqueda de un proyecto de desarrollo nacional.
Al agotamiento de cada proyecto puesto en práctica, se ha correspondido el deterioro o desaparición de las organizaciones políticas y del liderazgo que lo ha conducido en cada período histórico. Más recientemente hemos podido ver como el planteamiento de los partidos que condujeron al país por más de 40 años se queda totalmente vaciado de contenido y pierde toda capacidad de generar esperanzas y entusiasmo en la población. Al punto que los sectores dominantes que los utilizan y los apoyaron terminaron por escoger como vía de escape la opción aventurera que representa Chávez y que venía a significar una forma de salir de una dirigencia política que se tornaba totalmente inconveniente y peligrosa dado el descontento que venía generando.
El agotamiento del régimen chavista se produce en corto tiempo. En apenas 10 años ya luce caduco y por todas partes lo que fue esperanza se torna frustración. En la comprobación de la pérdida de una gran oportunidad histórica, deparada no solamente por la inmensa renta petrolera que le ha tocado administrar en su gestión sino también, y en beneficiosa coincidencia, por el gran y diverso respaldo social alcanzado, por el apoyo de la Fuerza Armada, por la aceptación internacional, por el clima de paz social que ha imperado en su mandato, apenas quebrantado por protestas locales y por candentes episodios políticos provocados desde la Presidencia para propiciar confrontaciones que buscaba le beneficiaran o que formaban parte de un juego para fortalecer su autoritarismo.
Nada nuevo se le está ofreciendo al país. El anterior y actual liderazgo marcha por una senda equivocada, resbalan sobre la misma charca sin encontrar el rumbo, se repiten en sus ejecutorias y se profundizan en los defectos, produciendo la desconfianza popular y la descomposición de las instituciones sociales y estatales.
No es nada casual que se hable de un vacío de liderazgo. Tampoco es casual que los vivos de siempre o los nuevos vivos traten de reducir esto a un cambio de rostros o a un asunto generacional. La verdad es que Venezuela necesita un nuevo rumbo que tiene que ser encarnado en conductores comprometidos con un nuevo proyecto nacional. Los que han ejercido el poder, por la estrecha visión que les deja su compromiso con la élite dominante, han resultado ineficaces para impulsar las transformaciones que con urgencia reclama nuestra Nación. De allí que el cambio político tiene que ver principalmente con una actitud que nos identifique con intereses nacionales y populares y que rompa con el pensamiento de sujeción nacional y de un Estado al servicio del enriquecimiento fácil de un puñado de nuevos y viejos supermillonarios.
Los inmensos recursos financieros que se han manejado, han permitido políticas populistas clientelares y de un cierto crecimiento económico, pero los logros de estas políticas están muy lejos de corresponderse con las posibilidades, y nos reafirman en el criterio de su insuficiencia para alcanzar el pleno desarrollo del país, una justa distribución de las riquezas y la satisfacción de necesidades básicas de la población.
La necesidad de un nuevo liderazgo resalta en este tiempo de crisis económica mundial. Así lo demandan la nueva circunstancia que va a crearse y la forma irresponsable y demagógica como el gobierno pretende adormecernos formando una matriz de opinión que nos presenta como blindados y totalmente sobrados para enfrentar posibles efectos de esta crisis. Lo cierto es que las tendencias plantean todo lo contrario, se evidenciarán con mayor claridad las taras de nuestra dependencia y el desaprovechamiento de las altas entradas petroleras de los últimos 10 años.
Hace falta llenar un vacío histórico. No se trata de cubrir el espacio para tal o cual elección o para tal o cual lucha democrática, social o política; estos espacios habrá que llenarlos dentro de las opciones que nos presenta la realidad política. La falta es de una nueva propuesta nacional que posibilite un nuevo rumbo, una propuesta alternativa no sólo frente al chavismo, sino también frente a quienes pretenden redescubrir el bipartidismo o hacer uno de nuevo cuño, que afiance nuestro carácter dependiente y neo colonial frente al imperio. Se trata de construir una alternativa que se afiance en un programa de unidad nacional. Tal como se ha venido planteando desde finales de los años 80 del pasado siglo, se trata de edificar un programa de salvación nacional:
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